Lunes 27 de enero de 2020
Un Estudio Biblico por Jack Kelley
Las similitudes entre el Libro de Josué y el Apocalipsis son sorprendentes. De hecho, hay algunas personas que llaman al Libro de Josué un modelo del Apocalipsis, especialmente cuando describe la batalla de Bet-horón en el capítulo diez. Los israelitas fueron enfrentados por una coalición de cinco reyes de los amorreos dirigidos por uno que se llamaba a sí mismo Adonisedec, o señor de justicia (¿un modelo de anticristo?).
Hubo señales en el sol, la luna y las estrellas como en Apocalipsis 6:12; 8:12 y 16:8-1, y grandes granizos cayeron del cielo como en Apocalipsis 8:7 y 16.21. Los cinco reyes de los amorreos se escondieron en cuevas por temor a los israelitas, como en Apocalipsis 6:15 los reyes de la tierra se esconden en cuevas por temor a la ira del Cordero. Al final del Libro de Josué, la tierra es despojada de sus usurpadores, y al final del Apocalipsis, la tierra es despojada de sus usurpadores también. El nombre Josué se deriva de la misma raíz hebrea de Yeshua, que es el nombre hebreo de Jesús. Pero podemos decir que la similitud más dramática se encuentra escondida en la historia de Rahab. Por eso el título de este artículo.
El Evangelio en Josué
Cuando los israelitas llegaron a la ribera oriental del río Jordán, el cual estaba desbordado, como es normal en esa época del año, estaban siendo cuidadosamente observados por la gente de Jericó, a solamente unos cientos de metros de la orilla occidental del río. Ellos habían oído cómo el Señor había partido el mar Rojo para permitirles a los israelitas escapar del ejército egipcio, y cómo Él los había ayudado a derrotar completamente a los dos reyes de los amorreos al este del Jordán. En las propias palabras de Rahab, “Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Josué 2:11). Entonces la gente de Jericó se quedó sin aliento cuando el Dios de Israel detuvo el agua del furioso río, permitiéndoles cruzar al otro lado a tierra firme.
Cuando Josué envió a dos espías a Jericó encontraron la casa de Rahab y pidieron refugio el cual que ella les otorgó a cambio de que le garantizaran su seguridad y la de su familia. Ellos acordaron hacerlo y le indicaron que atara un cordón de grana en la ventana, como señal, para que así tanto ella como cualquier otra persona de su casa pudieran salvarse de la batalla venidera (Josué 2:12-21). En el día de la batalla la ciudad fue capturada y todos los que estaban dentro de sus muros murieron, excepto Rahab y su familia. Ella había reunido a toda su familia en su casa y había colocado el cordón de grana que habían acordado. Antes de quemar la ciudad hasta sus cimientos, Josué hizo que los dos espías fueran a casa de Rahab para traerla a ella y toda su familia para vivir entre los israelitas (Josué 6:22-25). Por cierto, ¿pueden ver esto? Su casa estaba construida sobre el muro de la ciudad, el cual fue derribado al grito del ejército israelita. Todo el muro de piedras masivas que protegían la ciudad de Jericó cayó, excepto la porción que contenía la casa de Rahab. Qué testimonio del poder de Dios, Quien “sabe… librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 Pedro 2:9). (Vea también 1 Tesalonicenses 1:10).
Por Gracia Somos Salvos Por Medio de la Fe
El nombre Rahab significa orgullosa, pero entre la gente de Jericó, quienes conocían al Dios de Israel, solamente Rahab se humilló ante los dos espías y confesó que “Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra”. Y hablando de los espías, ¿qué paso con ellos? Además de reportar que toda la gente de Jericó estaba temblando de miedo, ¿le trajeron a Josué alguna información de inteligencia que le ayudara a desarrollar un plan de batalla? No, porque el Señor ya había determinado el plan de batalla y ellos no contribuyeron en nada para el mismo (Josué 6:2-5). Entonces ¿cuál fue el propósito en Su plan? Pareciera que en realidad fueron dos testigos enviados para escuchar la confesión de Rahab, salvarla de la destrucción y darle un lugar entre el pueblo del Señor.
Desde ese momento en adelante, Rahab moró con los israelitas. Ella se casó con un varón de la tribu de Judá llamado Salmón y tuvo un hijo llamado Booz. Booz tomó para sí una esposa gentil de Moab llamada Rut y tuvieron un hijo al que llamaron Obed, quien tuvo un hijo llamado Isaí al que le nació David que se convirtió en Rey de Israel (Rut 4:13-22). Y 26 generaciones después, un primo y una prima distantes quienes eran descendientes del Rey David (y por lo tanto de Rahab y de Salmón) se casaron y se convirtieron en los padres terrenales de nuestro Señor Jesús. Entonces, cuando usted lea la genealogía de Jesús en el evangelio de Mateo, encontrará a Rahab en la lista (Mateo 1:5).
Lo Que Importa No Es Lo Que Usted Sabe, Sino a Quien Conoce
Todos en Jericó habían oído sobre el Dios de Israel, y todos, excepto Rahab, fueron destruidos en el día de la batalla. La fe de Rahab la salvó. Cuando ella creyó en su corazón que Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra, era El que podía hacer las cosas que ella había escuchado, Él hizo todo lo posible para revelársele, enviando a dos testigos para que testificaran de Su poder y amor. Inmediatamente luego que confesó que Él era Dios, ella fue marcada con una señal que le garantizaba su seguridad (Efesios 1:13-14), fue llamada a salir de Jericó (Romanos 8:29-30), fue escondida en el día de la batalla (Isaías 26:20-21 y Apocalipsis 3:10), y fue traída viva a la familia del Redentor (1 Tesalonicenses 4:16-17). Igual que usted y yo.
Y ahora ya conocen la versión adulta.