Apocalipsis 7

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Entre el sexto y séptimo sellos hay una pausa donde se llevan cabo dos eventos importantes, uno en la tierra y el otro en el cielo. Ambos involucran la disposición de un grupo del pueblo de Dios, pero ninguno de estos grupos es la iglesia. La iglesia no volverá a ser vista sino hasta el final del capítulo 17.

Los 144.000 Sellados

Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No le hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel. De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados. De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados. De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados. De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados” (Apocalipsis 7:1-8).

El múltiple uso del número cuatro en estos versículos enfatiza que la Creación es el centro de atención, porque al final del Cuarto Día de la Creación la luz había sido separada de las tinieblas, la atmósfera había sido formada, la tierra había sido separada del agua, la vegetación había empezado a crecer, y al añadir el sol, la luna y las estrellas, el día había sido separado de la noche. Ahora que el Día Cuatro de la Creación se había completado todo estaba listo para ser habitado, es por eso que el número cuatro es el número de la Creación.

Pero el siguiente ciclo de juicios se demorará hasta suceda otro acontecimiento. Este es la comisión de los 144.000 judíos que muchos creen serán los principales evangelistas del Señor durante el resto de la Semana Setenta de Daniel. Ellos llevan el sello de Dios en sus frentes lo que los hace ser los únicos seres protegidos en la tierra de los juicios venideros. En Ezequiel 9:4 leemos sobre un caso similar cuando antes de que la Ciudad de Jerusalén fuera destruida por los babilonios, unos ángeles la recorrieron buscando y sellando a los fieles para protegerlos de la destrucción. En este caso el Señor también había retrasado el juicio venidero hasta que todos Sus fieles fueran sellados, pero esta vez es solamente un selecto grupo que Él ha escogido para un propósito específico. Todas las demás personas sobre la tierra estarán el peligro, ya sean creyentes o no.

Después que Jacob adoptó a los hijos de José, Efraín y Manasés (Génesis 48:5), habían catorce nombres de los que se escogerían los nombres para las doce tribus de Israel. Pero la Biblia nunca enumera más de 12 tribus en cualquier momento, por eso es que algunas veces el orden de las listas es diferente. Los levitas no recibieron tierra alguna y nunca salieron a la guerra, por eso son a menudo omitidos. José también fue omitido cuando Efraín y Manasés fueron incluidos puesto que cada uno de ellos recibió la mitad de su tribu como herencia. Pero el listado de Apocalipsis 7 es único en que Leví y José se encuentran incluidos mientras que se ha omitido a Dan y a Efraín.

Muchos eruditos creen que Dan fue omitido porque fue por medio de la tribu de Dan que la idolatría se introdujo en la tierra después que murió Salomón (1 Reyes 12:28-30). Jacob había profetizado en Génesis 49:17 que “será Dan serpiente junto al camino, víbora junto a la senda, que muerde los talones del caballo, y hace caer hacia atrás al jinete” insinuando de esta manera, que Dan sería responsable por la caída de Israel en la idolatría. Existe una tradición que dice que Dan fue el que maquinó el secuestro y posterior venta de José como esclavo, y otra que el anticristo saldrá de la tribu de Dan, pero ninguna de estas dos teorías las confirma la Biblia. Por estas u otras razones, nadie de la tribu de Dan recibirá el sello protector. Pero Dios es misericordioso, y los fieles de la tribu de Dan sobrevivirán. Sabemos esto porque al comienzo de la Era del Reino, cuando la tierra se vuelve a distribuir, los descendientes de Dan recibe la primera parte (Ezequiel 48:1).

A pesar de que Efraín no se menciona por su nombre, su pueblo está incluido ya que aquí conforman el grupo llamado José. Recuerde que la tribu de José fue dividida entre Efraín y Manasés. Al mencionar a José y Manasés en esta lista, el pueblo de ambas mitades de la tribu de José es sellado sin mencionar el nombre de Efraín. 1 Reyes 12:28-30 también nos dice que un becerro de oro fue levantado en Bet-el, en tierra de Efraín, y otro becerro en la tierra de Dan. El Señor aborrece la idolatría.

Los esfuerzos de espiritualizar este pasaje para que se entienda como un grupo simbólico de todos los creyentes, son un lamentable e inadecuado intento de los seguidores de la teología del re-emplazo para privar a Israel de su papel en el tiempo del fin dentro del plan redentor de Dios. Este pasaje es demasiado claro para justificar una interpretación diferente a la literal.

