A continuacion un ejemplo hipotetico. Digamos que yo estoy caminando por la calle cuando veo a una mujer hermosa que viene hacia mi. Esta mujer no es mi esposa pero la encuentro igual de atractiva. Si yo tengo aunque sea un pensamiento momentaneo de lo que podria ser tener sexo con ella, ya he cometido el pecado de adulterio, el cual es castigado con la muerte
(Mateo 5:27-28).
?Puedo acusar a Dios por haber hecho que esa mujer me fuera atractiva, o por hacer que se cruzara en mi camino, o por hacerme un hombre tipico con deseos tipicos? No. Solamente me puedo acusar a mi mismo por haber albergado ese pensamiento acerca de una mujer con la que no estoy casado.
Esa es una de las ilustraciones que Jesus uso en Su Sermon del Monte (Mateo 5-7) para mostrarnos nuestra necesidad de un Salvador, porque es imposible para nosotros evitar siempre hacer cosas como esa. Y lo mismo es cierto para un pensamiento de ira, o de envidia, o de mentira. Mientras tengamos una naturaleza pecaminosa, tendremos pensamientos pecaminosos. Y bajo la Ley de Dios, los pensamientos pecaminosos nos condenaran tan cierto como los actos pecaminosos. Pero si somos personas nacidas de nuevo todo lo que tenemos que hacer es confesar esos pecados, y seremos perdonados y limpiados de toda injusticia (1 Juan 1:9).