Un Comentario por Jack Kelley
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella (Efesios 5:25).
Esta orden es única en cuanto que no tiene paralelo en las relaciones humanas. A las esposas no se les ordena que amen a sus esposos de esta manera, ni siquiera que lo hagan del todo. A los hijos no se les ordena que amen a sus padres. Pero a los esposos se les ordena que amen a sus esposas, y lo que es más, ese no es un amor ordinario, sino más bien uno extraordinario. Debemos utilizar el ejemplo de Cristo con Su Iglesia como la norma. Piense en ello. El Señor bajó de Su trono, se confinó a Si mismo a un cuerpo humano, y ofreció ese cuerpo como un regalo de amor a la Iglesia. Y no fue porque la Iglesia hubiera hecho algo para merecerlo, sino para que la Iglesia pudiera ver el alcance de Su amor.
La Iglesia es Su deseo consumado. Él vivió para que ella pudiera existir y ser apartada. Él desea que ella sepa lo mucho que la ama. Sus palabras y acciones le dieron el honor y le expresaron Su devoción. Él se dedicó a ella y cubrió todas sus imperfecciones con Su amor. Y entregó Su vida por ella.
A decir verdad, la Iglesia no mereció y ni siquiera apreció esa clase de amor. Durante la vida de los apóstoles, la Iglesia ya se había desviado hacia un patrón de obras religiosas, abandonando su primer amor en el proceso (Apocalipsis 2:4-5).
El Señor ama a la Iglesia porque Él decidió hacerlo así. Día a día, momento a momento, Él toma decisiones conscientes para amar a Su Iglesia. No solamente cuando la Iglesia ha hecho algo para merecerlo, sino aun cuando, en la mayoría de los casos, la Iglesia ha hecho cosas que demuestran su indignidad. Él ama la Iglesia porque Él así lo ha querido, sin tomar en cuenta ningún mérito. Esa es la norma.
Volvámonos Personales
Mi esposa ha sido una de las mujeres en el mundo que aman con mucha facilidad. Yo se que muchos de ustedes, muchachos, sienten lo mismo por sus esposas, pero en mi caso eso es así. Bella, feliz y llena de energía, ella ilumina todos lugares a los que va. Cuando entra en algún lugar, tanto los hombres como las mujeres son atraídos a ella de manera natural. La gente nos mira y ve la relación que les gustaría tener, y generalmente me preguntan cómo tener un buen matrimonio como el nuestro. Yo no se qué hubiera hecho si se me dice que ame a alguien que me tratara de la forma como la Iglesia trata al Señor. Pienso que nunca podría hacerlo y por eso es que Él me ha dado a Samanta.
Pero recientemente he descubierto el gran compromiso que requiere amar a alguien aun tan fácil de amar como ella, y he aprendido nuevamente que el amor es un verbo, y no solamente un sentimiento o una emoción. Aun el matrimonio más fuerte puede sufrir ataques si se le toma por sentado o si se le ignora. Con nuestro ministerio que cada día exige más y más tiempo y atención, y con las exigencias siempre presentes y generalmente conflictivas de la familia, he descubierto que no le he estado dando suficiente tiempo a mi responsabilidad prioritaria que es amar a mi esposa.
Como supongo que es cierto con la mayoría de los hombres, primero me di cuenta del problema cuando empecé a sentir una falta de amor y de afecto hacia mi persona. Descubrí que mientras me ocupaba con el trabajo del ministerio, ella se había concentrado más en nuestro hijo de cuatro años. Sin darnos cuenta, y aun sin que haya sido nuestra intención, los dos habíamos encontrado una nueva fuente de amor. Estábamos viviendo unas vidas paralelas en vez de interconectadas. Los dos ya no éramos uno solo, violando así lo estipulado en Génesis 2:24. Y así como eso es difícil de creer, sucedió, a pesar de que mi oficina está en mi casa y ninguno de los dos salimos a ninguna parte, ni tampoco uno cena sin el otro. Siempre estamos cerca uno del otro, y sin embargo, a duras penas estábamos juntos. Créanme, es una verdadera llamada de atención cuando uno se da cuenta de que ha estado ignorando el amor de la esposa. ¿Qué haría yo sin ella?
