Viernes 5 de julio de 2024
P: Ref.: Reconocidos por sus frutos. Usted no está diciendo que las personas creyentes producirán o deben producir fruto o su fe no es genuina, ¿verdad? El fruto es solo evidencia de creer y no una prueba de fuego. Creer en el Señor Jesucristo y uno será salvo es lo que dice la Biblia y nada más, ¿correcto? Pregunto esto porque tengo amigos creyentes que piensan que sin fruto no hay fe, y creo que solo Dios conoce el corazón y todo lo demás son obras.
R: Ninguna persona creyente “tiene que” producir fruto. Cuando nos sometemos a la voluntad del Señor en nuestra vida, el producir fruto será natural.
De hecho, las personas creyentes que siguen su propio camino y hacen lo suyo no pueden producir fruto, no importa cuánto lo intenten. Jesús dijo: “El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.”(Juan 15:5).
También Jesús comparó a esas personas con la semilla que cae entre los espinos. Las preocupaciones de esta vida y el engaño de la riqueza los hacen infructuosos (Mateo 13:22).
En 1 Corintios 3:12-15 Pablo dijo que las personas creyentes que no producen fruto todavía son salvas, pero como una que escapa de las llamas. La ausencia de fruto significa que no estamos siguiendo la voluntad del Señor para nuestra vida. No significa que no seamos salvos.
Esto es algo que las personas de “fe más obras” no entienden. A menos que nuestras obras sean impulsadas por el Espíritu Santo, no tienen ningún valor para el Reino, sin importar cuán exitosas parezcan ser. El Salmo 127:1 dice: “Si el SEÑOR no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles.”
Pero cuando el Espíritu Santo nos guía, las cosas que nadie en la tierra notaría pueden ser de gran valor para el Señor.
Es por eso que Pablo nos advirtió que no juzgáramos lo que vemos en otros antes del tiempo señalado. Él dijo: “Por lo tanto, no juzguen nada antes de tiempo; esperen hasta que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón.” (1 Corintios 4:5).