Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Romanos 12
Empezamos esta serie bajo la perspectiva de que el tiempo que nos queda es corto y por eso debemos asegurarnos de estar, en lo que resta de él, dentro de las prioridades del Señor para nuestras vidas. En los primeros ocho capítulos vimos otra vez que la única forma de entrar en el Reino es por medio de nuestra absoluta dependencia en el Señor y en Su sacrificio expiatorio. El confiarle a Él, y solamente a Él, nuestro destino, es lo que produce nuestra perfecta seguridad. En los capítulos 9—11 se detallaron las claras distinciones entre la Iglesia e Israel en términos de origen y destino.
Pero ahora volveremos nuestra atención a las cosas específicas que debemos estar haciendo para prepararnos para el día cuando seamos llamados al cielo. Nuestro objetivo no es ganar ni mantener nuestra salvación, que son cosas que no podemos hacer, por nosotros mismos, de todas maneras, sino el poder expresar nuestra gratitud por que se nos ha dado, y el guardar tesoros en el cielo. No tomará mucho tiempo antes de que la vida que nos ha tomado tanto trabajo construir para nosotros aquí en la tierra, se quede atrás. Todo lo que permanecerá es el tesoro que hemos guardado para nosotros en el cielo.
Sacrificios Vivos
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:1-2).
En algunas partes del mundo hoy día el ser cristiano representa para una persona tanto peligro que la única manera de poder sobrevivir es ponerse totalmente en las manos de Dios. Pero en la mayoría de los lugares ese no es el caso. Para la mayoría de nosotros el ponerse en manos de Dios no es un asunto de sobre vivencia, sino que es un asunto de escogencia. Y la mejor motivación para escoger eso es la gratitud.
¿Comprendemos totalmente lo que Él ha hecho por nosotros? ¿Qué Él no solamente murió para que usted tenga vida eterna, sino que también Él creó una eternidad para usted la cual está más allá de su más loca imaginación? Y ahora más que nunca los que tenemos un pie en el Reino y el otro en el mundo necesitamos reflexionar en la pregunta que le hizo Elías a Israel: “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?” (1 Reyes 18:21). Y como dijo Jesús, “Ninguno puede servir a dos señores” (Mateo 6:24). Esta puede ser nuestra última oportunidad para expresar apropiadamente nuestra gratitud por todo lo que el Señor ha hecho por nosotros al dedicarle nuestro tiempo restante. Ciertamente el mundo podría beneficiarse si unimos nuestros esfuerzos en Su Nombre. Si usted considera que no ha sido llamado para dejarlo todo y solamente servirlo a Él, ¿Qué tal si por lo menos usted hace de eso su primera y legítima prioridad?
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría (Romanos 12:3-8).
A cada uno de nosotros se nos han dado dones que nos equipan de manera especial para el servicio. Uno de los caza tesoros más emocionantes para la vida cristiana está en el área en que hemos sido dotados. Los dones que Él nos dio pueden ser diferentes de los que Él le dio a alguna otra persona en nuestro alrededor, de tal forma que cuando todos trabajamos juntos, cada quien contribuye significativamente a hacer algo que solos nunca podríamos haber logrado.
Algunas personas afirman que cada ser humano vivo tiene uno o más de estos dones dados por Dios, y que han sido pasados a nosotros desde nuestro primer padre, Adán, el cual los poseía todos. Ellos dicen que eso explica el porqué algunos incrédulos demuestran tener tanta habilidad en algunas áreas. Muchos de los grandes estadistas, filántropos, profesores, líderes de negocios, científicos y servidores públicos no muestran ninguna evidencia de tener algún compromiso de fe y a pesar de ello, han sido muy dotados, sobre todas las demás cosas. ¿Y no es sorprendente ver que en todos estos campos algunos de los más sobresalientes practicantes en toda esta Era del Hombre han sido judíos? Después de todo ellos son los únicos que tienen la línea de descendencia desde Adán ininterrumpida (Lucas 3:21-38).
Pero esta no es sino una de las tres listas de dones en el Nuevo Testamento. También están los dones (algunas veces llamados oficios) en la Iglesia, que encontramos en Efesios 4:11. Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros. Se puede establecer el caso en que todos los cristianos nacidos de nuevo muestran la tendencia de tener por lo menos uno de estos dones, los cuales son dados por el Señor Jesús para construir Su cuerpo.
