Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
En este momento nos hemos dado cuenta de que Pablo, en su Carta a los Romanos, ha contestado las tres preguntas teológicas principales para toda la humanidad. Estas son:
1. ¿Por qué necesitamos de un Salvador? (Capítulos 1—3).
2. ¿Qué ha hecho nuestro Salvador por nosotros? (Capítulos 4—8).
3. ¿Cómo debemos responderle a nuestro Salvador? (Capítulos 12—15).
Además de eso, Pablo ha definido claramente la relación entre Israel y la Iglesia dentro de todo el plan soberano de Dios (Capítulos 9—11). Ahora completaremos este estudio examinando Romanos 15—16.
Romanos 15
Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí [Salmo 69-9]. Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo (Romanos 15:1-6).
Al aplicarle esta cita del Salmo 69 al Señor, Pablo nos muestra la conexión entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Esto es algo que muchos cristianos harían bien en saber. Dios no cambió durante el intermedio entre las dos mitades del Su libro. Él es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8).
Hablando sobre los eventos de la vida nacional de Israel de hace varios miles de años, Pablo escribió, “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corintios 10:11). Todas aquellas personas que no aprendieron del pasado están condenadas a repetirlo. Cuando ignoramos las lecciones aprendidas a través de Israel para beneficio nuestro, estamos en peligro. Por ejemplo, enumere cualquiera de los pecados cometidos por Israel y se dará cuenta de que los mismos se repiten en la Iglesia.
Pero usted puede decir, “un momento, la iglesia no mató al Mesías” ¿Eso cree usted? Pregúntele a las denominaciones liberales, de las cuales procedemos muchos de nosotros, que le describan a Jesús, y usted obtendrá casi todas las respuestas menos la correcta. El verdadero Jesús antes estaba en esos lugares, pero ya no lo está. Él ha sido reemplazado por alguien más que tiene el mismo nombre, pero que carece del Su poder. Para ellos, Él está muerto. Con la doctrina de la Hipótesis Documentaria, ellos le dieron un golpe mortal, y con la del Racionalismo Moderno, lo terminaron de acabar.
Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios. Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres, y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: Por tanto, yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre [2 Samuel 25:50; Salmo 18:49].
Y otra vez dice: Alegraos, gentiles, con su pueblo [Deuteronomio 32:43].
Y otra vez: Alabad al Señor todos los gentiles, y magnificadle todos los pueblos [Salmo 117:1].
Y otra vez dice Isaías: Estará la raíz de Isaí, y el que se levantará a regir los gentiles; los gentiles esperarán en él [Isaías 11:10].
Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:7-13).
Jesús vino a los judíos, pero siempre ha sido el plan de Dios bendecir a los gentiles también. Isaías registró una conversación entre el Padre y el Hijo para confirmar lo anterior.
“Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra” (Isaías 49:6).
Observen que él no dijo que el Mesías sería una luz a los gentiles en lugar de a los judíos, sino que lo sería para los dos. Como Pablo le escribió a la iglesia en Éfeso, Su propósito fue hacer un nuevo hombre de los dos y reconciliar a ambos con Dios por medio de la cruz (Efesios 2:15-16).
Pablo Ministra a los Gentiles
“Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros. Mas os he escrito, hermanos, en parte con atrevimiento, como para haceros recordar, por la gracia que de Dios me es dada para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.
Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo que a Dios se refiere. Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras, con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca han oído de él, entenderán [Isaías 52:15]. Por esta causa me he visto impedido muchas veces de ir a vosotros” (Romanos 15:14-22).
Pablo se vio a sí mismo como el agente por medio del cual la profecía de Isaías se cumpliría. A pesar de que anhelaba atraer a los de su propia raza para que se dieran cuenta de que Jesús era su Mesías, y ultimadamente sería encarcelado por sus esfuerzos por hacerlo, él fue el apóstol para los gentiles. Y a pesar de que él era de la tribu de Benjamín, y que nunca podría servir como sacerdote en Israel, describió la tarea de proclamar el Evangelio a los gentiles, como un deber sacerdotal.
Pablo se Propone ir a Roma
“Pero ahora, no teniendo más campo en estas regiones, y deseando desde hace muchos años ir a vosotros, cuando vaya a España, iré a vosotros; porque espero veros al pasar, y ser encaminado allá por vosotros, una vez que haya gozado con vosotros.
Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos. Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén. Pues les pareció bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales. Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré entre vosotros rumbo a España. Y sé que cuando vaya a vosotros, llegaré con abundancia de la bendición del evangelio de Cristo” (Romanos 15:23-29).
