Viernes 22 de octubre de 2021
P: Hay un predicador en la televisión que enseña que las personas creyentes que practican los actos de naturaleza pecaminosa no heredarán el Reino, y se basa en Gálatas 5:16-21. ¿Quiere decir eso que cualquier persona creyente que hace esas cosas su salvación le será revocada? ¿No está eso en conflicto con la Seguridad Eterna?
R: Primero que todo, Pablo no dijo “los creyentes que practican actos de naturaleza pecaminosa,” en Gálatas 5:21, él dijo “que los que practican actos de naturaleza pecaminosa.”
Segundo, cuando usted ve la palabra “practica” piense en un médico que practica la medicina o en un abogado que practica la abogacía. Esas personas están inmersas en sus profesiones todos los días. Eso es lo que yo pienso que Pablo quiso decir con “los que practican actos de naturaleza pecaminosa.” Esas personas están inmersas en un estilo de vida pecaminoso todos los días.
Cada persona creyente en repetidas ocasiones ha cometido uno o más de los pecados mencionados en Gálatas 5:16-21, y Pablo habló de su propia lucha con el pecado en Romanos 7:14-20. Por lo tanto, si él hubiera tenido la intención de condenar a todas las personas creyentes se habría tenido que condenar a sí mismo también. Pero en Romanos 8:1 él dijo, “Por tanto, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús.”
Yo creo que Pablo se estaba refiriendo a las personas que pecan sin tomar en cuenta lo que la Biblia dice al respecto. En mi opinión estas personas se identifican como incrédulas, porque así como nunca he conocido una persona verdaderamente creyente que no luche con el pecado, tampoco he conocido a una que completamente haga caso omiso de su pecaminosidad. El Espíritu Santo convence a las personas creyentes cuando pecamos, y esa convicción produce el remordimiento el cual lleva a la confesión. Sabiendo cómo nos sentimos después que pecamos es parte de lo que nos lleva a luchar en contra de nuestra pecaminosidad inherente. Las personas incrédulas no sienten nada de eso.
El hecho de que pecamos nos identifica como seres humanos. El hecho de que luchamos contra nuestra pecaminosidad nos identifica como creyentes. En vez de ser una negación de la Seguridad Eterna, es una confirmación de la misma, y debido a nuestra inhabilidad de poder dejar de pecar del todo eso no arriesga nuestra seguridad eterna. Nosotros somos salvos por lo que creemos, no debido a cómo nos comportamos.