Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Habiendo visto que con las bendiciones de la salvación hemos recibido también los dones que nos dan la habilidad para responder de acuerdo a ella, ahora continuamos con el consejo que nos da Pablo para vivir una vida agradable a Dios, en agradecimiento por todo lo que nos ha dado. Seguir estas indicaciones nos llevará más cerca de Dios, lo cual le permite a Él hacer Su voluntad en nuestras vidas dando como resultado mayores bendiciones. Este es el camino a la vida abundante de la que nos habló Jesús (Juan 10:10).
Romanos 13
Someterse a las Autoridades
Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia. Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo. Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. (Romanos 13:1-7).
La Biblia pareciera que justifica solamente una forma de desobediencia, y esa es cuando se aprueban leyes que declaran ilegal la adoración a Dios o que obligan a la adoración a los dioses paganos. Daniel 3 & 6 son ejemplos en donde la adoración a un dios pagano era obligatoria. En Daniel 3, Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron lanzados dentro de un horno ardiente por haberse rehusado adorar la estatua de Nabucodonosor, y en el capítulo 6 Daniel fue echado en el foso de los leones por adorar a Dios y no al rey Darío.
En Hechos 4:1-20 Pedro y Juan fueron encarcelados por predicar el Evangelio y luego traídos ante el Sanedrín el cual les ordenó que no lo hicieran más. En el versículo 19 ellos se rehusaron diciendo que el efecto no podían obedecer las leyes de los hombres y al mismo tiempo las de Dios, así que preferían seguir obedeciendo a Dios.
En todos estos casos, los actos de desobediencia civil fueron bendecidos. Pero Pablo dejó muy en claro de que Dios instituyó el gobierno humano y que Él lo responsabiliza por gobernar de manera justa, de la misma manera que Él responsabiliza a las personas de obedecer. Hebreos 13:17 nos dice, “Obedeced a vuestros pastores [líderes], y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta”.
Amar, Porque el Día Está Cercano
No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor (Romanos 13:8-10).
Según Mateo 5 & 6, estos mandamientos deben ser obedecidos, pero siendo guiados por la motivación de nuestros corazones, o de otra manera no ser obedecidos del todo. Su intención no fue la de entrenarnos a hacer actos de obediencia exterior, como se entrena a un perro o a una foca, sino para que desarrollemos corazones llenos de amor y de respeto hacia los demás, de igual manera como el corazón del Señor está lleno de amor y de respeto hacia nosotros. Ama a tu prójimo como a ti mismo. Cuando el abogado le preguntó a Jesús “¿quién es mi prójimo?” el Señor le respondió con la parábola del Buen Samaritano, indicándole que hiciera lo mismo (Lucas 10:29-37).
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne (Romanos 13:11-14).
Como lo he indicado desde el principio, este estudio de la carta a los Romanos tiene la intención de prepararnos para la vida venidera. Cada día que pasa nos acerca más al Rapto de la Iglesia, por eso es que debemos concentrarnos más y más en las cosas que son importantes para Aquel a quien esperamos. Ya el tiempo está muy avanzado para que nos detengamos de seguir viviendo según los placeres de este mundo y empecemos a vivir por los galardones del próximo. Como Pablo les escribió en su segunda carta a los Corintios, no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2 Corintios 4:18). Ya pronto seremos arrebatados de todo lo que hemos construido aquí en la tierra, para pasar la eternidad en un lugar en que lo que hemos construido será todo lo que importa. En 1 Corintios 3:14-15 Pablo escribió, “Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego”.
Si ustedes son como yo, entonces han pasado la mayor parte de su vida adulta acumulando riquezas para poder tener el estilo de vida del que ahora disfrutan. ¿Pero, por cuánto tiempo? ¿Unos pocos años más? Si usted aun no lo ha hecho, comience a enfocarse hacia la vida que viene que es la que dura para siempre. Haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (Mateo 6:20-21).
La vida de ustedes debe de cambiar dramáticamente. Todas las reglas ahora son diferentes y muchas de ellas pareciera que estuvieran en contra de la intuición. Si damos sin esperar recibir de vuelta, recibiremos más de lo que hemos dado (Lucas 6:38). Si nos ponemos de últimos seremos los primeros (Mateo 20:16). Debemos sacrificar nuestra vida para poder guardarla (Lucas 17:33). No nos concentremos en lo que vemos, sino más bien en lo que no vemos (2 Corintios 4:18). Y así sigue. En los capítulos 12—15 Pablo nos ha dado la guía para que actuemos bajo estas nuevas reglas. Debemos aprenderlas y empezar a actuar para ganar, mientras aun queda tiempo. Prosigamos leyendo …
Romanos 14
El Débil y el Fuerte
Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme (Romanos 14:1-4).
