Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Esta es una actualización de un artículo que originalmente se publicó en marzo del año 2004. Y así como se basa en la Biblia, también incluye las tradiciones de las bodas judías en tiempos bíblicos. Algunas de estas tradiciones se remontan al tiempo de Abraham y se describen en Génesis 24.
El Nacimiento de una Tradición
Abraham se hacía viejo y Sara ya había muerto, así que él envió al criado más viejo de su casa a la tierra de su hermano para conseguir una esposa para Isaac. El criado cargó 10 camellos con regalos y se puso en camino. Después de varios días llegó al pueblo del hermano de Abraham, Nacor. Acercándose a una joven mujer cerca de un pozo, le pidió que le diera de beber agua, siguiendo un plan que había diseñado con el Señor. Cuando ella se ofreció a sacar agua del pozo para sus camellos también, él reconoció la señal que confirmaba lo que le había pedido al Señor y la acompañó a su casa.
Esa misma noche él le pidió permiso a la familia de ella para llevarse a la joven, cuyo nombre era Rebeca, de vuelta para ser la esposa del hijo de su amo Isaac. Utilizando los regalos para recompensarla y compensar la pérdida familiar ocasionada por la partida de una hija, les dijo que quería partir de inmediato. Cuando el padre de Rebeca se volvió a ella para obtener la aprobación final, ella estuvo de acuerdo y así partieron a la mañana siguiente. Después de varios días de viaje durante los cuales el criado le dijo a ella todo lo relacionado con su matrimonio, llegaron a la casa de Isaac, siendo esta la primera vez que ella lo conoció. Esa misma noche Isaac y Rebeca se casaron.
Así es Como Funciona
Los miembros de la realeza por lo general siguen un procedimiento muy similar cuando seleccionan las esposas para sus hijos, algunas veces haciendo los arreglos años por adelantado del evento. La gente común también adoptó este método, pero por supuesto que el novio en perspectiva actúa por su cuenta en vez de enviar a alguien más para hacerlo.
Aun hoy en día en algunas culturas del Medio Oriente es cosa común arreglar los matrimonios, y es la madre del novio la que selecciona una novia para su hijo. La lógica aquí es que la madre de un joven varón es la que conoce mejor a su hijo y el temperamento que tiene para poder predecir con mayor exactitud la clase de mujer que le complacería. En uno de nuestros viajes a Israel y Jordania, nuestro guía jordano nos relató que su matrimonio había sido arreglado de esa manera y estaba muy contento con la elección que había hecho su madre.
De Vuelta a los Tiempos Bíblicos
En esos días cuando a un hombre le gustaba una mujer, se acercaba primero al padre de esta para pedirle su mano en matrimonio. Debido a las condiciones económicas prevalecientes en ese entonces, al hombre le tomaba bastante tiempo para ser lo suficientemente estable financieramente como para poder empezar una familia. Cuando ya podía hacerlo, él buscaba a una prometida lo suficientemente joven para que le pudiera dar muchos hijos. Entonces, mientras que el hombre en estos casos podía tener ya los treinta años, la prometida en potencia aun sería una adolescente que necesitaría del permiso de su padre para poder casarse.
Al invitar al hombre a la casa, los padres de la joven mujer se sentaban con él alrededor de una mesa mientras ella traía vino y cuatro copas. Después de haber llenado tres de las copas (excepto la de ella), con el vino, ella escuchaba atentamente mientras este hombre, a quien estaba conociendo por vez primera, describía sus posesiones, habilidades y otras cualidades que lo haría un compañero deseable. Luego seguía una corta negociación en la cual se establecía el precio que él tendría que pagar como compensación por la pérdida familiar de su hija. A eso se le llamaba el precio de la esposa.
Si los dos hombres se ponían de acuerdo sobre el monto a pagar, todos los ojos se volvían a la hija la cual había estado escuchando intensamente toda la discusión. Ahora ella era la que tenía que decidir si tomaba a este hombre como su esposo. Si ella ponía la copa vacía al revés, el hombre se retiraba para nunca más volver. Pero si ella llenaba su copa y tomaba un sorbo, estaba de acuerdo en convertirse en su esposa.
En ese momento ellos firmaban un acuerdo de desposorio, en el cual el hombre prometía bajo juramento, regresar por la joven mujer cuando se habían completado todos los preparativos matrimoniales. Ahora estaban oficialmente comprometidos, y esta relación solamente podría romperse por medio de un divorcio. Él se iba para construir una casa para los dos en la propiedad de la familia, a la par de la casa de su padre. Esto podía tomar algún tiempo, y la pareja a penas se veía hasta que el padre del novio declaraba la nueva casa apta para ser habitada. Solamente entonces se fijaba la fecha y el hombre con el permiso de su padre, iría a traer a su novia para la boda.