Y finalmente tenemos los dones del Espíritu, los cuales se describen en detalle en 1 Corintios 12. El espíritu santo distribuye estos dones en cada creyente como lo considera necesario para el bienestar común (1 Corintios 12:7). Aquí, el lenguaje original claramente separa a los creyentes en tres grupos generales. Un grupo consiste en aquellas personas a quienes se les ha dado el don de ciencia y de sabiduría. Otro grupo tiene el don de una fe extraordinaria, sanidad, milagros, profecía y discernimiento. Y el tercer grupo tiene el don de lenguas y de interpretación de lenguas.
Ustedes tienen que leer 1 Corintios 12 en el idioma original griego para ver esto, y cuando lo hagan se darán cuenta de que claramente son tres los grupos. Esta agrupación de creyentes se deriva de dos palabras griegas que ambas se traducen “otro” en español. Una de estas palabras, allos, en realidad quiere decir “otro de la misma clase”, y la otra, heteros, quiere decir “otro de una clase distinta”. Véanlo por ustedes mismos. La palabra que significa “otro de una clase distinta” se encuentra al principio del versículo 9 y es la décima cuarta palabra traducida “otro” en el versículo 10. La única razón para que Pablo utilizara estas dos palabras diferentes, como lo hizo aquí, fue con el objeto de dividir los dones y sus receptores en tres grupos, como lo mencioné antes.
Piense en Ello de Esta Manera
Digamos que usted es una persona griega que vive en los tiempos bíblicos y que se acaba de comer un emparedado de pollo, Alguien le pregunta, ¿Le gustaría otro emparedado? Si él o ella utiliza la palabra allos significa que a usted se le está ofreciendo otro emparedado de pollo. Pero si la palabra que utiliza es heteros, quiere decir que a usted se le está ofreciendo otro tipo de emparedado, así que usted se verá obligado a preguntar ¿De qué tipo? antes de tomar una decisión. En ambos casos a usted se le está ofreciendo otro emparedado, pero en un caso es otro del mismo tipo, y en el segundo caso es otro de otro tipo.
De la misma manera es con nuestros dones espirituales. Todos los dones se les dan a los creyentes, pero algunos se le dan a unos creyentes de un tipo y otros a otros creyentes de otro tipo. No se nos dice qué criterio es el que se utiliza para asignar a los creyentes en estos grupos. Pero el hecho de que se nos han ofrecido demuestra que no es bíblico esperar que todos los creyentes manifiesten el mismo don, como el resto de la enseñanza de Pablo en 1 Corintios 12 claramente indica.
Y como siempre es el caso en estos asuntos importantes, la Trinidad plena está involucrada en equiparnos con los dones del Padre (Romanos 12), del Hijo (Efesios 4), y del Espíritu Santo (1 Corintios 12). Y también es por lo general cierto que nuestros dones particulares saldrán a luz conforme nos acercamos más y más al Señor y nos preparamos para el servicio, porque nuestros dones están diseñados para ayudarnos a llevar a cabo Su voluntad en nuestras vidas.
Si usted es como muchos cristianos, entonces puede ser que no se haya preparado muy bien, pero, a pesar de ello, nunca permita que alguna persona le diga que usted no está equipado. Usted es como la pieza de una máquina de precisión, capaz de hacer grandes cosas pero le hace falta la mano de un operario capacitado. Empiece a prepararse para el servicio, y observe al Señor ir a trabajar con usted para hacer que esos dones florezcan.
El Amor
El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión [Proverbios 3:7].
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor [Deuteronomio 32:35].
Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza [Proverbios 25:21-22].
No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal (Romanos 12:9-21).
Esta sencilla lista de exhortaciones al final del Capítulo 12, junto con las que se dan en el próximo capítulo, explican cómo es que podemos lograr obedecer las órdenes del inicio. Al hacer estas cosas nos estamos presentando como sacrificios vivos. Al hacerlas ya no nos estamos conformando con las cosas de este siglo sino que estamos siendo transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento. Esta lista de acciones, si se siguen con toda sinceridad, nos cambiará de ser una persona auto centrada, auto promovida, y auto servida, lo cual por naturaleza somos, a ser un canal para que fluya el amor del Señor. Y cuando nos transformamos para serlo, el área de nuestros dones empezará a salir a luz. Y tal como ustedes lo esperan, el Señor se empezará a mover plenamente dentro de la arena de nuestros dones, otorgándonos las bendiciones que son imposibles de sentir en una vida ordinaria. Selah. 17/03/2007.