Lunes 30 de octubre de 2023
P: La semana pasada cuando leía la Biblia me encontré con un par de versículos que me erizaron la piel y me gustaría tener su opinión al respecto.
Mateo 7:21-23. “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca los conocí; apártense de mí, hacedores de maldad.”
No sé si puedo pensar en algo más terrible que llegar al día del juicio final para que el Señor me diga, “apártate de mí, nunca te conocí.” Después de pensarlo un poco he llegado a la conclusión de que simplemente aceptando a Cristo y que Él murió por mis pecados NO es suficiente. No quiero decir que las obras son requeridas excepto UNA cosa además de tener fe—ARREPENTIRSE. Los poderes de la oscuridad conocen quién es Jesús y creen en Él y saben que a través de Cristo los pecados de la gente son perdonados. La diferencia está en que ellos nunca tuvieron la intención de arrepentirse. No quiero parecer como un pesimista de primera pero eso está empezando a molestarme un poco, lo cual asumo que es algo bueno porque significa que el Espíritu Santo está haciendo alguna convicción en mi corazón. Pero ¿Qué entiende usted que estos pasajes significan?
R: Antes de mirar Mateo 7:21 vayamos a los versículos que más claramente explican la voluntad de Dios en cuanto a nuestra salvación se refiere. Juan 6:28-29 nos dice que la obra que el Padre requiere de nosotros es que creamos en el que Él envió. Juan 6:40 dice, “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.” Y Efesios 1:13-14 nos dice que fuimos incluidos en Cristo cuando oímos el evangelio de nuestra salvación y creímos en él. En ese momento se nos dio el sello del Espíritu Santo como un depósito que garantiza nuestra salvación. No se menciona ningún otro requisito en estos ni en ninguna otra declaración concerniente a nuestra salvación. No tome mi palabra sobre ello. Verifique Mateo 7:7-8, Juan 3:16, Juan 6:38-40, Romanos 10:9, Romanos 10:13, 2 Corintios 1:21-22, Tito 3:4-7 para que esté seguro.
Añádale a todo esto el hecho de que la palabra griega traducida arrepentirse significa cambiar de manera de pensar. Antes de que usted pueda ser salvo, tiene que cambiar su manera de pensar acerca de su condición espiritual y estar de acuerdo en que es un pecador que necesita un Salvador. Cuando la Biblia dice arrepiéntanse y bautícense, como en Hechos 2:38, no significa que cambiemos nuestro comportamiento para probar que somos dignos de la salvación, sino que significa que cambiemos nuestra manera de pensar y admitamos que necesitamos un Salvador.
En Mateo 7:21-23 Jesús estaba terminando una enseñanza acerca de los falsos profetas que había empezado en Mateo 7:15. Él dijo que sólo porque le decían Señor no significa que entrarían en el Reino aún si ellos declaraban haber hecho milagros en Su nombre. Él los llamará hacedores de maldad y negará que nunca los conociera. Estos versículos no tenían la intención de tener una aplicación generalizada. Están relacionados con los fasos profetas que están entre nosotros.
En cuanto a Santiago 2:19 tan frecuentemente mal citado, lo que realmente dice es, “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.” No hay ninguna mención de Jesús aquí, o sobre qué es lo que se necesita para ser uno salvo. Santiago discutía que la fe salvadora se manifestará eventualmente en el deseo de ayudar a otras personas. La razón por la que los demonios tiemblan es que mientras saben que solamente hay un Dios, no han estado dispuestos a humillarse a sí mismos y admitir que necesitan un Salvador. Por consiguiente, sólo les queda esperar Su juicio.
Una y otra vez, la Biblia dice que creer en la muerte expiatoria del Señor y aceptarla en fe como pago por nuestros pecados es el único requisito para la salvación. Nuestra fe en eso es lo que se nos acredita como justicia (Romanos 4:5).