Cultivando un Buen Matrimonio
Yo creo que el matrimonio es como una huerta. Si usted quiere que la huerta lo sustente, es necesario que la cultive todo el tiempo. Usted no puede solamente sembrar la semilla y luego ignorarla. Si hace eso, lo que usted cultivará son malas hierbas en vez de suculentas frutas y vegetales. Deje usted de atender por un tiempo una huerta fructífera y se dará cuenta que también es vulnerable a un ataque de predadores que quieren robarse el fruto de su trabajo. Y de vez en cuando, una semilla que usted no sabía que había sembrado, puede empezar a crecer sin ser vista antes de que nada más crezca y continúa haciéndolo hasta el tiempo de la cosecha.
Y así es con el matrimonio. Es el trabajo del amor que comienza antes del matrimonio y termina cuando la muerta nos separa. La mayoría de nosotros sabemos cómo hacer la primera parte muy bien. Es emocionante empezar a planificar y a prepararse para un futuro los dos juntos, tomando algo que solamente existe en nuestra imaginación y convertirlo en una realidad. Pero debido a que se nos ha enseñado que la meta es casarse, es cosa natural descuidar el continuar con esa cuidadosa atención un corto tiempo después de la boda. No nos damos cuenta de que la meta real es estar casados. Si trabajáramos tan duro para estar casarnos como lo hicimos para cuando nos íbamos a casar, habrían muchos más matrimonios felices.
Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo (1 Pedro 3:7).
Y mientras se nos ha enseñado que el matrimonio es una fase estable y permanente de una relación, en realidad es algo muy transitorio. Dejado por sí solo, el matrimonio es simplemente la fase entre el compromiso y el divorcio. La manera como prevenimos que eso sea cierto en nuestro caso es tomando día a día las decisiones para mantenernos lo más cerca posible de la fase de la relación del compromiso. Eso quiere decir que aun invitamos a nuestras esposas a salir, les abrimos la puerta, las admiramos por su vestuario, les compramos pequeñas cosas sin ningún motivo para hacerlo, escuchamos lo que nos dicen, les preguntamos sobre su opinión y sus preferencias, pasamos con ellas tiempo de calidad juntos y en general, colocamos sus necesidades por encima de las nuestras. En otras palabras, las amamos. Esto no solamente complace a nuestras esposas, sino que según las palabras de Pedro, eso hace que el Señor esté más atento a nuestras oraciones también. En otras palabras, todos ganamos.
Dos Caminos Hacia el Cumplimiento
El Señor acusó a la iglesia de estar tan ocupada haciendo Su obra que ya no tenía tiempo para Él. Podemos estar tan ocupados tratando de construir una vida para nuestras esposas que no nos queda tiempo para ellas. Y yo nunca he conocido un hombre que no se ha quedado perplejo cuando su esposa no acepta sus excusas por haber estado lejos por tanto tiempo. «Lo estoy haciendo por nosotros». No entendemos que mientras nuestro camino hacia la realización son los logros, para ellas son las relaciones. Si hemos de entregarnos a ellas, eso quiere decir que debemos aplicar nuestras necesidades de los logros personales a la relación. De esa manera, ambos seremos más felices.
Obviamente, si usted ha establecido un estilo de vida que necesita de los ingresos de ambos para mantenerlo, usted está en peligro de cambiar el amor y el respeto a largo plazo, por una gratificación material de corta duración. Simplemente no habrá suficiente tiempo ni energía para las cosas, la producción de los ingresos y la protección de la relación. Esa es otra buena razón para disminuir sus actividades mientras usted aun lo puede hacer. Y cuando lleguen los tiempos difíciles, como ya existen todos los indicios de que así será, usted encontrará que es más fácil pasar sin un montón de cosas que de todas maneras no tendría el tiempo de atender, que lo que sería tener a su lado a alguien a quien usted ama para ayudarlo a superar esos momentos. Recuerde, el amor no es solamente algo que usted siente, es algo que usted hace. El amor es un verbo. Selah 07/06/2008.