Viernes 18 de octubre de 2024
P: Soy una persona creyente nacida de nuevo. Sé en mi corazón a quién le pertenezco. Mi problema es que mi esposo y yo tomamos licor. Yo siento que Dios quiere que deje de tomar. Yo odio mi pecado. Le he implorado a Dios que me lo quite. También he oído de un montón de personas que aceptan a Jesús como su salvador y que sus malos hábitos desaparecen. ¿Por qué Dios no me quita eso? Yo también lucho si soy verdaderamente salva puesto que continúo tomando. Si me quedo completamente quieta yo sé a quién le pertenezco, pero simplemente no entiendo esta batalla.
R: Si usted es una tomadora habitual, entonces usted está pecando, pero el tomar moderadamente no es pecado. Dios autorizó el consumo de bebidas alcohólicas (Deuteronomio 14:22-26), y Jesús hizo vino para que otras personas lo bebieran (Juan 2:1-10). Mateo 11:19 indica que Él también tomó. Estas son cosas que Él no pudo haber hecho si fueran pecados.
Dios no la va a obligar a usted a hacer algo que usted no quiere dejar de hacer. Así que si usted está teniendo problemas por querer abandonar eso, no lo culpe a Él. Yo sé de personas que dicen que fueron liberadas sobrenaturalmente de su hábito de tomar, pero hay muy pocas comparadas con las que han puesto un poco de esfuerzo de su parte para dejar de tomar.
En cualquier caso, eso no tiene nada que ver con su salvación. Si usted es una persona nacida de nuevo, usted es salva, punto (Efesios 1:13-14).