Los profetas de ayer y de hoy

Q

Miércoles 18 de octubre de 2023

P: Me he estado preguntando acerca de los profetas del Antiguo Testamento. ¿Qué clase de hombre fueron ellos? ¿Por qué Dios los eligió en particular? ¿Qué hay de la naturaleza de la misma profecía? Algunas personas hoy en día afirman ser profetas y parecen muy convincentes, así que ¿cuáles son los requisitos que podemos usar cuando tratamos de determinar si una persona tiene el verdadero don de profecía, o solamente está llamando la atención?

A

R: Primero que todo, debemos entender que el Oficio de Profeta actualmente lo ocupa el Señor Jesús (Hebreos 1:1-2). Eso significa que, 1) nadie más puede hablar oficialmente por Dios a Su pueblo hoy en día, y 2) que todo lo que dicen quienes afirman ser profetas debe de conformarse con lo que el Señor ya ha dicho.

Hoy día en la Iglesia hay personas a quienes Dios les ha dado el don de profecía (1 Corintios 12:10). Este don tiene la intención de brindar detalles en situaciones locales o personales que sean consistentes con el plan revelado de Dios. Por ejemplo, una persona con ese don le puede decir a otra lo que Dios tiene guardado para ella en términos del ministerio. En esos casos, siempre es bueno buscar una confirmación independiente antes de actuar. Si dos personas creyentes que no se conocen entre sí, de forma independiente le dicen a usted la misma cosa, entonces es probable que lo que le dijeron sea legítimo (Mateo 18:16).

No conozco a ninguna persona viva hoy en día que pueda pronunciar profecías específicas de cosas de Dios en nuestro tiempo con la exactitud infalible de los profetas del Antiguo Testamento.

En cuanto a la clase de hombres que Dios escogió, parece que no existe ningún esquema o razón. Isaías era acomodado y ejercía influencia. Amós era un granjero desconocido y pobre. Ezequiel y Jeremías eran sacerdotes, Daniel era un príncipe, David fue un rey, pero muchos otros eran de un trasfondo desconocido.

Todos ellos provenían de partes en Israel y de todos los ámbitos de la vida. Muy pocos fueron populares en su tiempo y algunos fueron terriblemente maltratados. Pero todos ellos tuvieron la voluntad inquebrantable de cumplir con la tarea que el Señor les había dado. Quizás Dios vio esa cualidad y los eligió de acuerdo a la misma, o quizás Él se las infundió. Parece que en la mayoría de los casos por lo menos, Dios quería que recordáramos el mensaje, no al mensajero.