Compartiendo el Evangelio

Q

Miércoles 19 de agosto de 2020

P: Tengo el deseo de compartir el Evangelio y sin embargo estoy consciente de la advertencia de ser un maestro, exponiendo la Palabra de Dios, etc. Mi problema es que cada vez que comparto mi conocimiento de Jesús, me encuentro alejándome y pensando, “Bueno, ¡la volé!” y ese temor de no poder exponer la Palabra de Dios correctamente se me viene encima. Así que en mi deseo más sincero de querer compartir y de testificar me encuentro como un tonto lloriqueando la mayoría de las veces. Quiero tanto menguar para que Él crezca pero hasta el momento compartir el Evangelio es como tratar de hablar un idioma totalmente diferente. ¿Es normal eso? ¿Qué consejo me puede usted dar?

A

R: Mientras mejor sepa la información que está tratando de presentar, más fácil le será estar relajado y dejar que el Espíritu Santo lo guíe. El mejor consejo que puedo darle es que se mantenga estudiando y aprendiendo. Aproveche las oportunidades que se le presenten, y deje de preocuparse acerca de cómo va a terminar. Cada exposición le da experiencia, y cada experiencia lo hace mejor a usted.

Sobre todo, recuerde que nosotros no somos responsables por el resultado, solamente por el esfuerzo, y el Señor no pierde a ninguno solamente porque no les exponemos una presentación perfecta del Evangelio.

Hablando de predicar el Evangelio, Pablo dijo que uno es el que planta la semilla y otro el que la riega, pero Dios es el que da el crecimiento. Ni el que planta ni el que riega son nada, sino solamente Dios que da el crecimiento (1 Corintios 3:6-7).