¿Dejados Atrás Por Mal Comportamiento?

Un Comentario Bíblico por Jack Kelley

Uno de los indicadores más certeros de que el Rapto está cerca es la cantidad de personas que escriben temiendo que debido a su mal comportamiento se van a quedar perdidas. La gente no se preocupaba mucho sobre esto cuando creían que el Rapto estaba en un futuro lejano.

Estoy seguro que mucho de esto se debe a la convicción normal del Espíritu Santo y en ese caso no se trata de un asunto de rapto porque, como veremos, los creyentes que han nacido de nuevo no pueden ser excluidos del Rapto por ninguna razón.

No, yo creo que mucho de ese temor de perderse el Rapto se origina en una falsa enseñanza llamada “rapto parcial”. Existen algunas variaciones sobre este tema, pero todas ellas afirman que el ser una persona solamente salva no es suficiente para estar en el Rapto, como tampoco es suficiente para entrar en el Reino después que es raptada. Ellos dicen que una persona también tiene que ser digna de alguna otra forma. Es mi opinión que nada de esto puede conciliarse con las Escrituras.

Yo quiero abordar el tema de la misma manera como el Departamento del Tesoro de los EE.UU. entrena a los funcionarios bancarios para que reconozcan el dinero falso. En vez de mostrarles todo lo que tiene de falso y señalar el porqué es falso, se concentran en ver cómo luce el dinero legítimo. De esa manera, los cajeros bancarios pueden identificar un billete que no se parece al que aprendieron a reconocer, y de esa manera se dan cuenta que es falso.

Utilicemos, entonces, el mismo principio para centrarnos en lo que la Biblia dice sobre quién califica para el Rapto. De esa forma sabremos si lo que escuchamos está de acuerdo con eso. Si no lo está, entonces es una falsa enseñanza.

¿Cómo Es Que Calificamos?

Para poder existir en la presencia de Dios, tenemos que ser tan justos como Él es. En tiempos del Señor los fariseos eran enseñados a ser los hombres más justos en Israel. Eran absolutamente compulsivos en guardar la Ley, aun colando el agua que tomaban para evitar tragarse accidentalmente un pequeño insecto.

Ellos salen muy mal parados en la Biblia debido a su resistencia hacia el Evangelio, pero se mantenían en gran estima por la gente como modelos estelares de justicia.

Su problema con Jesús empezó en los primeros días de Su ministerio. Hablándole a un grupo numeroso en las costas del Mar de Galilea, Jesús dijo, “Porque les digo que si su justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos” (Mateo 5:20). A ellos no les agradó escuchar que serían excluidos del Reino.

Luego Él explicó que la justicia no es sólo un asunto de comportamiento exterior, sino que incluye la motivación interior. La ira es tan mala como el asesinato, los pensamientos de lujuria son tan malos como el adulterio. Él prosiguió enseñándoles cosas que eran completamente asombrosas para ellos, aun diciendo que “Sean, pues, ustedes perfectos, como su Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48) para poder calificar para el Reino. Cuando terminó quedó claro que ningún ser humano sobre la Tierra jamás podría lograr esa norma tan alta.

Luego Él dijo que si le pedían esa justicia Él se las daría. A todos ellos. Él dijo, “Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7-8).

Él comparó el depender en Él a un camino angosto con una puerta estrecha (Mateo 7:13-14). El nombre en la puerta es “fe”. La tentación de hacer cosas con nuestra propia fuerza en un esfuerzo para asegurar nuestra propia justicia es difícil de resistir, pero si nos descuidamos nos encontraremos en el camino equivocado, el que tiene por nombre “obras”. (Lea el artículo “Dos Caminos, Dos Puertas, Una Meta”.)

Debemos estar vigilantes de los falsos maestros que intentarán sacarnos del camino angosto con una combinación de fe más obras. No importa qué clase de buenas obras hacemos, aun si las hacemos en Su nombre, solamente aquellas personas que hacen la voluntad de nuestro Padre en el Cielo entrarán en el Reino (Mateo 7:13-23). ¿Y cuál es la voluntad de nuestro Padre?

Jesús dijo, “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:38-40).

¿Y qué clase de obra Él requiere de nosotros? Cuando le preguntaron esto unos versículos antes, Él contestó, “Esta es la obra de Dios, que ustedes crean en el que él ha enviado” (Juan 6:29). No hay nada que usted pueda agregarle a su fe en lo que el Señor ha hecho. Ninguna buena obra que usted haga le hará ganar o mantener su lugar en el Rapto. Todo se basa en lo que usted cree y no en cómo se comporta.

Pablo tenía mucho que decir sobre esto, y algunas personas también lo han malinterpretado.

