Amós 4
Israel no se ha Vuelto a Dios
Oíd esta palabra, vacas de Basán, que estáis en el monte de Samaria, que oprimís a los pobres y quebrantáis a los menesterosos, que decís a vuestros señores: Traed, y beberemos. Jehová el Señor juró por su santidad: He aquí, vienen sobre vosotras días en que os llevarán con ganchos, y a vuestros descendientes con anzuelos de pescador; y saldréis por las brechas una tras otra, y seréis echadas del palacio, dice Jehová (Amós 4:1-3).
Las vacas de Basán eran la mejor raza de ganado de la tierra. Con un sarcasmo admirable, el Señor compara a las mujeres de la clase alta del Reino del Norte con estas vacas mimadas. Al contrastar Su santidad con la altanería de esas mujeres, Él les advierte sobre el desastre venidero. Los asirios generalmente se llevaban a los cautivos atados con cuerdas amarradas a sus narices o a sus labios. De esta manera, todas esas mujeres de alta alcurnia serían rebajadas a lo mínimo.
Id a Bet-el, y prevaricad; aumentad en Gilgal la rebelión, y traed de mañana vuestros sacrificios, y vuestros diezmos cada tres días. Y ofreced sacrificio de alabanza con pan leudado, y proclamad, publicad ofrendas voluntarias, pues que así lo queréis, hijos de Israel, dice Jehová el Señor (Amós 4:4-5).
Bet-el y Gilgal eran centros de adoración del Reino del Norte, pero no para darle gracias a Dios. Los sacrificios y las ofrendas que llevaban a esos lugares eran para los ídolos que habían sido colocados allí infringiendo así los mandamientos. Los panes leudados solamente se permitían en Pentecostés, y el alarde sobre el dinero y los bienes que poseían, también era prohibido. El Reino del Norte era próspero y poderoso, pero El que los hizo así había sido olvidado.
Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová. También os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó. Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no os volvisteis a mí, dice Jehová.
Os herí con viento solano y con oruga; la langosta devoró vuestros muchos huertos y vuestras viñas, y vuestros higuerales y vuestros olivares; pero nunca os volvisteis a mí, dice Jehová.
Envié contra vosotros mortandad tal como en Egipto; maté a espada a vuestros jóvenes, con cautiverio de vuestros caballos, e hice subir el hedor de vuestros campamentos hasta vuestras narices; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová.
Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón escapado del fuego; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová (Amós 4:6-11).
Yo creo que el Señor generalmente nos llama primero con mucha bendición, esperando que nos demos cuenta de que Él es el responsable de nuestro bienestar y que por ello demos el crédito a quien se lo merece. Pero si eso no funciona, Él comenzará a retirar las bendiciones que nos ha dado. En donde antes no fallábamos, ahora pereciera que no salimos ganando. Cuando todo parecía que estaba a nuestro favor, ahora parece que no tenemos un descanso decente. Finalmente, despojados de todo, incluyendo nuestro orgullo, nos volvemos a Él.
Pero los israelitas no habían respondido a nada de eso, a pesar de que el retiro de Su bendición era obvio y no una mera casualidad. No quedaba ninguna otra opción sino el juicio.
Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel. Porque he aquí, el que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra; Jehová Dios de los ejércitos es su nombre (Amós 4:12-13).
Amós 5
Un Lamento y Un Llamado al Arrepentimiento
Oíd esta palabra que yo levanto para lamentación sobre vosotros, casa de Israel. Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la levante.
Porque así ha dicho Jehová el Señor: La ciudad que salga con mil, volverá con ciento, y la que salga con ciento volverá con diez, en la casa de Israel.
Pero así dice Jehová a la casa de Israel: Buscadme, y viviréis; y no busquéis a Bet-el, ni entréis en Gilgal, ni paséis a Beerseba; porque Gilgal será llevada en cautiverio, y Bet-el será deshecha (Amós 5:1-5).
