Un Estudio Bíblico Por Jack Kelley
(Este artículo es una actualización de otro que primeramente publiqué en 1999. Recientemente he recibido varios correos electrónicos que cuestionan el enfoque expresado en mi estudio titulado «Oh Gente De Poca Fe». Cada uno de estos correos contenía una mala interpretación del «aguijón de la carne» de Pablo para apoyar la teoría que Dios algunas veces rehúsa sanarnos cuando se lo pedimos. Tristemente, esta mala interpretación es muy común entre los cristianos hoy en día. Por eso es que he actualizado ese artículo para brindar una respuesta a estas preguntas. Sean bendecidos.)
Bástate Mi Gracia
Durante años se le hecho mucho daño al Señor sobre la queja de Pablo del aguijón en su carne, y ya es tiempo para poner las cosas en orden de una vez por todas. Si a usted le han enseñado que «Bástate mi gracia» fue la excusa del Señor para no sanar a Pablo, entonces preste mucha atención. Si usted no sabe sobre lo que estoy hablando, entonces alístese para que vea cómo es que la gente distorsiona el significado de las Escrituras ya sea para satisfacer sus nociones preconcebidas, o para justificar su falta de fe.
Para entender el contexto, leamos las palabras de Pablo en 2 Corintios 12:7-9.
Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.
Antes de que veamos el problema, repasemos la interpretación popular. Según algunas personas, la visión de Pablo quedó permanentemente dañada cuando fue cegado camino a Damasco. Supuestamente esta fue la causa de una enfermedad en los ojos que era común en esos días alrededor de Damasco. El nombre era oftalmia y el síntoma visible era un hilo continuo de pus que corría de los ojos hacia abajo por el rostro. Esta enfermedad era casi tan repugnante como la lepra. La interpretación popular sostiene que esta enfermedad era el aguijón en la carne de Pablo a la que él se refirió cuando le rogó al Señor tres veces que lo sanara, y le fue negado.
La «lección» de esta interpretación es que aun el gran Pablo no fue sanado cuando lo pidió y que el Señor en realidad le había dado esta enfermedad para ayudarlo a sobreponerse a su orgullo. Debemos entender que Dios también permite que las enfermedades (y también los infortunios) nos toquen para ayudarnos así a sobreponernos de nuestros pecados, y que no debemos pedir por sanidad por algo que el Señor permite para lograr ese propósito. Si pedimos y no somos sanados es porque el Señor está tratando con nosotros. Todo esto está comprendido en el amor del Padre que obra para nuestro bien a pesar de nuestros deseos egoístas.
Entonces, ¿qué es lo que no está bien con ese punto de vista? Pues bien, aparte del hecho de que el Señor se ocupó de nuestro problema del pecado en la cruz y ahora nos ve como si no tuviéramos ninguna imperfección (2 Corintios 5:21), este punto de vista está peligrosamente cerca de la noción oriental del karma, el contexto lo ridiculiza, y la traducción está errada.
¿Cuál es el Contexto?
Imagínese por un momento que usted es el Creador del universo. De su amor, usted ha dado la vida de su hijo para redimir la creación de la atadura del pecado y usted ha hecho todo lo que está a su alcance para reclutar a alguien para que vaya por todos lados anunciándoselo a la gente para que puedan ser salvos. Usted quiere que esa persona demuestre que usted es más grande que todos los dioses paganos por lo que la lleva hasta su propio trono y le muestra cosas que ninguna otra persona ha visto jamás, para que así pueda hablar con autoridad (2 Corintios 12:2-4). Y luego usted le da la autoridad para sanarlos de sus enfermedades (Hechos 19:11-12) y aun levantar a otros de los muertos (Hechos 20:7-12).
Pero cada vez que él habla sobre el maravilloso amor y poder milagroso suyo, está allí con el pus de los ojos corriendo por el rostro, explicándoles que usted le ha dado esa enfermedad y que no lo sanará porque usted teme que él se hará demasiado orgulloso. ¿Un problema de credibilidad? Yo creo que sí.
Entonces, aprendamos lo que el pasaje dice en realidad. La palabra para aguijón, o espina, literalmente significa una estaca puntiaguda, y nos recuerda una situación en Jueces 2 cuando los israelitas fracasaron en limpiar la tierra de todos sus habitantes como Dios había ordenado (Deuteronomio 20:16-18). Debido a que no obedecieron la orden del Señor, el Ángel del Señor declaró que toda esta gente se convertiría en enemigos perpetuos los cuales se opondrían a los israelitas físicamente y los distraerían espiritualmente. Luego el autor acuñó la frase «azote, o espina, para vuestros costados» para describir esta oposición física y espiritual de sus enemigos. Desde ese entonces hasta hoy, estas personas le han infligido un abuso físico increíble al pueblo de Dios.
