El Evangelio Según Pablo … Parte 1

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

El Rapto de la Iglesia se acerca cada vez más. No hay ningún evento que deba precederlo, y por las cosas que están sucediendo en el Medio Oriente, yo no puedo imaginar que pasará este año sin que veamos alguna confrontación grande. Los días de la iglesia en la tierra están claramente contados y ya sea que seamos arrebatados este año o no, ciertamente no es muy pronto para que estemos preparados.

Nuestra preparación es espiritual, no física, y eso significa que debemos estar en la condición espiritual apropiada para poder soportar el tiempo que nos queda. Necesitamos estar claros en lo que creemos y porqué para que podamos hablar con suficiente persuasión cuando seamos llamados a hacerlo. Necesitamos estar fuertes en nuestra fe, tanto para hacer nuestros últimos llamados a las personas que nos rodean y que aun no están con nosotros, como permanecer constantes aun frente a los intentos más serios, (especialmente) por aquellas personas dentro de la iglesia, que están erosionando los cimientos de nuestras creencias.

Con esto en mente, comenzaremos un estudio sobre la Carta de Pablo a los Romanos, el Evangelio según Pablo. Interrumpiremos el estudio cuando los eventos presentes lo ameriten, con el objeto de poder repasar sus implicaciones proféticas, pero nuestro enfoque será en repasar las bases de nuestra fe con la expectativa de que el 2007 será un año de gran significado profético. Piensen en esto como el equivalente espiritual de un atleta que se está entrenando en preparación a un gran evento.

La Carta de Pablo a los Romanos

Pablo escribió su carta a los Romanos desde Corinto, en la primavera del año 57 d.C. Él aun no había estado allí, pero estaba esperando poder ministrar en la Iglesia de Roma. La intención de esta carta era poner las bases para su visita, y preparar a la gran congregación, principalmente formada por gentiles, para su llegada.

Después de repasar el estado del mundo, los primeros ocho capítulos de la carta a los Romanos tratan sobre la doctrina, las piedras fundamentales de nuestra fe. Los capítulos 9 al 11 son proféticos, nuestra esperanza. Y los capítulos 12 al 16 de centran en la aplicación, por la cual podemos expresar nuestro amor. Entonces, la carta puede ser resumida con 1 Corintios 13, fe, esperanza y amor.

El mensaje que se mantiene, y que está entretejido en toda la carta, es que el Evangelio no es un conjunto de leyes que deben ser obedecidas, como tampoco es un credo que debe de ser aceptado. No es un consejo que se toma, ni una religión que debe creerse, ni un orden social por el cual debemos vivir. Es un mensaje sobre una persona, una historia de amor escrita con sangre sobre una cruz de madera. Es sobre Dios que se convirtió en hombre y murió por nosotros para que nosotros podamos vivir con Él. Entonces, empecemos.

Capítulo 1

Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos, y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; entre las cuales estáis también vosotros, llamados a ser de Jesucristo (Romanos 1:1-6).

De primera entrada, Pablo declara quién es Jesús; el descendiente biológico del Rey David a través de su madre María, quien era también descendiente de David, y el Hijo del Dios Vivo. Pablo le llamaría la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15) y el escritor de la Carta a los Hebreos (¿Pablo?) diría que Él es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen misma de Su sustancia (Hebreos 1:3). Pero la verdadera prueba de Su deidad se vio con Su resurrección, el Autor de la Vida logrando la victoria sobre la muerte.

A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo (Romanos 1:7).

La propia salutación de Pablo, que combina la “gracia” gentil de la cultura griega con la “paz” judía del hebreo.

El Anhelo de Pablo de Visitar Roma
Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros.

Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; esto es, para ser mutuamente confortados por la fe que nos es común a vosotros y a mí. Pero no quiero, hermanos, que ignoréis que muchas veces me he propuesto ir a vosotros (pero hasta ahora he sido estorbado), para tener también entre vosotros algún fruto, como entre los demás gentiles.

A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma (Romanos 1:8-15).

Pablo aun no había estado en Roma como tampoco ninguno de los otros apóstoles. Él había estado planeando ir allá para asegurarse de que el fundamento en la fe era cierto. Pero se sintió obligado de llevar la ofrenda que había estado colectando para la empobrecida iglesia de Jerusalén. Su carta ayudaría a prepararlos mientras él terminaba sus otras obligaciones.

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Romanos 1:16-17).