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él” (Romanos 3:21-22)

Nuestra justicia nos es impuesta por fe debido a nuestra creencia que cuando Jesús fue a la cruz Él llevó todos los pecados de nuestra vida y allí pagó totalmente el castigo por ellos (Colosenses 2:13-14). Si todo el castigo por los pecados que usted ha cometido ha sido pagado, ¿qué más puede usted hacer?

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

Desde la perspectiva de Dios, el viejo pecador ya no existe. Este ha sido reemplazado por un nuevo santo justificado. ¿Cómo puede ser esto?

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21). “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Hebreos 10:14).

Debido a nuestra fe en la suficiencia de la cruz es que Dios puede vernos no como somos ahora, sino como seremos cuando seamos perfeccionados en el Rapto. Los pecados que cometeremos son vistos como si no fuéramos nosotros cometiéndolos sino la naturaleza pecaminosa que aun mora temporalmente en nosotros. De nuevo Pablo:

“Porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí” (Romanos 7:18-20).

Aquellas personas que quieren negar lo anterior nos llevan a pasajes tales como 1 Corintios 6:9-10 como si Pablo, escribiendo bajo la influencia del Espíritu Santo pudiera contradecirse a sí mismo:

“¿No saben ustedes que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se equivoquen; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”.

Pero se detienen demasiado pronto, porque en el versículo 11 Pablo explica: “Y esto eran algunos de ustedes; mas ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:11).

Observen que él dijo: “Y esto eran algunos de ustedes”. Y debido a que somos una nueva creación, Dios ya no nos ve de la manera como éramos antes. Hemos sido lavados, santificados y justificados. En otras palabras, todos nuestros pecados han sido lavados por la sangre de Jesús, hemos sido santificados por Él, y Él nos ha hecho justos. Tan justos como Él es. Por favor entiendan que todo esto fue hecho por Él. Pudimos haber sido parte del grupo descrito en 1 Corintios 6:9-10 en algún momento en el pasado, pero debido a que hemos aceptado el sacrificio que hizo el Señor por nosotros, ya no lo somos.

Algunas personas no pueden sobreponerse a la idea de que ser buenos tiene algún valor, y así es, pero no como lo piensan. Una vez más Pablo nos alimenta:

“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro” (1 Corintios 10:23-24).

A pesar de que se nos anima de la mejor manera posible a comportarnos de una manera que agrade al Señor, en ninguna parte del Nuevo Testamento se nos dice que nuestro comportamiento pondrá en peligro nuestra salvación, como tampoco que arriesgará nuestro lugar en el Rapto. Así que como en teoría podemos hacer lo que queramos, hay comportamientos no son de ninguna manera buenos. Primero que todo, nuestro mal comportamiento puede tener un impacto negativo en otras personas. Siempre tenemos que estar conscientes de cómo nuestras acciones son vistas, y nunca debemos, a sabiendas, comportarnos en una manera que cause que los hermanos más débiles tropiecen.

Segundo, y más importante, es vivir de acuerdo con lo que ya hemos obtenido (como Pablo lo pone en Filipenses 3:16) y es cómo es que el Señor quiere que le expresemos nuestra gratitud por lo que se nos ha dado. No es para ganar ni para guardar nada, sino para darle gracias por lo que ya tenemos. Eso es algo que Él quiere que nosotros queramos hacer.

Y es que nosotros no hemos llegado a donde estamos debido a algún mérito o valor propios. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia son ustedes salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia son ustedes salvos por medio de la fe; y esto no es de ustedes, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:4-9). Es el mejor regalo jamás dado, y es gratuito, y es digno de nuestra gratitud.

Entonces, el punto esencial es que el boleto que usted tiene para el Rapto le llegó con su membresía en la Iglesia. Es parte de la herencia que le fue garantizada a usted cuando creyó por primera vez (Efesios 1:13-14). Y la membresía suya en la Iglesia le llegó como resultado de su creencia que Jesús entregó Su vida para pagar el castigo por todos los pecados suyos y se levantó de nuevo de entre los muertos para mostrar que Su pago fue suficiente (Romanos 10:9). Tan pronto como usted creyó eso usted se volvió tan justo como Él es. No hay absolutamente nada que usted puede hacer, para bien o para mal, que jamás pueda cambiar eso (Romanos 8:38-39). Entonces, si somos tan justos como Dios es, ¿cómo puede alguna persona irse en el Rapto o ganar su ingreso en el Reino, mientras otras no? Simplemente no pueden hacerlo.

Como una expresión de la gratitud que usted tiene, usted puede escoger portarse bien en una manera que sea más agradable a Dios. Eso es lo que Él quiere que usted haga. Pero mejor se apresura porque pronto ya no podrá hacerlo. “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17). Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 09/04/11.