Martes 12 de julio de 2022
P: Tengo un amigo a quién le he estado explicando el cristianismo, y ahora él está escuchando y quiere saber por qué el cristianismo es lo correcto por encima de otras religiones.
Él dijo, “Lo que tampoco entiendo es—con cientos y cientos de religiones allá fuera, todas basadas en su propia mitología y convencidas de su propia justicia—¿cómo puede uno estar seguro de que TU religión sea la correcta?
¿Me podría ayudar a explicárselo? Yo sé que la Biblia está respaldada por la profecía que se ha cumplido, pero no sé cómo decirlo correctamente.
R: Lo que aparta a la Biblia de todos los demás llamados escritos sagrados es que ha sido validada por la profecía. Solamente Dios conoce el fin desde el principio y Él nos ha dicho todo acerca de la misma en Su Palabra para que sepamos que Él es Quien Él dice ser.
En Isaías 42:8-9 Dios dijo, “Yo el SEÑOR; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a los ídolos. Miren que se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo se las haré notorias.”
Las cosas en el pasado que Dios dijo que sucederían, sucedieron con un 100% de exactitud, y Él nos ha dicho que las cosas acerca del futuro también sucederán. Así es cómo Él se valida a Sí mismo con nosotros.
Por supuesto, La Biblia contiene la Escritura Judía y mucho de esa validación proviene de ahí. Una de las cosas más asombrosas que Él nos dijo es que Él se haría hombre y moriría por nuestros pecados para que podamos tener vida eterna con Él. Más de 300 profecías se cumplieron en Su primera venida, y algunas de ellas tenían más de 1000 años de antigüedad cuando se cumplieron y todas ellas tenían más de 400 años de antigüedad. Cumplir solamente un puñado de ellas por coincidencia habría sido imposible hablando estadísticamente, pero Él cumplió todas las 300. De esa manera el Antiguo Testamento ayuda a validar el Nuevo Testamento.
Pero el Nuevo Testamento también contiene profecías, la mayoría de ellas tienen que ver con los tiempos finales en los cuales estamos viviendo. Las más dramáticas de ellas son el renacimiento de Israel y la subsecuente reunificación de Jerusalén, ambas predichas tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.