Este es un punto principal que Pablo mencionaba repetidamente. Nuestra justicia nos es impuesta por fe, desde el principio al fin. Se trata de cómo somos salvos y de cómo vivimos. No es por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9). Tampoco es algo que obtenemos con el tiempo por vivir un cierto estilo de vida. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas … Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él (2 Corintios 5:17, 21). Nuestras buenas obras son una expresión de gratitud por nuestra salvación, no la base para obtenerla.

Algunas personas han sugerido que Pablo escribió tres cartas basadas en esta cita de Habacuc 2:4. El justo (Romanos) por su fe (Hebreos) vivirá (Gálatas). Por supuesto que esto asume que ustedes creen, como lo creo yo, que Pablo fue el posible escritor de la Carta a los Hebreos.

La Ira de Dios en Contra de la Humanidad
Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa
(Romanos 1:18-20).

Ninguna persona puede legítimamente negar la existencia de Dios, o siquiera cuestionarla. La creación la demuestra claramente. “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmo 14:1). El corazón es el centro de las emociones. Los necios, o tontos, hacen esta afirmación de manera emotiva, porque aun ellos no la pueden hacer de manera lógica. La existencia de Dios es demasiado obvia.

Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (Romanos 1:21-23).

Los hombres de la antigüedad le otorgaban a las imágenes hechas por ellos el crédito debido a Dios. Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. De él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú (Isaías 44:14-17).

Nosotros nos reímos ante esa tontería. Pero tenemos una mejor. Le damos el crédito debido a Dios a… nada. La casualidad del azar es la responsable por el universo, y por la humanidad. Simplemente las cosas sucedieron.

Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío (Romanos 1:24-27).

Tomamos el logro creativo que coronó la obra del Señor, la vida humana, y le llamamos un accidente, el producto del azar. No tuvo ningún origen, no tiene ningún destino, y, por lo tanto, dijimos, no tiene ningún valor. Entonces Dios dijo, “Bien. Ustedes dicen que la vida no tiene ningún valor, así que me aseguraré de que la traten con desprecio y que sufran las consecuencias”.

La acción sagrada de la procreación se ha relegado al sexo casual. No es la libertad, sino más bien una maldición lo que ha producido un enorme aumento de niños abandonados, suicidios de adolescentes, y hogares desechos. En algunas partes de África hay toda una generación que hace falta debido al sida, siendo los bebés criados por sus abuelos. Para otras personas, el regalo de la vida se ha convertido en un presagio de muerte. El aborto no es una elección, sino que es la consecuencia de malas decisiones que no solamente terminan con la muerte del bebé, sino que también ponen en riesgo a la madre. La homosexualidad también es un pecado de muerte, elevando la tasa de homicidios y de suicidios más que el promedio, y reduciendo la expectativa de vida de 2 a 3 décadas. Estos no solamente son pecados, sino que son juicios. Y la aceptación pública de estos siempre ha sido una señal de que una sociedad está en su estado final de decadencia.

Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican (Romanos 1:28-32).

Ustedes no tienen que buscar muy lejos para encontrar la evidencia de todo esto. La exigencia para aceptar las religiones paganas y los estilos de vida alternativos, la prohibición pública de las muestras de la naturaleza cristiana, la falta de integridad entre los funcionarios públicos y los del mundo empresarial, el trato de la tragedia personal como entretenimiento y la burla de la justicia no son sino unas pocas señales de lo anterior.

Y en el frente religioso, las cosas no son mejores tampoco. Tenemos iglesias sin Jesús, la exploración de otros caminos para la salvación, los homosexuales evangélicos y la elevación de María en algunos círculos carismáticos. Las encuestas muestran que el 54% de los pastores a propósito han visto pornografía en el pasado año y se estima que cada semana se vacían tres púlpitos debido a un pecado sexual de alguna naturaleza.

Pablo escribió esta carta en el año 57 d.C. y cerca de 2.000 años después nada ha cambiado. Y si algo ha cambiado ha sido para peor. Su mensaje es tan real para nosotros ahora como lo fue entonces para ellos. La lección para nosotros se encuentra en buscar los restos de la sociedad del Siglo I. No quedó nada. Las poderosas culturas griega y romana han desaparecido, aplastadas bajo el peso de su propia depravación. ¿Cómo podíamos esperar algo menos?

Y como lo era en los días de Noé, todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal (Génesis 6:5). Pero así como lo hizo en aquel entonces, Dios lo está haciendo hoy día. Él ha enviado otra Arca, el Arca de nuestra Salvación. Y así como el juicio llegará pronto, el Arca está lista para recibirnos ahora. La puerta está abierta, y ya es hora de subir a bordo. No hay límites, “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13). Díganles a sus amigos mientras aun hay tiempo. 06/01/2007.