El Reino del Norte no recibió ninguna de las palabras de aliento que el Señor le daría más tarde al Reino del Sur. Mientras que Judá retornaría y volvería a ser reconstruida después de 70 años de cautiverio, Israel desaparecería para no volver a levantarse. El mito de las 10 tribus perdidas que algún día retornarán, es solamente eso, un mito. En el momento de la división del reino, todos los levitas y los fieles de todas las demás tribus del norte, se volvieron al sur, dejando solamente a los apóstatas (2 Crónicas 11:14-16). Pero aunque lo habían rechazado, el Señor, a pesar de ello, les rogó para que se apartaran de su adoración pagana, advirtiéndoles que si rehusaban el resultado sería que el 90% de ellos se perdería.
Buscad a Jehová, y vivid; no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma, sin haber en Bet-el quien lo apague. Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia la echáis por tierra, buscad al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; Jehová es su nombre; que da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, y hace que el despojador venga sobre la fortaleza. Ellos aborrecieron al reprensor en la puerta de la ciudad, y al que hablaba lo recto abominaron (Amós 5:6-10).
Uno de los motivos por el que el mundo incrédulo está tan categóricamente opuesto al punto de vista judeo cristiano es que en el fondo este sabe que eso es la verdad. Como el mismo Señor había dicho, es demasiado obvio para ser negado (Romanos 1:18-20). Por eso es que el ve a los incrédulos como desobedientes. Todas las alternativas que la humanidad ha propuesto a través de los siglos han demostrado ser falsas, y ellos lo saben. Si estuvieran tan seguros de su negativa de la existencia de Dios, su sentimiento hacia nosotros no sería de furia, sino de lástima, como por alguien que ha sido engañado. Ellos están furiosos porque así como quieren desesperadamente estar en lo correcto, a nivel subconsciente saben que no lo están. Y nos odian porque saben que nosotros sí estamos en lo correcto. Igual que los apóstatas del Reino del Norte, ellos aborrecen a todas aquellas personas que dicen la verdad.
Por tanto, puesto que vejáis al pobre y recibís de él carga de trigo, edificasteis casas de piedra labrada, mas no las habitaréis; plantasteis hermosas viñas, mas no beberéis el vino de ellas. Porque yo sé de vuestras muchas rebeliones, y de vuestros grandes pecados; sé que afligís al justo, y recibís cohecho, y en los tribunales hacéis perder su causa a los pobres.
Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo. Buscad lo bueno, y no lo malo, para que viváis; porque así Jehová Dios de los ejércitos estará con vosotros, como decís. Aborreced el mal, y amad el bien, y estableced la justicia en juicio; quizá Jehová Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José.
Por tanto, así ha dicho Jehová, Dios de los ejércitos: En todas las plazas habrá llanto, y en todas las calles dirán: ¡Ay! ¡Ay!, y al labrador llamarán a lloro, y a endecha a los que sepan endechar. Y en todas las viñas habrá llanto; porque pasaré en medio de ti, dice Jehová (Amós 5:11-17).
El Señor tenía evidencia sólida en contra de ellos y les aconsejó que no perdieran tiempo negándolo, sino que empezaran de inmediato a actuar de una manera que le agradara a Él. Quizás eso aplacaría un poco Su ira en contra de ellos y haría que los juicios fueran menos severos para aquellas personas que admitieran su culpabilidad y de manera voluntaria cambiaran su manera de actuar. Ese es un buen consejo para nosotros también hoy. Por supuesto que el mejor consejo es reclamar el perdón que el Señor compró para cada uno de nosotros.
José era el padre de Efraín y de Manasés, cuyos territorios combinados abarcaban una porción sustancial del Reino del Norte. El Norte generalmente era llamado Efraín, aquí se le llama José.
Hablando de este tiempo, el señor le había dicho anteriormente al Rey Salomón, “Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:13-14). Pero ellos olvidaron Su admonición. Ahora, nada que hicieran podría desviar el juicio del Señor en contra de ellos. Su rebelión había ido ya demasiado lejos y su comportamiento ya no podía ser tolerado.
El Día del SEÑOR
¡Ay de los que desean el día de Jehová! ¿Para qué queréis este día de Jehová? Será de tinieblas, y no de luz; como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra.
¿No será el día de Jehová tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor? (Amós 5:18-20).
