Un Comentario Bíblico por Jack Kelley
Cada año en el Día de Gracias recuerdo el origen de esta festividad, la Fiesta Judía de los Tabernáculos. Esa fiesta era el evento que coronaba el ciclo de las fiestas otoñales de Israel, que incluía también el Rosh Hashanah y el Yom Kippur. Era la celebración de la cosecha y de la misericordia de Dios al perdonar los pecados de Su pueblo por otro año, y un recordatorio del tiempo durante el cual Él vivió en medio de Israel, en el desierto, al haberlos apartado como Su pueblo.
Cuando los Peregrinos (Pilgrims) habían tenido su primera y exitosa cosecha en el Nuevo Mundo, decidieron darle gracias al Señor por Su provisión, a pesar de que la mitad de ellos había muerto durante el primer año desde su llegada. Invitando a los nativos que eran sus vecinos para que se les unieran, celebraron una fiesta que duró tres días moldeada alrededor de su conocimiento de la Fiesta de los Tabernáculos.
Cómo Empezó Todo
Los judíos estaban por entrar en la Tierra Prometida. El Señor le había dicho a Moisés que les dijera que en el futuro ellos habrían de apartar un diezmo (1/10) de su producción cada año y lo trajeran, junto con sus otras ofrendas voluntarias, al lugar que Él escogería para que ellos le adoraran. Estaban supuestos a traer sus diezmos y comerlos allí durante una gigantesca fiesta nacional. Solo piensen en ello, 1/10 de todas las ovejas, cabras y el ganado que había nacido ese año, 1/10 de la cosecha de granos, vegetales y frutas de toda la tierra, panes, pasteles y barriles de vino.
Cada otoño, después de la cosecha, todas las personas en Israel venían a Jerusalén para la celebración. Era la cena de acción de gracias más grande que se celebraba en el año. El sonido de la risa, las voces y el aroma de todos los platillos exóticos que se cocinaban llenaba el aire durante una semana, mientras las personas le daban gracias a Dios por haberlos bendecido (Deuteronomio 12:8-12, 17-19).
Cada tercer año le entregaban sus diezmos a los levitas y se quedaban en sus casas. Esto aseguraba que habría suficiente para cuidar a los levitas (quienes eran los maestros y doctores y abogados, y no tenían ninguna porción de tierra asignada a ellos) y a todas las viudas, huérfanos, indigentes y los extranjeros que vivían entre ellos. Cada año celebraban la provisión del Señor y Él los bendecía con más para que su abundancia creciera. El Señor les ordenó que hicieran esto cada año “para que el Señor tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren” (Deuteronomio 14:22-29). Al apartar la porción del Señor y luego utilizarla para darle gracias, ellos se dieron cuenta de que cada año su bendición aumentaba.
Pero después de su retorno del cautiverio babilónico, el Señor los sorprendió porque lo estaban engañando. Él les advirtió que ellos mismos se habían puesto bajo maldición porque no estaban apartando sus diezmos de la manera requerida. Le estaban dando al Señor lo peor, no lo mejor, y aun eso lo estaban haciendo a regañadientes como si ello fuera una gran carga. Debido a eso no estaban siendo bendecidos sino que trabajaban más y más para obtener menos cada vez. “Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes”, les dijo, “Traigan todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y pruébenme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no les abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:7, 10).
Y así es siempre con el Señor. Sin durezas ni resentimientos, solamente vuélvanse a Él y Él se volverá a ustedes. Todo ha sido perdonado, porque Sus misericordias son nuevas cada día. Nosotros siempre podemos comenzar en donde estamos y Él responderá como si nada hubiera sucedido.
Las Reglas del Juego
Con estos dos pasajes aprendemos las reglas de lo que Dios llama el Juego de la Bendición de Dios. Nosotros mostramos nuestro agradecimiento al darle a Dios Su parte y Él nos bendice con más. Cuando aumentamos nuestra ofenda Él aumenta Su bendición, permitiéndonos dar aun más. Y así sucesivamente. Pero cuando nos volvemos tacaños o resentidos y tratamos de darle menos a Dios, entonces las bendiciones se ven afectadas.
