Ciudades de refugio

Q

Viernes, 21 de abril de 2017

P: Que la paz y la gracia estén con usted y los suyos. He estado estudiando el libro de Josué y llegué a la parte en donde Dios le dice a Josué de apartar seis ciudades para las personas que accidentalmente han matado a alguien y pueden ir a esas ciudades a refugiarse del vengador. Yo entiendo eso localmente. Lo que me tiene pensando es que si existe un significado más profundo sobre ello. Yo sé que un reconocido profesor de Biblia dice que si usted llega a una Escritura que parece confusa, se debe poner a Cristo en el centro de la misma. ¿Hay algo que sucede con las seis ciudades de refugio más que solamente la idea de un “lugar seguro” para aquellos israelitas que buscan protección hasta que demuestren su inocencia? Como siempre, gracias por sus esfuerzos. Que Dios lo bendiga.

A

R: Usted se está refiriendo a las 6 ciudades de refugio mencionadas en Deuteronomio 19 y Josué 20. En aquellos días no existía una fuerza policial de tal manera que era el deber del hijo primogénito vengar la muerte no esperada de un miembro de la familia. Puesto que un pariente del difunto no podía ser considerado de manera objetiva, el homicida podía huir a una ciudad de refugio para alegar su caso ante los ancianos del lugar. Si ellos estaban de acuerdo en que la muerte fue accidental, estaban supuestos a proteger al homicida del vengador de sangre (como se le llamaba al primogénito) al mantenerlo dentro de la ciudad hasta la muerte del Sumo Sacerdote de turno cuando el homicida era liberado y ya no estaba sujeto a la pena capital.

Las ciudades de refugio son un modelo de Cristo. Cuando huimos a Él somos protegidos del que quiere quitarnos la vida (Satanás). Una vez ahí la muerte de nuestro Sumo Sacerdote (Jesús) nos ha hecho libres para no estar más sujetos a la muerte.

Como muchos tipos, las ciudades de refugio están incompletas. Los israelitas tenían que llegar a una de ellas antes de ser sorprendidos ya que de otra manera eran presa fácil. Jesús nos encuentra en el mismo lugar del que lo llamamos. Los ancianos de la ciudad tenían que estar de acuerdo en que la muerte había sido accidental y por lo tanto, el autor no era culpable. Jesús nos protege sabiendo que somos culpables. Si el homicida se alejaba de la ciudad, era presa fácil para el vengador. Una vez que nosotros estamos en Cristo ya no podemos alejarnos.