¿Los verdaderos cristianos no pecan?

Q

Martes 16 de julio de 2019

P: Mi pregunta gira alrededor de la idea que usted y muchos otros expusieron: la doctrina de una vez salvos siempre salvos. Una vez que me convertí en persona cristiana, no podía arrebatar mi alma de Cristo, aunque quisiera.

Me he criado con esta doctrina y la creo. Sin embargo, he notado otros comentarios en otros sitios web cristianos que parecen apuntar más hacia una actitud que dice que las personas cristianas nunca deben pecar. De hecho, incluso he encontrado algunos sitios que dicen que, si realmente uno es cristiano, entonces uno es incapaz de pecar. ¿Es posible que el comportamiento pecaminoso esté presente en alguien que es salvo? ¿No debería el Espíritu Santo haber expulsado tales actividades pecaminosas del cuerpo en el momento de la salvación de una persona? Lo pregunto principalmente porque sé que no estoy sin pecado incluso hoy, pero siempre he creído en el poder de Dios y Su Hijo Jesucristo para salvarme a pesar de mis fallas ocasionales. Sin embargo, mensajes como estos han tenido la tendencia de hacerme sentir que debería cuestionar mi salvación porque todavía sigo pecando.

A

R: Las personas que promueven la idea de que “los verdaderos cristianos no pecan” deberían pensarlo dos veces porque si tienen la razón, entonces no son salvas y nadie más lo sería. Digo esto porque todas las personas cristianas pecan. En Romanos 7:18-19, Pablo admitió que no podía dejar de pecar. ¿Están diciendo que él no es salvo?

El Espíritu Santo es un consejero que nos aconseja sobre el comportamiento que le agrada a Dios, pero mientras estemos en la Tierra, tendremos una naturaleza pecaminosa que nos hará imposible dejar de pecar por completo.

Cuando Jesús fue a la cruz, tomó todos los pecados de nuestra vida con Él, pasados, presentes y futuros. Debido a eso, Dios no nos ve como somos, sino como seremos cuando nos haya perfeccionado. Por eso, Pablo pudo decir que, según Dios, no fue él quien pecó, sino la naturaleza pecaminosa que habita en él. (Romanos 7:20) Lo mismo vale para usted y para mí.