Durante este tiempo la joven desposada debía vigilar y esperar en la casa de sus padres. Ella y sus damas debían mantenerse en un estado constante de preparación, puesto que la fecha del matrimonio no sería revelada sino hasta que el novio en realidad apareciera para llevársela a su nueva casa.
Sorpresa, Sorpresa
Por su parte, el novio trataría de llegar de manera inesperada para sorprenderla y llevársela de un momento a otro como “ladrón en la noche” cuando nadie los estaba viendo. La única advertencia anticipada que ella tendrá será el sonido de su voz pronunciando fuertemente su nombre y el sonido del cuerno del carnero.
Cuando las damas descubren que la novia ha sido “raptada” organizarán una gran procesión con antorchas encendidas, pasando por todo el pueblo y anunciando que el banquete de bodas pronto va a empezar. El banquete típicamente cierra una celebración de siete días durante la cual los novios estaban ocultos en sus aposentos privados mientras que todo el pueblo se alegraba. Luego reaparecen en el banquete para recibir las felicitaciones de sus amigos y familiares. El padre del novio es el que corría con todos los gastos de todas las celebraciones.
Quizás ya ustedes empiezan a ver las similitudes. El Señor Jesús, siendo de la realeza, no viene directamente a buscar a Su novia. Su Padre envía un siervo desconocido en Su nombre, tal y como lo hizo Abraham. Este siervo por supuesto es el Espíritu Santo, nuestro Consolador, Quien nos da las señales. Es interesante ver que el nombre del criado de Abraham era Eliezer, que traducido quiere decir “Dios es mi Consuelo”. Y aun más, en Génesis 24 el nombre de Eliezer no se menciona, como si él estuviera sirviendo de modelo del Espíritu Santo cuyo nombre tampoco se menciona.
El papel del Espíritu Santo es alabar las virtudes del Hijo de Dios, el cual cuando se le dice que el precio por la Novia fue nada menos que Su propia sangre derramada, estuvo entonces de acuerdo en morir por nosotros, y por ese gozo puesto delante de Él es que pudo resistir la cruz (Hebreos 12:2). Su última palabra desde la cruz, registrada en Juan 19:30, fue tetelestai, una expresión en griego, que traducida significa, “¡Consumado es!” En tiempos del Señor ese era un término legal que literalmente quería decir “totalmente pagado”. Este término se escribía sobre las facturas canceladas y sobre los documentos de libertad de un prisionero que había cumplido todo su término de condena, y así había pagado su deuda a la sociedad. Con Su muerte, Jesús pagó el precio total por Su esposa.
¿Quién Te Ama?
En la Última Cena Jesús levantó Su copa y dijo, “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí” (1 Corintios 11:25). Cuando nosotros “tomamos la copa” por primera vez, estamos oficialmente siendo desposados y recompensados con los regalos del Espíritu Santo el cual se sella en nosotros como una garantía de nuestra redención (Efesios 1:13-14). Entonces comenzamos nuestro viaje, el resto de nuestra vida en la tierra, mientras el Espíritu Santo nos instruye sobre nuestro desposado.
Conforme lo hace, aprendemos para nuestra gran sorpresa, que hemos sido el deseo consumidor de nuestro Señor.
Que Él vivió para que pudiéramos llegar a existir y ser apartados para Él.
Que Él nos ha deseado para que sepamos lo mucho que nos ama.
Que Su misma palabra y acción fueron diseñadas para darnos el honor y expresarnos Su devoción.
Que Él se ha dedicado a nosotros y ha cubierto todas nuestras imperfecciones con Su amor, y
Que gozosamente Él dio Su vida por nosotros.
Por Su parte, el Señor está construyendo una casa para nosotros. “[Si] creéis en Dios, creed también en mí”, dijo Él. “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:2-3). Él ha jurado con juramento volver por nosotros cuando los preparativos de la boda estén completos y así llevarnos a la casa de Su Padre, al lugar que Él ha estado preparando para nosotros.
Pronto, Muy Pronto
Un día, cuando menos lo esperemos, Él vendrá como ladrón en la noche y nos hará desaparecer para llevarnos a nuestro nuevo hogar. “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17).
En el cielo el Rey y Su Esposa estarán ocultos en sus aposentos, mientras en la tierra los últimos siete años de la historia humana se desarrollarán (Isaías 26:19-20). Al final, después de la Cena de Bodas del Cordero (Apocalipsis 19:7-9) Él regresará a la tierra con nosotros para regir y reinar durante 1000 años, y después pasaremos nuestra vida eterna con Él. Gloria a Dios. Selah 22/08/09.