Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Nuestro estudio continúa con los capítulos 4 y 5. La última vez vimos que el Señor había preparado una buena andanada cuando presentó Su acusación en contra del Reino del Norte. Pero aún no ha terminado.
Amós 4
Israel no se ha Vuelto a Dios
Oigan esta palabra, vacas de Basán, que están en el monte de Samaria, que oprimen a los pobres y quebrantan a los menesterosos, que dicen a sus señores: Traigan, y beberemos.
El SEÑOR Soberano juró por su santidad: He aquí, vienen sobre ustedes días en que las llevarán con ganchos, y a sus descendientes con anzuelos de pescador; y saldrán por las brechas una tras otra, y serán echadas del palacio, dice el SEÑOR (Amós 4:1-3).
Las vacas de Basán eran la mejor raza de ganado de la tierra. Con un sarcasmo admirable, el Señor compara a las mujeres de la clase alta del Reino del Norte con estas vacas mimadas. Al contrastar Su santidad con la altanería de esas mujeres, Él les advierte sobre el desastre venidero. Los asirios generalmente se llevaban a los cautivos atados con cuerdas amarradas a sus narices o a sus labios. De esta manera, todas esas mujeres de alta alcurnia serían reducidas a lo mínimo.
Vayan a Bet-el, y pequen; vayan a Gilgal y sigan pecando, y traigan de mañana sus sacrificios, y sus diezmos cada tres días. Y ofrezcan sacrificio de alabanza con pan leudado, y proclamen, publiquen ofrendas voluntarias, pues que así lo quieren, hijos de Israel, dice el SEÑOR Soberano (Amós 4:4-5).
Bet-el y Gilgal eran centros de adoración en el Reino del Norte, pero no para darle gracias a Dios. Los sacrificios y las ofrendas que llevaban a esos lugares eran para los ídolos que habían sido colocados allí infringiendo así los mandamientos. Los panes leudados solamente se permitían en Pentecostés, y el alarde sobre el dinero y los bienes que poseían, también era prohibido. El Reino del Norte era próspero y poderoso, pero El que los hizo así había sido abandonado a favor de los impotentes dioses hechos por el hombre.
Los hice estar con el estómago vacío en todas sus ciudades, y hubo falta de pan en todos sus pueblos; mas no se volvieron a mí, dice el SEÑOR. También les detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó. Y venían dos o tres ciudades a una ciudad para beber agua, y no se saciaban; con todo, no se volvieron a mí, dice el SEÑOR.
Los herí con viento del sur y con gusano; la langosta devoró sus muchos huertos y sus viñas, y sus higuerales y sus olivares; pero nunca se volvieron a mí, dice el SEÑOR.
Envié contra ustedes mortandad tal como en Egipto; maté a espada a sus jóvenes, con cautiverio de sus caballos, e hice subir el hedor de sus campamentos hasta sus narices; mas no se volvieron a mí, dice el SEÑOR.
Los trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y fueron como tizón escapado del fuego; mas no se volvieron a mí, dice el SEÑOR (Amós 4:6-11).
Antes que el Señor sacara a Su pueblo al desierto y los llevara a la Tierra Prometida, Él le dijo a Moisés que les advirtiera claramente de no olvidarse de Él. Él les dijo que si no recordaban que fue Él Quien los había bendecido, y empezaran a atribuirle su prosperidad a otros dioses, o a su propia habilidad, Él les quitaría todo.
Y comerás y te saciarás, y bendecirás al SEÑOR tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. Cuídate de no olvidarte del SEÑOR tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy.
Sino acuérdate del SEÑOR tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Mas si llegares a olvidarte del SEÑOR tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra ustedes, que de cierto perecerán (Deuteronomio 8:10-11, 17-19).
Yo creo que el Señor, generalmente, primero nos llama con mucha bendición, esperando que nos demos cuenta de que Él es el responsable de nuestro bienestar y que por ello demos el crédito a quien se lo merece. Pero si eso no funciona, Él comenzará a retirar las bendiciones que nos ha dado. En donde antes no fallábamos, ahora pereciera que solo perdemos. Cuando todo parecía que estaba a nuestro favor, ahora parece que no tenemos un descanso decente. Finalmente, despojados de todo, incluyendo nuestro orgullo, nos volvemos a Él.
Pero los israelitas no habían respondido a nada de eso, a pesar de que el retiro de Su bendición era obvio y no una mera casualidad. No quedaba ninguna otra opción sino el juicio.
Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh Israel. Porque he aquí, el que forma los montes, y crea el viento, y anuncia al hombre su pensamiento; el que hace de las tinieblas mañana, y pasa sobre las alturas de la tierra; el SEÑOR Dios de los ejércitos es su nombre (Amós 4:12-13).
Amós 5
Un Lamento y Un Llamado al Arrepentimiento
Oigan esta palabra que yo levanto para lamentación sobre ustedes, casa de Israel. Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más; fue dejada sobre su tierra, no hay quien la levante.
Porque así ha dicho el SEÑOR Soberano: La ciudad que salga con mil, volverá con ciento, y la que salga con ciento volverá con diez, en la casa de Israel.
Pero así dice el SEÑOR a la casa de Israel: Búsquenme, y vivirán; y no busquen a Bet-el, ni entren en Gilgal, ni pasen a Beerseba; porque Gilgal será llevada en cautiverio, y Bet-el será deshecha (Amós 5:1-5).
El Reino del Norte no recibió ninguna de las palabras de aliento que el Señor le daría más tarde al Reino del Sur. Mientras que Judá retornaría y volvería a ser reconstruida después de 70 años de cautiverio, Israel desaparecería para no volver a levantarse. En el momento de la división del reino, todos los levitas y los fieles de todas las demás tribus del norte, se volvieron al sur, dejando solamente a los apóstatas (2 Crónicas 11:14-16). Pero aunque lo habían rechazado, el Señor, a pesar de ello, les rogó para que se apartaran de su adoración pagana, advirtiéndoles que si rehusaban el resultado sería que el 90% de ellos se perdería.
Busquen al SEÑOR, y vivirán; no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma, sin haber en Bet-el quien lo apague. Los que convierten en ajenjo el juicio, y la justicia la echan por tierra, busquen al que hace las Pléyades y el Orión, y vuelve las tinieblas en mañana, y hace oscurecer el día como noche; el que llama a las aguas del mar, y las derrama sobre la faz de la tierra; el SEÑOR es su nombre; que da esfuerzo al despojador sobre el fuerte, y hace que el despojador venga sobre la fortaleza. Ellos aborrecieron al reprensor en la puerta de la ciudad, y al que hablaba lo recto abominaron (Amós 5:6-10).
Uno de los motivos por el que el mundo incrédulo está tan categóricamente opuesto al punto de vista judeo cristiano es que en el fondo aquel sabe que eso es la verdad. Es demasiado obvio para ser negado (Romanos 1:18-20). Por eso es que Dios ve a los incrédulos como desobedientes. No es que no pueden creer, es que no quieren creer. Todas las alternativas a Dios que la humanidad ha propuesto a través de los siglos han demostrado ser falsas, y ellos lo saben. Si estuvieran tan seguros en su negativa de la existencia de Dios, su sentimiento hacia los creyentes no sería de furia sino de lástima, como la que se tiene por alguien que ha sido engañado. Ellos están furiosos porque así como quieren desesperadamente estar en lo correcto, a nivel subconsciente saben que no lo están. Y nos odian porque saben que nosotros sí estamos en lo correcto. Igual que las personas apóstatas del Reino del Norte, ellos aborrecen a todas aquellas personas que dicen la verdad.
Por tanto, puesto que pisotean al pobre y reciben de él carga de trigo, ustedes edificaron casas de piedra labrada, mas no las habitarán; plantaron hermosas viñas, mas no beberán el vino de ellas. Porque yo sé de sus muchas rebeliones, y de sus grandes pecados; sé que afligen al justo, y reciben cohecho, y en los tribunales hacen perder la causa de los pobres.
Por tanto, el prudente en tal tiempo calla, porque el tiempo es malo. Busquen lo bueno, y no lo malo, para que vivan; porque así el SEÑOR Dios de los ejércitos estará con ustedes, como ustedes dicen. Aborrezcan el mal, y amen el bien, y establezcan la justicia en el juicio; quizá el SEÑOR Dios de los ejércitos tendrá piedad del remanente de José.
Por tanto, así ha dicho el SEÑOR, Dios de los ejércitos: En todas las plazas habrá llanto, y en todas las calles dirán: ¡Ay! ¡Ay!, y al labrador llamarán a lloro, y a luto a los que sepan gemir. Y en todas las viñas habrá llanto; porque pasaré en medio de ti, dice El SEÑOR (Amós 5:11-17).
