Más sobre la Seguridad Eterna y la oración no contestada

Q

Jueves 21 de marzo de 2024

P: Seguidamente otro seguimiento de «La SE y la oración no contestada

Usted enumeró cuatro cosas que usted cree que pueden evitar que los creyentes sean liberados de sus aflicciones, poniendo un punto muy fino sobre el tema:

1.- Falta de fe,

2.- Pecados no confesados,

3.- Sentimientos subconscientes de que merecemos ser afligidos,

4.- Deseo secreto de permanecer donde estamos

Mis preguntas son estas:

1.- Si tenemos un sentimiento inconsciente de que merecemos ser afligidos, ¿Dios toma eso en contra de nosotros? (si es así, ¿por qué?). Su respuesta parece implicar esto.

2.-Si somos responsables por cosas de las que no somos conscientes, ¿cómo reconocemos esto y nos “arrepentimos” de ello?

Esta es una serie de preguntas muy serias para mí, ya que soy muy introspectivo, sé que no puedo entender completamente lo que está sucediendo dentro de mí, por lo que parece que estoy condenado a una vida de oración (en su mayoría) sin respuesta.

A

R: En cuanto a las personas que oran por liberación cuando sienten que merecen sea afligidas, Santiago lo expresó de esta manera.

Pero tiene que pedir con fe y sin dudar nada, porque el que duda es como las olas del mar, que el viento agita y lleva de un lado a otro. Quien sea así, no piense que recibirá del Señor cosa alguna, pues quienes titubean son inconstantes en todo lo que hacen” (Santiago 1:6-8)

Si en algún nivel creemos que merecemos nuestras aflicciones, en realidad estamos diciendo que la muerte del Señor no fue suficiente para nosotros. Tenemos que sufrir también para ser dignos de ser liberados. Isaías 53:5 dice que por sus llagas somos sanados, no por sus llagas y una cantidad desconocida de nuestro propio sufrimiento.

Cada vez que nos ponemos en la cruz para sufrir con el Señor, negamos la suficiencia de Su obra. Morir para sí mismo no solo significa estar dispuesto a renunciar a todas las cosas mundanas que colocamos por delante de Él, sino que también significa renunciar a nuestra necesidad de ser un participante en nuestra propia liberación. Albergar esos sentimientos nos hace ser de doble mente, y no debemos esperar nada del Señor porque Él siempre esperará que lleguemos al final de nosotros mismos antes de ayudar.

Para ambas preguntas, la respuesta se puede encontrar en el Salmo 19:12-13. David sabía que nuestros corazones son tan malvados que pecamos de innumerables maneras en las que ni siquiera nos damos cuenta, así que escribió esta oración:

¿Quién podrá reconocer sus propios errores? Perdóname de los que no puedo recordar. ¡No permitas que la soberbia domine a este siervo tuyo! ¡Líbrame de cometer grandes pecados, y nadie podrá entonces culparme de nada!

No creo que Dios esté buscando maneras de ponernos en un tecnicismo, pero sí creo que es muy importante para Él que nos demos cuenta de que no tenemos una sola cosa para nosotros excepto Su Gracia. Somos tan pecadores habituales, y el pecado es una parte tan importante de nuestra naturaleza que no podemos comenzar a rastrearlos todos. Pero Él sí puede, y al pedirle que perdone nuestras faltas ocultas, tenemos todo cubierto y no tenemos que preocuparnos por eso.