Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio (Efesios 3:2-6).
De nuestro estudio de si la Iglesia fue prevista por los profetas de Israel, la pregunta obvia que queda sin contestar es, “¿Qué fue lo que Pablo quiso decir cuando dijo que era un misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres?”
Pues bien, el misterio no era sobre si el Señor les extendería la mano a los gentiles, puesto que Isaías había dejado muy claro que el Mesías traería Su salvación a todas las naciones. El misterio era en la forma cómo Él lo haría. Como vimos de Hechos 15:13-18, Jacobo fue el primero en decir que Israel estaba siendo puesto a un lado por un tiempo hasta que el Señor tomara un pueblo para Su nombre de entre los gentiles, pero que después de eso Él se volvería de nuevo a Israel. (En realidad, el Señor había insinuado esto en Mateo 21:43 cuando Él les dijo a los líderes judíos que el Reino les sería quitado y entregado a un pueblo que produciría sus frutos. Jacobo solamente estaba aclarando Su declaración.)
Con una visión retrospectiva de 20/20, podemos ver un número de vacíos en la profecía del Antiguo Testamento en los cuales el Señor había insertado la Iglesia. Pero esa es la clase de cosas que uno puede ver mirando en retrospectiva desde nuestra perspectiva. Es como un camino que está escondido en un sendero y que uno solamente puede verlo después que lo ha pasado, y luego solamente mirando hacia atrás en la dirección por la que uno viene.
(Algunas personas afirman haber encontrado 24 de estos vacíos y los usan para ayudarlos a identificar los 24 ancianos de Apocalipsis 4 como que representan la Iglesia después del Rapto. El hecho de que los ancianos llevan coronas de vencedores, las cuales la Iglesia recibirá solamente después del Rapto, tiende a sustentar este punto de vista.)
Como dije, encontramos estos vacíos en la profecía del Antiguo Testamento, y uno de los más claros lo vemos en Isaías 9:6-7 en donde el Señor hizo que Isaías dijera:
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
El ángel Gabriel le dijo a María que su hijo cumpliría esta profecía (Lucas 1:33), pero mirando hacia atrás vemos que solamente fue parcialmente cumplida durante la vida del Señor en la tierra. Un niño nació, y un hijo fue dado, pero eso fue todo. El resto espera la Segunda Venida y en el medio se encuentra la Iglesia.
Los discípulos tropezaron en otra cuando el Señor dijo que el Templo pronto sería destruido, en Mateo 24:2. Ellos sabían que 69 semanas (483 años) de la profecía de las Setentas Semanas (490 años) de Daniel ya habían pasado, y que Herodes había pasado los 40 años previos construyendo el Templo. Y ahora Jesús les dice que iba a ser completamente destruido justo siete años antes del tiempo en que Daniel había dicho que se terminaría la prevaricación, se pondría fin al pecado, y se expiaría la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos (el lugar) (Daniel 9:24). Sin un Templo esta meta no podía cumplirse. Su asombro sobre la profecía del Señor fue la que produjo el Discurso del Monte de los Olivos y el descubrimiento de lo que ahora nos damos cuenta, que es un vacío entre los primeros 483 años y los últimos siete. Una vez más, ese vacío ha sido llenado por la Iglesia.
Pero aun eso no reveló el misterio. No, el secreto que hizo reventar a todo el mundo fue que los gentiles estuvieran siendo herederos del Reino junto con Israel, y que Dios en realidad estaba creando una raza humana enteramente nueva, una raza espiritual compuesta de judíos y gentiles, pero con un destino separado uno del otro. Pablo describió esto en Efesios 2:14-16:
Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades
Ya la humanidad no consistirá más en judíos y gentiles ante los ojos de Dios. De ahora en adelante incluirá a un tercer tipo de humanos, la Iglesia (1 Corintios 10:32). Y de la misma manera como Dios llamó a los judíos de entre los gentiles, ahora Él está llamando a la Iglesia de entre los judíos y los gentiles. Fue por medio de la Iglesia que los judíos y los gentiles se unirán para compartir por igual la herencia de Dios.
Los Gentiles en el Antiguo Pacto
Desde nuestro lado de las profecías, podemos ver que esta era la intención de Dios todo el tiempo. Pero para tener el sentido de cómo esto pudo haber impresionado a los apóstoles judíos, veamos la manera cómo a los convertidos gentiles al judaísmo les había ido bajo el Pacto Antiguo. Desde los primeros tiempos que los gentiles se sometieron a la Ley, compartieron tanto sus privilegios como sus responsabilidades.
