Falsos Profetas

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Me dijo el Señor: No ruegues por este pueblo para bien. Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia.

Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Soberano! He aquí que los profetas les dicen: No verán espada, ni habrá hambre entre ustedes, sino que en este lugar les daré paz verdadera.

Me dijo entonces el Señor: Falsamente profetizan los profetas en mi nombre; no los envié, ni les mandé, ni les hablé; visión mentirosa, adivinación, vanidad y engaño de su corazón os profetizan. (Jeremías 14:11-14).

Yo había estado evitando tocar este tema por algún tiempo, pero no se alejaba de mi cabeza. Me volvió a la mente durante esta semana luego de haber leído un artículo acerca de un hombre que compró varios ejemplares de un libro actualmente popular que compara el antiguo Israel con los EE.UU. y le envió una copia a cada uno de los miembros de su gobierno estatal. Estoy seguro de que esta persona estaba bien intencionada, pero por el contenido del artículo aparentemente él estaba utilizando este libro para llamar la atención de esos legisladores a las promesas que Dios le hizo a Israel en 2 Crónicas 7:14 como el remedio para su Estado.

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”

Como ustedes saben, yo he tenido problemas con personas cristianas que afirman que esa es una promesa para los EE.UU. Las personas que viven en los EE.UU. no son automáticamente el pueblo de Dios, ninguna versión de nuestro nombre oficial contiene el nombre de Dios, y el pueblo de Dios en los EE.UU. que invoca el nombre de Dios es parte de la Iglesia Cristiana la cual no tiene casa ni en los EE.UU. ni en ningún otro país en la Tierra. Por el contrario, la Iglesia ha sido llamada a rechazar las cosas de este mundo y estar lista para ser reubicada en nuestra verdadera casa en el Cielo. Es allí en donde está nuestra verdadera ciudadanía (Filipenses 3:20).

Pero aquellas personas que tratan de invocar la promesa de 2 Crónicas 7:14 como un remedio para los EE.UU., ignoran lo anterior. También ignoran el hecho de que 2 Crónicas 7:14 fue primeramente pronunciada por el Señor al Rey Salomón mucho antes que llegara la destrucción por parte de los asirios, como lo menciona ese libro. ¿Es que tenemos que creer que no había ningún israelita con vida en ese momento que conocía acerca de esta promesa de Dios? ¿Es que nadie pensó en recordársela a Dios? Pues el Reino del Norte ciertamente no fue librado de ese juicio.

Pero digamos que es posible que ninguna persona recordase 2 Crónicas 7:14 y es por eso que el Reino del Norte fue destruido. ¿Qué le pasó entonces al Reino del Sur? Este era parte de Israel cuando la promesa fue dada. ¿Tampoco fue afectado? Consideren ustedes lo que Dios hizo que Jeremías le dijera al pueblo que en ese entonces estaba orando por protección cuando los babilonios tomaron sus posiciones afuera de los muros de la ciudad.

“Me dijo el Señor: No ruegues por este pueblo para bien. Cuando ayunen, yo no oiré su clamor, y cuando ofrezcan holocausto y ofrenda no lo aceptaré, sino que los consumiré con espada, con hambre y con pestilencia.” (Jeremías 14:11-12).

Este era el pueblo de Dios, su nombre nacional contenía el Nombre de Dios, y Él les había dado su posesión en la tierra. Los seguidores de 2 Crónicas 7:14 dicen que solamente se necesita un sincero esfuerzo por parte de los fieles para arrepentirse y orar para que nuestro país sea librado del juicio, pero como nos revela Jeremías 14, por lo menos algunas personas del pueblo de Dios estaban arrepintiéndose y estaban orando. ¿Por qué eso nos las salvó?

¿Es que Dios rompió Su promesa con ellos? ¡Claro que no! Lo que sucedió es que ellos oficialmente rompieron los términos del pacto que tenían y abandonaron a Dios. Y una vez que lo hicieron, nada que ellos pudieron haber hecho posteriormente podría haber prevenido su destrucción. Ya ellos habían perdido el derecho de tener Su ayuda.

“Y me dijo el Señor: Conspiración se ha hallado entre los varones de Judá, y entre los moradores de Jerusalén. Se han vuelto a las maldades de sus primeros padres, los cuales no quisieron escuchar mis palabras, y se fueron tras dioses ajenos para servirles; la casa de Israel y la casa de Judá invalidaron mi pacto, el cual había yo concertado con sus padres. Por tanto, así ha dicho el Señor: He aquí yo traigo sobre ellos mal del que no podrán salir; y clamarán a mí, y no los oiré.” (Jeremías 11:9-11)

Pero a pesar de que Él no está obligado a hacerlo, en el momento designado Dios mantendrá Su promesa a Israel. Él perdonará sus pecados y sanará su tierra. Y cuando lo haga, eso no sucederá debido a algo que ellos hayan hecho.

“Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho el Señor Soberano: No lo hago por ustedes, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual ustedes profanaron entre las naciones adonde han llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual ustedes profanaron en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy el Señor, dice el Señor Soberano, cuando sea santificado en ustedes delante de sus ojos” (Ezequiel 36:22-23).

