Eso quiere decir que habremos frustrado el esfuerzo de Dios para ayudarnos a vivir una vida agradable a El. A esto se le llama vivir una vida derrotada. Eso no significa que no seamos salvos, sino que significa que hemos interrumpido nuestra comunion con El.
Uno de los puntos en la Parabola del Hijo Prodigo es que cuando el se aparto de su padre y se fue por su cuenta, el no dejo de ser el hijo de su padre, pero el perdio las bendiciones que habian sido parte de la relacion. Tan pronto como el volvio en si y se devolvio a su padre, las bendiciones fueron restablecidas y fue como si nunca se hubiera ido (Lucas 15:11-32).
Es lo mismo con nosotros. Si dejamos de escuchar la guia del Espiritu Santo seremos incapaces de poder oirlo, y estaremos por nuestra cuenta. No perderemos nuestra salvacion sino que perderemos muchos de los otros beneficios de la relacion. Un simple acto de confesion es lo que se necesita para restaurarnos (1 Juan 1:9). En el tanto que el mismo sea sincero seremos restaurados y sera como si eso nunca hubiera sucedido.