Desde el primer momento en que empezamos a creer eso, Dios eligio vernos como nos vera cuando seamos perfeccionados en la resurreccion/rapto, y no como todavia somos ahora. Para El, nosotros ya somos tan justos como El es (2 Corintios 5:21), perfectos para siempre (Hebreos 10:1 2-14). Todos nuestros pecados, pasados, presentes y futuros, han sido quitados totalmente de tal manera que no ha quedado ningun trazo de ellos (Efesios 5:25-27).
Pablo escribio, «Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mi» (Romanos 7:20). Eso nos dice que Dios puede separar al creyente del comportamiento. El ve a la persona creyente como que se encuentra libre de toda imperfeccion, y el comportamiento como los sintomas restantes de una enfermedad de la cual ya hemos sido sanados. Eso ya no es parte nuestra. Por consiguiente, es irrelevante a nuestra participacion en el rapto. Cuando lleguemos ante la presencia del Senor seremos tan perfectos como El ha escogido vernos desde el dia en que fuimos salvos, separados de todos los trazos de nuestra vida terrenal como tan lejos esta el este del oeste. (Salmo 103:12).