Una Opinión por Jack Kelley
Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios (1 Corintios 14:27-28).
Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen. Y si algo le fuere revelado a otro que estuviere sentado, calle el primero. Porque podéis profetizar todos uno por uno, para que todos aprendan, y todos sean exhortados. Y los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz (1 Corintios 14:29-33).
Así que, hermanos, procurad profetizar, y no impidáis el hablar lenguas; pero hágase todo decentemente y con orden (1 Corintios 14:39-40).
Cada vez que algo parecido a este derramamiento milagroso de sanidades de la Florida se presenta, quedo absolutamente pasmado de la ingenuidad de los creyentes. Una simple lectura de 1 Corintios 12 & 14 nos muestra que este caótico y desorganizado evento es una farsa como tal. Yo creo que las personas que asisten a este evento creen que el mismo es real, pero sus dirigentes deberían ser seriamente reprendidos por su falta de discernimiento. Aparentemente ellos han sido cegados por su propio deseo de fama y fortuna.
Y ahora, la gente está viajando de todas partes del país (algunos dicen que del mundo) para capturar al Espíritu Santo y llevárselo con ellos de vuelta a su casa. ¿Desde cuándo los creyentes deben de viajar a alguna localidad lejana para traer al Espíritu Santo de vuelta a sus iglesias? Si el Espíritu Santo no se encuentra presente en sus iglesias en este momento, ¿creen ellos que haciendo un viaje a la Florida va a cambiar las cosas?
Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo (1 Juan 4:1).
Ya hemos tenido las bendiciones de Toronto y de Brownsville, la risa santa y los ladridos y gruñidos en el espíritu. Cada uno de estos fue presentado como el comienzo de un gran avivamiento que significaba tomar el mundo para Jesús, pero una década después la iglesia nunca ha sido más pequeña y estado tan débil como ahora.
Y ahora tenemos más intoxicación en el espíritu. Esto causa que la gente pierda del todo sus inhibiciones. El comportamiento se torna más degradante con cada nueva repetición de estas llamadas bendiciones, y las afirmaciones se vuelven aun más indignantes. Se nos dice de ángeles que caminan entre nosotros, de visitas al cielo en donde nos enteramos que Pablo no vive en una mansión en el cielo, sino más bien en una cabina en la Laguna de Walden (¿En dónde quedamos el resto de nosotros?) Tenemos plumas de ángeles que flotan a nuestro alrededor y polvo de oro que se rocía por todos lados. Todas estas cosas parecen estar específicamente diseñadas para mostrarnos lo ingenuos que nos hemos vuelto, y lo maduros que nos encontramos para ser engañados. Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír (2 Timoteo 4:3 NVI).
¿Pero cómo fue que Dios instruyó a Su pueblo a comportarse? Pablo dedicó cuatro capítulos completos sobre este asunto del orden y el decoro en el servicio de adoración (1 Corintios 11-14). Esto es consistente con las enseñanzas del Antiguo Testamento que prohíben al pueblo de Dios de hacer algo que degradara su apariencia o su comportamiento. Ellos estaban supuestos a actuar como la realeza. No se podían inclinar ante nadie más sino solamente ante Dios. No podían tener cortes de pelo fuera de lo natural ni tatuarse la piel. Sus vestidos, su apariencia, y sus acciones estaban supuestos a darle el honor a Dios. ¿Está Dios siendo honrado por la gente que ladra como perros o que cae al suelo como si estuvieran borrachos?
¿En dónde se encuentra el precedente bíblico para este llamado derramamiento milagroso de sanidades? ¿El Libro que está supuesto a guiarnos en nuestro comportamiento, no lo estaría mencionando en algún lugar? Excepto para condenarlo, la Biblia guarda silencio.
Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación (Santiago 3:1).
Yo no se qué es lo que ustedes piensan sobre la sanidad y el levantar a los muertos. (Estas no son resurrecciones, puesto que a menos que hayan sido raptadas estas personas vuelven a morir.) Yo sé que Dios sana a las personas porque lo he podido ver. He orado por algunas personas y el Señor las ha sanado y han permanecido sanas. Yo mismo he sido sanado de un problema en mis rodillas que me imposibilitaba poder subir o bajar gradas, o levantarme de estar hincado. Así como he leído que estas cosas suceden, aun no he visto ninguna persona relatar sobre una sanidad en la Florida, o una confirmación de tal sanidad por una fuente independiente. Yo tengo la esperanza y oro por las personas para que sean sanadas verdaderamente, porque si no lo son, un sinnúmero de ellas que sinceramente están buscando a Dios pueden apartarse sintiéndose burladas por la misma gente que afirman ser del mismo Dios. A mí no me gustaría estar en sus zapatos si eso fuera el caso.
Desafortunadamente, este llamado Movimiento de Renovación o Avivamiento no ha demostrado ser la fuente más creíble para verificar lo milagroso. Si este derramamiento es real, y la gente está siendo sanada, deberían invitar a los dirigentes de las iglesias de otros movimientos evangélicos para ayudarlos a substanciar sus afirmaciones. Después de todo, Jesús envió a los leprosos que había sanado para que se presentaran en el Templo y ser vistos por los sacerdotes (Mateo 8:4). ¿Es que debemos esperar menos que eso hoy día? Ya es tiempo de que la iglesia supere la mentalidad del «celo sin conocimiento» y comience a pedir alguna evidencia sólida. El pedir una prueba no es una demostración de una falta de fe, sino que es la de responsabilizar a las personas por las afirmaciones que hacen en Nombre del Señor. Eso no es solamente lógico que lo hagamos sino que es bíblico. 30/05/2008.