En los días de Pablo existían muchos templos paganos, y cuando sacrificaban animales a sus dioses vendían la carne para costear los gastos del templo. En algunas ocasiones se cocinaba esa carne y se servía, al estilo de un restaurante en los salones de banquetes, a cualquiera que pagase el precio del plato. Algunos creyentes se rehusaban a comer de esa carne, temiendo que con ello estaban adorando esos ídolos, y, por lo tanto, pecando. Otras personas, más seguras de su fe cristiana, no le veían nada malo a eso porque los dioses paganos solamente son unas estatuas.
También estaba la cuestión de las restricciones alimenticias judías. Los creyentes que tenían antecedentes judíos habían pasado toda su vida observando esas leyes y algunos dudaban de dejar de observarlas de un momento a otro. Pablo les dijo que eso no era un asunto de salvación pues cada uno debía ser guiado por su propia conciencia, pero nadie debía condenar a alguien con quien no estaban de acuerdo. Y una vez más, Pablo subraya de dónde proviene el poder que garantiza nuestra salvación. Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.
Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos (Romanos 14:5-8).
En Colosenses 2:16-17 Pablo escribió, “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo”. Como creyente, usted puede obedecer las restricciones alimenticias o no, se puede abstener de injerir bebidas alcohólicas o de disfrutar de un trago ocasional, puede observar el Sabbath el sábado o adorar el Domingo, puede guardar las fiestas levíticas o ignorarlas. Si usted es sincero en sus creencias, sígalas. Solamente no juzgue a aquellas personas que piensan diferente a usted sobre estas cosas. De nuevo, estas cosas no son un asunto para la salvación.
Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios [Isaías 45:23]. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí (Romanos 14:9-12).
Este es un tema que se repite en todas las cartas de Pablo. Puede ser que los creyentes de entonces eran tan críticos de los demás como lo son hoy en día. Pero las advertencias de Pablo nos vienen directamente de la Fuente. Jesús dijo, “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” (Mateo 7:1-2).
Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. No sea, pues, vituperado vuestro bien; porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres (Romanos 14:13-18).
Nuestra libertad en Cristo es buena, pero cuando alardeamos de ella frente a las personas que no están de acuerdo con nosotros, estamos permitiendo que lo que es bueno se considere como si fuera malo. Nosotros aprendimos esa lección empezando nuestra estadía en México. En una de nuestras primeras visitas a un concurrido restaurante, los misioneros más experimentados nos indicaron que en la cultura local el consumo de bebidas alcohólicas en público por un misionero norteamericano, no era aceptado. Rápidamente tome la decisión de cambiar la cerveza que quería ordenar por una bebida gaseosa.
No hay nada en la Biblia que indique que se prohíbe tomar vino u otras bebidas fermentadas, como la cerveza, por ejemplo. De hecho, eso estaba específicamente autorizado para las fiestas otoñales en Israel (Deuteronomio 14:22-26). Pero solamente porque eso es permitido no significa que está bien ofender a los demás, especialmente si con ello se pone en duda nuestra credibilidad como siervos de Dios.
Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite.
¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado (Romanos 14:19-23).
Aquí Pablo vuelve a confirmar que las restricciones alimenticias habían sido levantadas tal y como se le mostró a Pedro en Hechos 10:9-16. Pablo era un gran defensor de todas nuestras libertades en Cristo, pero las comparaba, cuando se ejercían sin ningún cuidado, con los efectos que podían ocasionarle a alguna otra persona, como, por ejemplo, el tomar frente a un alcohólico que está luchando contra su alcoholismo. Eso presenta una tentación innecesaria a alguien que está teniendo un momento de dificultad. Él dijo que si usted puede hacerle frente y no le veía nada malo, entonces estaba bien. Coma la carne y tome el vino, pero hágalo en su casa en donde no va a ser tentación a un hermano más débil. Y como se lo dijo a los Corintios, “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica” (1 Corintios 10:23).
A pesar de que tenemos esta gran libertad, siempre debemos ser muy cuidadosos para no darle ningún mal ejemplo a los demás, ni ocasionar que alguien que está luchando en su vida, ser agobiado innecesariamente. Lo primero y más importante es dejar que nuestro comportamiento consista de cosas que guíen hacia la paz y la edificación duradera. Selah. 24/03/2007.