Viernes 21 de junio de 2019
P: Cuando el Espíritu Santo convence a una persona de uno de sus “múltiples” pecados y el arrepentimiento sigue hasta el punto de no cometerlo más (quitar la viga de su propio ojo), y de un verdadero corazón de querer que otros hagan igual (en cualquier pecado), ¿cómo es que una persona se puede presentar como “agraciada” sin sonar como un fariseo o como la “letra de la ley”?
Parece que es la convicción del Espíritu Santo lo que me hace sonar como un “hombre de la ley” en lugar de un hombre “espiritual”. Aunque Jesús nos dio el nuevo mandamiento de “amar a Dios y amar a tu prójimo”, el Nuevo Testamento está lleno de “hacer y no hacer” que se parecen mucho a las leyes. No creo que sean leyes escritas verdaderas, sino que se utilizan para identificar los medios para luchar contra la carne.
Estoy encontrando que ésta es probablemente mi lucha más grande y peleada, tratando de hablar el lenguaje de “¡la Gracia!” sin ser considerado como una persona tipo “mejor que tú”. Y no solo no me acerco a una persona y le digo “oye, necesitas dejar de hacer eso”, sino que trato de encontrar formas más sutiles, pero parece que siempre terminan en el modo “hombre de la ley”.
R: Usted no dijo si está tratando con personas creyentes o no creyentes. De cualquier manera, recuerde Romanos 2:4. Es la bondad de Dios la que nos lleva al arrepentimiento. La convicción es obra del Espíritu Santo. Comienza después de la salvación y Él no necesita nuestra ayuda. La palabra evangelio significa buenas noticias y las buenas noticias son que Jesús no murió para que las personas malas se vuelvan buenas. Murió para que los muertos pudieran vivir.
Las así llamadas leyes en el Nuevo Testamento están destinadas a describir el tipo de vida que el Señor desea que las personas creyentes vivan para demostrar nuestra gratitud por el don gratuito de la salvación. Si no son obedecidas con ese motivo en mente, es mejor que no sean obedecidas en absoluto. Si son obedecidas con ese motivo, serán acompañadas por todo tipo de bendiciones.
Entonces, si usted está hablando con personas incrédulas, concéntrese en el don gratuito de la vida eterna en el Cielo. Si se trata de personas creyentes, deje la obra de convicción al Espíritu Santo y concéntrese en las bendiciones que acompañan a una vida victoriosa en la Tierra.