Los israelitas demostraron más allá de toda duda que si seguían las reglas del juego podían ganar todas las veces. Y también ellos demostraron lo inútil que es engañar. ¿Pero existe alguna versión del Juego de la Bendición de Dios en el Nuevo Testamento? Por supuesto que sí, porque Dios es el mismo ayer y hoy y por siempre. Lucas 6:38 nos dice, “Den, y se les dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en su regazo; porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos”.
Si usted muestra un agradecimiento pequeño recibirá una bendición pequeña. Si muestra un poquito más, las bendiciones aumentan. Mientras más generosos seamos las bendiciones serán más abundantes. Pablo nos dio el resultado final en 2 Corintios 9:11. “Ustedes serán enriquecidos en todo sentido para que en toda ocasión puedan ser generosos, y para que por medio de nosotros la generosidad de ustedes resulte en acciones de gracias a Dios” (NVI). Cada vez que sintamos que debemos ayudar a alguien, encontraremos que allí está el dinero para poder hacerlo. Y todo será el resultado de darle gracias a Dios.
Un Tesoro en el Cielo
Muchas personas no se dan cuenta de la segunda parte de esta promesa y es por eso que esta no se hace realidad en sus vidas. El Señor no prometió hacernos ricos para que podamos tener casas más grandes o muchos automóviles, Él prometió hacernos ricos para que podamos ser más generosos. Estamos supuestos a ser un centro de distribución para Sus bendiciones, no una bodega. Las bendiciones que recibimos están supuestas a fluir hacia otras personas, no detenerse con nosotros. Las riquezas que acumulamos se encuentran en el cielo, no en la tierra. Y eso es bueno, porque aquí abajo solamente duran un poco de tiempo, pero allá arriba duran para siempre (Mateo 6:19-20).
Este es el Juego de la Bendición de Dios. Es un juego que Él desarrolló y en el que todos podemos ganar. Las reglas son claras y nunca cambian. Nosotros somos los que establecemos el nivel de bendiciones que recibiremos por medio de la gratitud que expresemos por medio de nuestra generosidad hacia los demás. El Señor ama al dador alegre y nos recompensará de igual forma.
Entonces, los Peregrinos decidieron seguir la lección de los Israelitas. Ellos tomaron lo poco que tenían y dieron gracias invitando a sus vecinos nativos para que se les unieran para poder mostrarles su generosidad. Como resultado, el Señor los bendijo. Y así fue como todo eso empezó. De una forma u otra, eso ha continuado desde entonces y miren cómo hemos sido bendecidos. Los estadounidenses son las personas más ricas del mundo. Si usted no cree eso, intente vivir en algún otro lado, en cualquier otro lado, por un tiempo.
Es Nuestro Pequeño Secreto
Como un testimonio del conocimiento de Dios de la condición humana es que las raíces de la celebración del Día de Gracias han sido obscurecidas. Es que Él quiere bendecirnos, pero las reglas del juego requieren una expresión de gratitud de nuestra parte. Al permitir que el Día de Gracias sea percibido como un simple día de fiesta secular en vez de uno religioso, Él puede recibir, en privado, nuestro agradecimiento sin el riesgo de que sea expulsado de la celebración como ha sucedido con la Navidad. Entonces no habrá protestas públicas de los paganos, no habrá demandas interpuestas por la ACLU (Unión Estadounidense de las Libertades Civiles, por sus siglas en inglés), no habrá ningún ataque de otras religiones en contra del origen de esta celebración. Muy pocas personas están conscientes de las raíces cristianas de esta celebración “estadounidense”. Pero siendo cristianos devotos, los Peregrinos sabían a Quien le daban gracias, y porqué. Usted y yo lo hacemos también. Es nuestro pequeño secreto. Nuestro y de Dios.
Yo le pido al Señor que ustedes hayan disfrutado de un Día de Gracias muy feliz, y de que a través de los días de fiesta que siguen, ustedes recuerden las reglas del Juego de la Bendición de Dios y lo jueguen a ganar. Selah. 26/11/2011.