Los Estados Unidos de América nunca ha tenido un pacto oficial con Dios, pero igualmente hemos roto todas Sus leyes. Y lo hemos hecho con una audacia que aumenta cada día más a pesar de haber recibido abrumadoras bendiciones, y es como si lo estuviéramos desafiando a hacer algo al respecto. Si nuestros líderes hablan por nosotros, como lo sugiere ese libro, entonces los comentarios recientes de Franklin Graham de que nuestro presidente “le levantó el puño al rostro de Dios” fue una advertencia para todos nosotros para que nos preparemos para la respuesta de Dios. ¿Podrá algo prevenir nuestro juicio?

Esto significa que para los Estados Unidos el uso popular de 2 Crónicas 7:14 como una cura para nuestros problemas no es ni más ni menos que el cumplimiento de la profecía de Pablo acerca de la “comezón de oídos.”

“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propios deseos” (2 Timoteo 4:3).

Ya sea que se den cuenta o no, aquellas personas que abogan 2 Crónicas 7:14 como un remedio para los EE.UU. simplemente lo que están diciendo es lo que nuestra comezón de oídos quiere oír. Es una enseñanza falsa que produce una falsa esperanza para las personas que están bíblicamente desinformadas, y es una repetición de las falsas promesas en tiempos de Jeremías.

En algún nivel todas las personas creen que las cosas no están bien en el mundo, y nuestra naturaleza es querer saber si las cosas van a mejorar. Habiendo agotado nuestras opciones humanas, finalmente estamos pensando volver a Dios, pero demandar la promesa de 2 Crónicas 7:14 es ir por el mal camino y eso no funcionará.

La intención de Dios siempre ha sido el darnos esperanza, pero Él nunca ha prometido sanar a los Estados Unidos, cuyo corazón nacional es incurablemente malo, porque Dios no ha hecho ningún pacto con los EE.UU. Tampoco le ha prometido a los EE.UU. un futuro como el de Israel. Pero Él sí ha prometido rescatar a la Iglesia al sacarnos del camino antes que Él dé la Su aprobación para que empiecen los juicios de los tiempos del fin, porque Él sí tiene un pacto con la Iglesia. Y ese pacto no es condicional de acuerdo a nuestro comportamiento, sino que se basa en nuestra fe.

“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo se lo hubiera dicho a ustedes; voy, pues, a preparar lugar para ustedes. Y si me fuere y les preparare lugar, vendré otra vez, y los tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, ustedes también estén.” (Juan 14:2-3).

Observen que Él no prometió venir acá para estar en donde nosotros estamos. Él prometió volver para llevarnos allá y así estar con Él en donde Él está, y eso es en la casa de Su Padre.

“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra” (Apocalipsis 3:10).

La palabra griega traducida como “de” en este versículo significa “fuera del lugar, tiempo, o causa” de la hora de la prueba (juicio). Igual que 1 Tesalonicenses 1:10 es una promesa para rescatarnos de la ira venidera.

“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” (1 Tesalonicenses 4:16-17)

De nuevo, esta no es una promesa para venir a la Tierra a estar con nosotros aquí. Es una promesa para llevarnos hacia el cielo para estar con Él para siempre.

Si ustedes quieren tener esperanza, no tienen que escarbar en el Antiguo Testamento para apropiarse incorrectamente de una promesa condicional hecha a otro pueblo para otro momento, una que aún aquellas personas a las que les fue dada, no podían reclamar. Usted solamente tiene que buscar en el Nuevo Testamento y recibir una promesa incondicional hecha a la Iglesia para nuestro tiempo y que es nuestra para ser reclamada.

Como cristianos debemos detenernos de estar confundiendo nuestro país con nuestra religión. No importa lo bueno que nuestra vida parezca ser sobre la tierra. Dios tiene un futuro mucho mejor aguardándonos en el Cielo. En el mejor de sus días, ningún país podrá ni siquiera compararse con ello. Ninguna cantidad de paz ni de prosperidad podría ser un sustituto razonable.

La única razón para aferrarnos a nuestro pasado que es sabemos tan poquito acerca nuestro futuro. Así que tome usted un momento y piénselo. Realeza celestial. Mansiones en el cielo y calles de oro. Gozo sin freno. No más muerte ni duelo ni lamento ni dolor. El proceso de envejecimiento se reversa, nuestra salud se restaura, nuestras habilidades se multiplican, y nuestras inquietudes y preocupaciones desaparecen. Cada día es más emocionante y más pleno que el anterior. ¿En dónde podrá usted encontrar todo eso aquí en la Tierra? ¿Alguna persona lo ha encontrado alguna vez aquí?

El Salmo 45 es un canto nupcial para el Mesías y Su novia. Cuando lo escribió, el salmista pronunció estas palabras proféticas para la Iglesia de hoy día.

“Oye, hija, y mira, e inclina tu oído; olvida tu pueblo, y la casa de tu padre; Y deseará el rey tu hermosura; e inclínate a Él, porque Él es tu Señor” (Salmo 45:10-11).

Olvídense de cualquier intento inútil de restaurar las glorias pasadas. Usted tiene un futuro por delante el cual está más allá de su imaginación. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:17-18).

Vuelva sus ojos a Jesús. Observe cuidadosamente Su magnífico rostro. Y así, las cosas de la Tierra se volverán extrañamente opacas a la luz de Su gloria y Su gracia. Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 02/06/12

 

 

Título Original: False Prophets

Traducido por Walter Reiche B.

walterre@racsa.co.cr