Viernes 4 de marzo de 2022
P: Hay una persona creyente que yo sé que se comportará con gran respeto a la palabra y dirección de Dios la mayor parte del tiempo. Él ha orado por cosas increíbles y ha visto las asombrosas obras del Señor por sí mismo, y en la vida de otras personas, pero de vez en cuando él se aparta a una vida voluntariamente pecaminosa, sin ninguna excusa. Él sabe que Jesús es el hijo de Dios, y él sabe que cuando pide perdón lo recibe. Después de 30 años de hacer esto, él piensa que pecar y luego pedir perdón para luego repetir el proceso, es burlarse de la obra del Señor. Ahora él piensa que Dios está tan enojado con él que está perdiendo el deseo de vivir. ¿Me podría ofrecer una perspectiva?
R: Por lo que usted dice parece que su amigo cree que él es salvo. Por consiguiente yo diría que su desánimo proviene de la culpa que él siente debido a su comportamiento. Él necesita ser recordado que Dios no lo salvó debido a su comportamiento sino a su creencia. Jesús dijo que la obra que Dios requiere de nosotros es creer en aquel que Él envió (Juan 6:28-29) y que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tendrá vida eterna (Juan 6:40). Todos nuestros pecados estaban en el futuro cuando Jesús murió por nosotros, y Él los llevó todos en la cruz y los perdonó allí (Colosenses 2:13-14). Dios ahora ha hecho la paz con nosotros por medio de Su sangre derramada en la cruz (Colosenses 1:19.20). Por consiguiente, Él no está enojado con su amigo.
Muchas personas que le ponen demasiado énfasis a su comportamiento terminan sintiéndose así. En Romanos 7:7-24 Pablo explicó que al conocer los estándares de Dios realmente nos hace más conscientes de nuestra incapacidad para cumplirlos. Él confesó que aún él no era capaz de hacer que su comportamiento se conformara a esos estándares. Él se llamó a sí mismo ¡Miserable de mí! Debido a eso. Pero luego, él pronunció una afirmación sorprendente de que Dios puede distinguir entre el creyente y el comportamiento, y le atribuye nuestro comportamiento pecaminoso al pecado que mora en nosotros.
Yo le animo a usted para que repase ese pasaje con su amigo y luego recuerde con él la base de la salvación de él, que Jesús murió por nuestros pecados y resucitó de nuevo. Esa creencia es lo que nos salva y nos garantiza que tendremos un lugar en el Reino de Dios (Efesios 1:13-14).