Pablo eventualmente visitó Roma, quizás a pesar de que no fue de la manera esperada. Hechos 20—26 registra cómo es que fue arrestado en Jerusalén, traído ante el Sanedrín el cual había planeado matarlo, y encarcelado por los romanos en Cesarea para que pudiera estar a salvo. Durante los siguientes dos años permaneció en juicio ante los gobernadores Félix y Festo y después ante el rey Agripa. A pesar de que Agripa estaba convencido de liberar a Pablo, la apelación de Pablo ante César hizo que fuera enviado a Roma.
En el camino naufragó y fue lanzado en la costa de la isla de Malta en donde permaneció durante tres meses. Finalmente se embarcaron de nuevo hacia Roma, tres años después que Pablo había prometido llegar. Ya allí, él aguardó bajo arresto domiciliario para que Nerón asignara el momento conveniente para juzgarlo. Mientras esperaba el juicio, además de las prédicas diarias a los grupos crecientes que lo buscaban, Pablo escribió las llamadas epístolas de la prisión, Efesios, Colosenses, Filipenses, y Filemón. Un día fue llevado ante un burócrata de nivel medio quien lo dejó en libertad sin darle ninguna excusa, habiendo permanecido bajo arresto domiciliario en Roma durante dos años desde su llegada.
“Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios, para que sea librado de los rebeldes que están en Judea, y que la ofrenda de mi servicio a los santos en Jerusalén sea acepta; para que con gozo llegue a vosotros por la voluntad de Dios, y que sea recreado juntamente con vosotros. Y el Dios de paz sea con todos vosotros. Amén” (Romanos 15:30-33).
Como ustedes pueden ver del resumen de las “aventuras” de Pablo, el camino a Roma fue diferente a lo esperado. Algunas personas dicen que eso fue así porque Pablo desobedeció a Dios al ir a Jerusalén, citando Hechos 21:1-15 como referencia. Otras dicen que la oración de Pablo no fue contestada, por lo menos en la forma que él anticipaba. Después de todo él fue librado de los judíos, su servicio fue aceptado, y a pesar de todos los obstáculos y oposiciones que se le presentaron, él pudo llegar a Roma. Sin importar la opinión que algunas personas puedan tener sobre esto, nadie puede discutir los resultados que el Espíritu Santo logró por medio de Pablo durante todo este tiempo.
Romanos 16
(Los versículos 1—16 contienen una lista de personas en Roma a las que Pablo quería que la iglesia saludara en su nombre. Omitiremos estos versículos por ser irrelevantes para nuestro estudio.)
“Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos. Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal. Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros” (Romanos 16:17-20).
Si en algún momento hay que hacerle caso a esta advertencia, es ahora mismo. Pablo pronto va también a advertirles a los ancianos de Éfeso sobre el mismo problema, “Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20:29-30). Él los estaba alertando sobre el error del gnosticismo que se avecinaba.
Pero el cumplimiento último de esta profecía es ahora. No fue suficiente que las principales denominaciones cristianas fueran presas de los lobos rapaces con las doctrinas como la Hipótesis Documentaria. Eso dio como resultado el nacimiento del movimiento pentecostal al inicio del Siglo XX cuando retornaron los dones del Espíritu a la Iglesia. Y las herejías racionalistas modernas han formado el movimiento de Jesús en los años de los 70 y han producido un éxodo masivo del denominacionalismo.
Todos estos han sido los lobos rapaces que se infiltraron entre nosotros, pero la iglesia ha respondido a cada uno de estos con el crecimiento. Y ahora algunos de los nuestros se han levantado para distorsionar la verdad en la forma del movimiento de la Iglesia Emergente y algunos otros de nuestros líderes que han sido los más altamente considerados, han sido atrapados en el mismo. Este es el principio de la deserción de la verdad de la que habló Pablo en 2 Tesalonicenses 2:3. Esa gran apostasía ya está sobre nosotros.
Empezamos la Carta de Pablo a los Romanos desde la perspectiva de que pronto nos iremos al cielo y la terminamos de la misma manera. La iglesia apóstata esta viva y creciendo, lo cual es otra de las claras señales de que el número completo (la plenitud) de los gentiles pronto estará a bordo porque ya estamos por ser despachados a nuestro último destino. Este es el viaje más emocionante que la humanidad jamás ha visto. Yo oro para que nuestro estudio les haya dejado mejor preparados en su conclusión de lo que ustedes estaban al comienzo.
“Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, al único y sabio Dios, sea gloria mediante Jesucristo para siempre. Amén” (Romanos 16:25-27). Selah, 31/03/2007.