El Señor tenía evidencia sólida en contra de ellos y les aconsejó que no perdieran tiempo negándolo, sino que empezaran de inmediato a actuar de una manera que le agradara a Él. Quizás eso aplacaría un poco Su ira en contra de ellos y haría que los juicios fueran menos severos para aquellas personas que admitieran su culpabilidad y de manera voluntaria cambiaran su manera de actuar. Ese fue un buen consejo para ellos. Para nosotros es el mejor consejo para asegurarnos que hemos reclamado el perdón que el Señor adquirió para cada uno de nosotros. Jesús dijo: “Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:8). Pero esto no durará para siempre, Hebreos 4:7 nos advierte, “Si ustedes oyeran hoy su voz, no endurezcan sus corazones.” Si usted aún no lo ha hecho, este es el momento de hacerlo.
José era el padre de Efraín y de Manasés, cuyos territorios combinados abarcaban una porción sustancial del Reino del Norte. El remanente de José es el término que el Señor utiliza para referirse a aquellas pocas personas que fueron libradas de la derrota y del cautiverio.
Hablando de este tiempo, el Señor previamente le había dicho al Rey Salomón,
“Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:13-14).
Pero ellos olvidaron Su admonición. Ahora, nada que hicieran podría desviar el juicio del Señor en contra de ellos. Su rebelión había ido ya demasiado lejos y su comportamiento ya no podía ser tolerado. Esta promesa que el Señor les hizo, no iba a desviar el juicio que les venía. ¿Cómo podemos creer que eso va a desviar el juicio que nos viene, cuando esa promesa no fue dirigida a nosotros?
El Día del SEÑOR
¡Ay de los que desean el día del SEÑOR! ¿Para qué quieren este día del SEÑOR? Será de tinieblas, y no de luz; como el que huye de delante del león, y se encuentra con el oso; o como si entrare en casa y apoyare su mano en la pared, y le muerde una culebra. ¿No será el día del SEÑOR tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor? (Amós 5:18-20).
Con la doble visión que era común a los profetas, Amós describió tanto el terror que los israelitas pronto sentirían en manos de los ejércitos de Asiria, y el que caerá sobre los moradores de la tierra al final de esta era. Atacados de manera implacable, sin tener siquiera un momento de descanso ni aun en sus propias casas, ¿por qué va alguien a desear un tiempo como ese?
Aborrecí, abominé sus solemnidades, y no me complaceré en sus asambleas. Y si me ofrecieran sus holocaustos y sus ofrendas, no los recibiré, ni miraré a las ofrendas de paz de sus animales engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, pues no escucharé la música de tus instrumentos. (Amós 5:21-23).
¡Qué audacia la de algunas personas! Pecando como si no hubiera un mañana y luego acercándose a Él como si no hubiera ningún problema. Algunas personas solamente se expresaban a través de gestos, y otras se habían convencido que no eran pecadoras. Todas ellas dependían de sus dioses falsos y solamente alababan con los labios al verdadero Dios. Pensaban de manera equivocada que las obras de sus manos cubrirían los pensamientos de sus corazones.
La religión no ha cambiado con los años, ¿Verdad? La única diferencia es que hoy día Él ya no se molesta en decirnos cuánto le estorba eso. Él y Sus ángeles simplemente no asisten más a ese tipo de iglesias.
Pero corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo. ¿Me ofrecieron sacrificios y ofrendas en el desierto en cuarenta años, oh casa de Israel? Antes bien, ustedes llevaban el tabernáculo de Moloc y Quiún, ídolos de ustedes, la estrella de sus dioses que se fabricaron. Los haré, pues, transportar más allá de Damasco, ha dicho el SEÑOR, cuyo nombre es Dios de los ejércitos (Amós 5:24-27).
Así como estaban pasando por una fuerte sequía, el Señor les recuerda de una fuente que nunca falla, la de la justicia y la rectitud. En el desierto ellos le habían sido fieles al Señor y Él a su vez los sustentó, dándoles abundante agua de la roca en el desierto, codornices de alimento y el pan del cielo. Él les dio la victoria sobre ejércitos enemigos mucho más numerosos que ellos y construyó su nación hasta convertirla en una potencia mundial. Pero a pesar de todo lo que el Señor hizo, la gran mayoría de ellos fabricó dioses para si mismos y los adoraron, por eso los desarraigó de la tierra.
En Isaías 29:13 el Señor dijo: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”. Él estaba hablando de los israelitas en el Siglo VIII a.C. Pero fácilmente Él bien podría decir lo mismo de la religión organizada del presente. Y si Él juzgó al mundo de aquel entonces, ustedes pueden estar seguros que Él juzgará el nuestro ahora. 02/03/13
Título Original: Amos Speaks Again… Part 3
Traducido por Walter Reiche B.
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