La palabra tormento realmente significa golpear con el puño, o abofetear. También se deriva de una raíz que literalmente significa castigar.
En ambas palabras existe una clara implicación de un ataque físico. Entonces, la verdadera historia del aguijón, o espina, en la carne de Pablo se puede entender como algo así. A todos los lugares a donde Pablo llegó fue físicamente maltratado. Escuchemos su propia narración de 2 Corintios 11:23-26:
Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos.
¿No Ha Muerto Aun?
Yo les animo para que estudien cuidadosamente estos eventos en el libro de Hechos. Por ejemplo, en Filipos, las ropas de Pablo y Silas les fueron rasgadas para azotarlos severamente con varas. La carne de sus espaldas quedó abierta y sangrando, y aunque el dolor era increíble fueron llevados a prisión sin ninguna atención médica, con sus pies y manos asegurados con grillos, forzándolos a estar sentados en posición recta, con lo que era casi imposible poder dormir, aun si el dolor se los hubiera permitido.
Pero a la media noche se les escuchó cantando himnos de alabanza y las puertas de la prisión se abrieron violentamente, dejándolos libres. Luego fueron a la casa del carcelero, quien los limpió y alimentó. Los milagros que el carcelero vio fueron la causa para que toda su familia fuera salva esa misma noche. A la mañana siguiente, cuando fueron liberados oficialmente, caminaron 50 kilómetros hasta Anfípolis sin haber recibido tratamiento médico alguno y sin haber tenido ningún tiempo para convalecer, y ni siquiera una noche para dormir (Hechos 16:22-40). El Señor los había sanado.
Pero un incidente anterior en Listra es quizás el más dramático. Un grupo de judíos enfurecidos de Antioquia e Iconio habían seguido a Pablo hasta Listra. Cuando le alcanzaron tomaron piedras y lo apedrearon (Hechos 14:19-20). Recuerden que la lapidación era un método judío de ejecución. Consistía en inmovilizar a la persona, algunas veces enterrándola hasta la cintura, para luego lanzarle piedras a su cabeza y a la parte superior de su cuerpo, hasta matarla.
Creyendo que lo habían logrado y que Pablo estaba muerto, arrastraron su cuerpo fuera de la ciudad y lo dejaron allí para que sirviera de comida a los perros. Pero los creyentes se reunieron alrededor de él y oraron. Pablo se levantó y se devolvió a la ciudad con todos ellos. Al día siguiente Pablo caminó 40 kilómetros hasta Derbe. Es como volver a casa después de la ejecución, simplemente eso no sucede.
Estos son ejemplos increíbles del poder milagroso de Dios. Contrario a la interpretación popular, Pablo fue físicamente sanado por la gracia de Dios una y otra vez. Fue rescatado en mar abierto y aun levantado de los muertos. Eso fue un gran testimonio del poder de Dios perfeccionado en la debilidad de Pablo.
La idea de que Dios ya no sana más a las personas no tiene ningún apoyo por esta o por cualquier otra Escritura. Pero la verdadera lección que encontramos aquí es que mientras que el Señor rehusó eliminar la resistencia al ministerio de Pablo, Él le prometió que tendría éxito si él se mantenía caminando en fe por el camino que Dios le había puesto al frente. Y usted podrá imaginar la clase de fe que Pablo debió tener al pasar por todas estas ciudades a sabiendas de que sus enemigos lo estaban aguardando para intentar detenerlo de nuevo. Pero cada vez que eso sucedía, y cada vez que Dios lo sanaba, su fe se fortalecía, la gloria de Dios aumentaba, y el Evangelio se propagaba.
En la conquista de la Tierra Prometida, Dios simplemente pudo haber acabado con los enemigos de Israel, pero en lugar de eso, Él quiso que Israel peleara, anunciándoles por adelantado que serían victoriosos. La única derrota que sufrieron fue cuando desobedecieron, y tan pronto como confesaron su pecado, el Señor les dio esa victoria también (Josué 7-8).
Jesús dijo que en este mundo tendríamos pruebas y tribulaciones, pero que confiáramos porque Él había vencido al mundo (Juan 16:33). Lo que Él quiso decir es que Él puede escoger no librarle a usted de las pruebas a las que se enfrenta en este mundo, pero que también Él nunca le dejará ni le abandonará cuando pase por ellas, y si se le da la oportunidad, Él lo restaurará a usted milagrosamente para mostrar Su gloria. La única razón por la que Pablo pudo hacer mayores milagros que nosotros es porque tenía una fe más grande que la nuestra. Y la única razón por la que él tuvo una fe más grande es porque él peleó batallas más grandes. Selah 18/10/2008.