Y todas las personas que dicen que esta lista no es exacta porque diez tribus desaparecieron en el año 721 a.C., cuando el Reino del Norte fue esparcido en el destierro, harían bien en leer 2 Crónicas 11:16. “Tras aquellos acudieron también de todas las tribus de Israel los que habían puesto su corazón en buscar a Jehová Dios de Israel; y vinieron a Jerusalén para ofrecer sacrificios a Jehová, el Dios de sus padres.” El historiador Josefo reportó que esta migración produjo un aumento substancial en la población de Jerusalén. Dios siempre ha mantenido un remanente fiel de Su pueblo.

Ahora identifiquemos el otro grupo, el que está en el cielo.

La Multitud Vestida De Ropas Blancas

«Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.

Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?

Yo le dije: Señor, tú lo sabes.

Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Apocalipsis 7:9-17).

Hay diferentes opiniones sobre quiénes conforman esta multitud. Pero por sus ropas blancas y su declaración en cuanto al Autor de su salvación, todos están de acuerdo en que son creyentes de la Tierra.

Pero los hechos son que 1) Juan, el discípulo más cercanamente asociado con la iglesia, no los reconociera, 2) su arribo al cielo se presenta tres capítulos después del Rapto, y 3) su destino es el de servidores en el templo y no co-regentes del universo, todo lo cual significa que todos ellos son creyentes posteriores al Rapto y no son parte de la iglesia. Ellos han sido víctimas de la destrucción en la tierra durante los juicios de los sellos y han pagado el precio último por su recién encontrada fe.

Estas personas son llamadas mártires de la tribulación, o santos de la tribulación, pero técnicamente, eso tampoco es exacto, porque la Gran Tribulación aun no ha comenzado. Todavía estamos en la primera mitad de la Semana Setenta.

¿Cómo es que sabemos eso? La palabra griega traducida “de la” en la frase “estos son los que han salido de la gran tribulación”, es la misma palabra traducida “de la” en Apocalipsis 3:10 en donde el Señor promete la liberación de la iglesia. “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra.” Según la Concordancia Strong, esta es una preposición primaria que denota origen. Significa “de, o fuera de, el lugar, el tiempo o la causa” de un evento específico.

Así que, como la iglesia, estos santos han sido removidos del lugar, el tiempo y la causa de la Gran Tribulación. Ellos no llegaron a tiempo a la fe en Jesús para el momento del Rapto por eso es que no disfrutarán del destino y la bendición que son únicos para la iglesia. Pero lo más seguro es que al haber sido persuadidos hacia la fe debido a la desaparición de la iglesia, serán martirizados al inicio de la Semana Setenta, por lo que podrán escapar de lo peor de ella. Más tarde, los vivos envidiarán a los muertos tanto así que desearán la muerte, pero la muerte los eludirá (Apocalipsis 9:6).

Estos santos tendrán una existencia privilegiada en la eternidad, siempre ante la presencia del Señor. Le servirán día y noche en Su Templo y nunca necesitarán de nada más. El Señor extenderá Su tabernáculo sobre ellos, lo que significa que Él será responsable por su bienestar. No sentirán hambre ni sed, y el Señor removerá todo pesar de sus mentes, enjugando toda lágrima de sus ojos.

Pero a pesar de que le sirven al Señor en Su Templo, nunca son llamados sacerdotes, como lo es la Iglesia. Ninguno de ellos se sentará jamás en un trono a la par de su Amado, lo cual es ejemplo para que todo el universo vea las incomparables riquezas de la gracia de Dios expresadas en Su amor por la iglesia, Su obra de arte (Efesios 2:6-10). Ellos nunca compartirán en Su herencia como tampoco serán contados entre el grupo más favorecido en toda la creación. Cuando fueron bruscamente presionados, ellos necesitaron de una señal final e incontrovertible de que había llegado el momento correcto de creer. Careciendo de la fe para aceptar lo que no podían ver, necesitaron evidencia. Esa evidencia les llegó en la forma del Rapto de la Iglesia, cuando todas las personas que creyeron solamente por fe desaparecieron ante sus propios ojos. Aunque tarde para ser incluidas en ese increíble evento, estas personas finalmente creyeron a causa del mismo.

Como el Señor le dijo a Tomás, “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).

Con el séptimo sello próximo a abrirse, se presentan los juicios de las siete trompetas. Este segundo ciclo de juicios completará la primera parte de la Semana Setenta de Daniel y preparará el escenario para la presentación del anticristo y la gran tribulación. 17/06/12

 

Traducido por Walter Reiche B.

walterre@racsa.co.cr