Con la doble visión que era común a los profetas, Amós describió tanto el terror que los israelitas pronto sentirían en manos de los ejércitos de Asiria, y el que caerá sobre los moradores de la tierra al final de esta era. Atacados de manera implacable, sin tener siquiera un momento de descanso ni aun en sus propias casas, ¿por qué va alguien a desear un tiempo como ese?
Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestras ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de vuestros animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé las salmodias de tus instrumentos. (Amós 5:21-23).
¡Qué audacia la de algunas personas! Pecando como si no hubiera un mañana y luego yendo a la iglesia como si no hubiera ningún problema. Algunos solamente pasaban a través de las emociones, otros se habían convencido que no eran pecadores. Todos dependían de sus dioses falsos y solamente alababan con los labios al verdadero Dios.
Pensaban de manera equivocada que las obras de sus manos cubrirían los pensamientos de sus corazones. La religión no ha cambiado con los años, ¿Verdad? La única diferencia es que hoy día Él ya no se molesta en decirnos cuánto le estorba eso. Él y Sus ángeles simplemente no asisten más a ese tipo de iglesias.
Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo. ¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, oh casa de Israel? Antes bien, llevabais el tabernáculo de vuestro Moloc y Quiún, ídolos vuestros, la estrella de vuestros dioses que os hicisteis. Os haré, pues, transportar más allá de Damasco, ha dicho Jehová, cuyo nombre es Dios de los ejércitos (Amós 5:24-27).
Así como estaban pasando por una fuerte sequía, el Señor les recuerda de una fuente que nunca falla, la de la justicia y la rectitud. En el desierto ellos le habían sido fieles al Señor y Él a su vez los sustentó, dándoles abundante agua de la roca en el desierto, codornices de alimento y el pan del cielo. Él les dio la victoria sobre ejércitos enemigos mucho más numerosos que ellos y construyó su nación hasta convertirla en una potencia mundial. Pero después que el Señor hizo todo eso, la mayoría de ellos fabricó dioses para si mismos y los adoraron, por eso los desarraigó de la tierra.
Yo siento como si estuviera negándoles a ustedes que puedan comprender lo obvio al señalar las similitudes con nuestro tiempo. Pero consideren las estadísticas siguientes de los investigadores de Barna Research, una firma líder en investigar los intereses cristianos. En los EE.UU., según su “Estado de la Iglesia, 2006” disponible en www.barna.org, más del 81% de los adultos se llaman a sí mismos cristianos. Pero, ¿cuántos de ellos dependen de los dioses de nuestro tiempo en lugar del Dios de la Eternidad, para que los guíe a través de la vida?
Y bien, aquellas personas que afirman ser adultos nacidos de nuevo forman el 45% de esa población, que es apenas la mitad de los que se llaman a si mismos cristianos. Solamente una quinta parte de los creyentes nacidos de nuevo son evangélicos. Según Barna Research, eso significa que además de haber nacido de nuevo, ellos también creerían en lo siguiente:
1. Consideran que su fe es muy importante.
2. Tienen la responsabilidad de evangelizar a otras personas.
3. Satanás existe como un ente vivo.
4. La salvación se obtiene por la gracia de Dios y no por los esfuerzos humanos ni por las buenas obras.
5. Jesucristo llevó una vida sin pecado cuando estuvo en la tierra.
6. La Biblia es totalmente exacta.
7. Dios es omnisciente, omnipotente y omnibenéfico, creador del universo quien aun está gobernando hoy día.
Pero un asombroso 80% de las personas que afirman ser nacidos de nuevo dicen no creer en una o varias de las cláusulas anteriores. Haga usted el cálculo y se dará cuenta que solamente un 9% de la población adulta lo hace. (Ese número no ha cambiado desde 1994 cuando George Barna empezó a medirlo) Eso no quiere decir que los demás no son salvos, sino que ciertamente pone en duda la creencia que tienen en la autoridad de Su Palabra.
En Isaías 29:13 el Señor dijo: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Él estaba hablando de los israelitas en el Siglo VIII a.C. Pero fácilmente Él bien podría decir lo mismo de nosotros hoy día. En aquel entonces, Él juzgó a la nación. ¿Cómo podemos creer que Él no nos juzgará hoy? 28/04/2007.