Viernes 20 de diciembre de 2019
P: El domingo pasado en la iglesia, el líder de la adoración nos estaba guiando en oración y mencionó algo en el sentido de que “Dios no está enojado contigo” Se me ocurrió pensar… ¿Dios se enoja con las personas creyentes que voluntaria y deliberadamente quieren quedarse en su pecado?
R: Primero, todas las personas creyentes pecan voluntaria y deliberadamente. Eso está en nuestra naturaleza. Segundo, Dios no se enoja con nosotros por hacerlo. En Colosenses 1:19-20, Pablo escribió que Dios reconcilió todas las cosas consigo mismo haciendo la paz a través de la sangre de Jesús derramada en la cruz por nuestros pecados.
Fue un acto de amor perfecto de Su parte, y como dijo Juan, “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo” (1 Juan 4:18). Debido a que Jesús fue castigado por nuestros pecados, nosotros no podemos ser castigados. La lista de pecados que Dios tuvo contra nosotros ha sido borrada para siempre con la sangre de Jesús.
Aun así, las personas creyentes que no confiesan sus pecados pueden caer en la trampa de Satanás de creer que Dios está enojado con ellas por pecar y que los va a castigar, y a eso se refería su líder de adoración. Esas personas no se dan cuenta de que Dios no está enojado con ellas, es su propia culpa lo que las hace temerle. Satanás está usando la culpa ellas en un esfuerzo por abrir una brecha entre ellas y Dios.
1 Juan 1:9 es el remedio para esto. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. Incluso para las personas creyentes que ya están perdonadas, la confesión es buena para el alma, porque restaura la paz en nuestro corazón al aliviar la culpa. Y aquí está la mejor parte, ya que Jesús pagó el precio por todos nuestros pecados, el perdón está garantizado. No tenemos nada que perder y un corazón pacífico que ganar.