Y el extranjero que sigue a Jehová no hable diciendo: Me apartará totalmente Jehová de su pueblo… Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos (Isaías 56:3, 6-7).
Pero especialmente durante el período del Segundo Templo, existía una definitiva distinción de clases. El mismo Templo era un buen ejemplo de ello. Estaba rodeado de una serie de patios para los adoradores, cada uno separado de los otros por medio de paredes o portones. Inmediatamente fuera del edificio en donde estaba localizado el altar del sacrificio, se encontraba el patio de los sacerdotes. Justo más allá de este estaba el patio de los varones, y rodeando a este el patio de las mujeres. Todos juntos formaban el patio de los israelitas. Separado del patio de los israelitas por otra pared con portones vigilados se encontraba el patio exterior, el patio de los gentiles. En cada portón de esta pared de separación se encontraba un rótulo que le advertía a los gentiles de no ingresar más allá so pena de muerte. Y lo peor es que estaba por lo menos a 30 metros del altar, y aun a mayor distancia en la mayoría de los lugares, y detrás de una pared. Mientras que algunos gentiles podían escuchar lo que sucedía dentro, nadie podía mirar el interior. Además de eso, algunas personas creen que a los cambistas y a los que vendían animales se les permitía montar sus tiendas en este patio durante las festividades santas para así restringir más la oportunidad de que los gentiles pudieran adorar al Señor. Jesús citó el anterior pasaje de Isaías al condenar a los judíos por hacer eso.
Ahora Pablo estaba diciendo que los gentiles serían elevados a un nivel de igualdad con los judíos, “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:13).
Los Gentiles Reciben El Espíritu Santo
En el Libro de los Hechos encontramos dos ocasiones en las cuales los nuevos creyentes hablaron en lenguas. En ambos casos había gentiles presentes con judíos. En Hechos 10 vemos que fueron los invitados en casa de Cornelio, y en Hechos 19:6, fue un grupo de personas procedentes de Éfeso, parte de la moderna Turquía. Hechos 10:45-46, nos dice, “Y los fieles de la circuncisión (judíos) que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios”.
Hechos 19 es similar. Yo creo que estas dos experiencias fueron anotadas para el expreso propósito de mostrarles a los judíos de que los gentiles podían recibir el Espíritu Santo como ellos lo habían hecho, como lo explica Hechos 10:45. Dios estaba asegurándose de que en la Iglesia ambos eran iguales. Estos son los únicos dos lugares mencionados en el Libro de Hechos en donde el hablar en lenguas se ve acompañado de la salvación. (Es interesante que uno de estos casos sucedió antes de que los creyentes fueran bautizados y el otro después.)
Por medio de la Iglesia, judíos y gentiles serán uno solo en Cristo Jesús, ya sean varón o mujer, esclavo o libre (Gálatas 3:28). Servirán como los mejores ejemplos y los más grandes de las riquezas incomparables de la gracia de Dios. Su obra de arte, Su obra maestra (Efesios 2:6-10). Todas sus imperfecciones serán eliminadas y finalmente serán lo que Dios quiso que serían, tan perfectos como Él es, inmortales e incorruptibles (1 Corintios 15:53). Su hogar eterno también será una obra de arte, hecho del oro y las piedras preciosas más finas, construyéndose durante 2000 años. Nada impuro jamás entrará allí, como tampoco allí habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor (Apocalipsis 21). Todos serán co-herederos con Cristo y co-regentes de Su universo, morando en Su presencia para siempre en un estado perpetuo de bendición.
Ni aun en lo más grandioso de la gloria que tuvo Salomón, el mundo jamás ha conocido lo que el Señor tiene planeado para la Iglesia. Y así como está disponible para judíos y gentiles por igual, pareciera que la Iglesia estará poblada mayormente por gentiles.
Así que el misterio de Pablo no era que el Señor les extendiera la mano a los gentiles, sino que Él también lo haría de manera suntuosa. Esto es lo que Pablo escribió:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu” (1 Corintios 2:9-10).
Es obvio para todas aquellas personas que leen la Biblia que Dios incluiría a todas las naciones en Su plan de salvación. Pero no fue sino hasta que Dios se lo reveló a Sus santos apóstoles y profetas, que ninguna persona en la tierra jamás se imaginó lo que eso significaría para nosotros. Ese es el misterio de Pablo. Selah. 05/09/2008.