Jueves 3 de junio de 2021
P: Juan 6:44 dice, “Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.” ¿Hay personas que están perdidas eternamente porque el Padre no las ha atraído a Sí mismo?
R: Primero que todo, Dios no quiere que nadie se pierda, sino que todos lleguen al arrepentimiento (2 Pedro 3:9). En 1 Timoteo 2:3-4 Pablo confirmó que Dios quiere que todas las personas sean salvas y que lleguen al conocimiento de la verdad. Por lo tanto, la puerta de la salvación está abierta para todas las personas durante el lapso de sus vidas.
Esto lo sabemos porque Jesús dijo que tanto amó Dios al mundo que entregó a Su único Hijo para que todo aquel que cree en Él no se pierda sino que tenga vida eterna (Juan 3:16). De este y otros pasajes, queda claro que somos nosotros quienes decidimos si Dios nos va a atraer a Él o no. Todo aquel que pide recibe (Mateo 7:7). Todo aquel que invoca el nombre del Señor será salvo (Romanos 10:13).
Romanos 8:29-30 explica cómo es que este proceso funciona:
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.”
Conociendo el fin desde el principio, Dios sabía el nombre de cada persona que aceptaría el perdón que Él ofrecería por sus pecados antes que el primer hombre fuera creado (Él antes conoció). Él hizo una reservación para cada una de ellas en Su Reino (Él predestinó). En algún momento en sus vidas, Él las llama y se mantiene llamándolas hasta que ellas responden (Él llamó). Cuando estas personas responden, y todas lo harán, Él aplica Su sangre como el pago total por sus pecados, purificándolas (Él justificó). En el Rapto/Resurrección Él les dará un cuerpo glorificado para que puedan morar en Su presencia eternamente (Él glorificó).
En Juan 6:44, Jesús se estaba refiriendo al hecho de que el Padre solamente llama a aquellas personas que Él sabía que vendrían, habiendo visto que lo harían. Él no llama a aquellas personas que no vendrán (Juan 6:37) y Él no pierde a ninguna que ha llegado (Juan 6:39).