Jueves 25 de agosto de 2022
P: ¿Qué considera usted que Jesús quiso decir en Mateo 6:14-16 cuando dijo que si uno no perdona a su hermano tampoco sus pecados le serán perdonados?
R: Mateo 6:14-15 se relaciona con los dos niveles de relación que tenemos con Dios. El primer nivel, llamado Unión, es nuestra salvación incondicional otorgada por gracia y garantizada por el Espíritu Santo. Abarca una decisión, el aceptar la muerte del Señor como el pago completo por todos nuestros pecados, y eso nos lleva a la eternidad.
Al segundo nivel yo le llamo Comunión. Este llega después de la Unión, pero es para el aquí y el ahora. Es la base para nuestra relación con Él mientras estamos aquí en la Tierra. La Comunión es condicional sobre nuestro deseo de buscar el perdón diario por nuestros pecados continuos y para perdonar como hemos sido perdonados. Fracasar en perdonar a otra persona es un pecado el cual interrumpe nuestra comunión con Dios, con lo cual se pone en peligro el flujo de bendiciones que podemos recibir.
Hay dos parábolas que describen estos dos niveles de relación. El Hijo Pródigo nunca dejó de ser miembro de la familia de su padre, pero mientras estaba lejos viviendo una vida en pecado, fue privado de recibir las bendiciones de esa relación. Tan pronto buscó ser perdonado las bendiciones fueron restablecidas (Lucas 15:11-32).
El Siervo Despiadado rehusó perdonar una pequeña deuda a pesar de haber sido perdonado de una deuda impagable. Él no dejó de ser el siervo de su amo, pero fue entregado al carcelero para ser atormentado hasta que pudiera pagar esa deuda. Es como si Dios estuviera diciendo, “Te perdoné todo, solamente porque me lo pediste. Ahora deben perdonarse los unos a los otros. Si rehúsas hacerlo, le estarás dando al enemigo una puerta abierta para que te atormente hasta que lo hagas.” (Mateo 18:23-34).
En ambos casos, la relación original no se cambió. El hijo pródigo todavía era el hijo de su padre y el siervo despiadado todavía era el siervo de su amo. Pero los beneficios de la relación fueron suspendidos durante el período durante el cual no perdonaron. Para el hijo pródigo fue hasta que buscó el perdón y para el siervo despiadado fue hasta que él lo otorgó.
Y así es con nosotros también. A través de todo permanecemos salvos, pero debemos buscar tanto ser perdonados como extender el perdón para poder recibir el beneficio completo de nuestra relación con Dios.