Un Comentario Bíblico por Jack Kelley
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas (Apocalipsis 21:5).
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman (1 Corintios 2:9).
La palabra griega traducida ‘nuevo’ en Apocalipsis 21:5 también significa renovado o restaurado, e incluye circunstancias y condiciones junto con apariencia. Es la misma palabra que se usa en Apocalipsis 21:1 al referirse al cielo nuevo y la tierra nueva. Y Apocalipsis 21:1 es una referencia a Isaías 65:17 en donde también se menciona una tierra nueva y un cielo nuevo, junto con la mejor descripción de la vida en Israel durante el Milenio. La palabra para nuevo en Isaías 65:17 se deriva de la raíz que significa reconstruir, renovar o reparar.
Ya que Jesús describió Su Segunda Venida como la regeneración de todas las cosas (Mateo 19:28), es razonable interpretar Apocalipsis 21 como que describe el Cielo y la Tierra siendo regenerados a la condición que se encontraban antes de la caída; refrescados, renovados, reparados y reconstruidos para el Reino del Mesías. Será como si Dios accionara el botón restaurar para poner todo de nuevo como era al principio, dándole a la Creación un comienzo fresco para el Milenio.
El contexto de Apocalipsis 20 también apoya esta interpretación puesto que Apocalipsis 20:7-15 es en realidad una explicación entre paréntesis sobre el destino final de Satanás y el mundo incrédulo. Juan estaba simplemente llevando el asunto a su conclusión antes de retornar al inicio del Milenio para describir la Nueva Jerusalén. Esto lo sabemos porque Juan hizo un salto hacia el final del Milenio en Apocalipsis 20:7 y luego volvió a abrir tanto Apocalipsis 21 (Isaías 65:17) y Apocalipsis 22 (Ezequiel 47:12) con citas del milenio tomadas del Antiguo Testamento.
Israel y la Iglesia En El Milenio
¿Se han dado cuenta ustedes que existe más información sobre la naturaleza del Reino venidero en el Antiguo Testamento que en el Nuevo? Eso es porque a pesar de que los cristianos hablan más sobre el milenio que los judíos, el hecho es que el reinado de mil años del Mesías está dirigido para Israel, no para la Iglesia, y para la Tierra, no para el Cielo.
Mayores vistazos de la vida en el Milenio los encontramos en Isaías (2, 4, 35, 54, 55, 60, 61, 65, 66), Ezequiel (40-48), Joel (3), Amós (9), Miqueas (4) y Zacarías (14) junto con otros cuantos a través del Antiguo Testamento. Todo lo que sabemos por el Nuevo Testamento lo encontramos en Apocalipsis 20-22, y aún aquí, las porciones que se refieren a la Nueva Jerusalén solamente describen nuestro entorno físico, no nuestro estilo de vida.
En el resto del Nuevo Testamento, solamente encontramos un par de insinuaciones, como en Mateo 19:28 y Hechos 3:21, porque el Nuevo Testamento concierne a la vida cristiana en su primera fase en el Reino de los Cielos (antes del Rapto), no su segunda fase (después del Rapto). Por eso es que podemos leer mucho más sobre la vida en la tierra durante el Milenio, que sobre la vida en la Nueva Jerusalén. Esos pasajes son importantes porque describen el cumplimiento de la promesa de Dios a Israel, una promesa que incluye (finalmente) la paz y la prosperidad, la tierra propia y una vida larga y feliz con Dios en su entorno, pero, sin embargo, no fueron escritos para nosotros.
¿Y Entonces, Nosotros?
Las descripciones de la vida en la Nueva Jerusalén son limitadas; no más muerte, o clamor, o llanto, o dolor (Apocalipsis 21:4). Eso suena bien, pero ¿qué haremos nosotros todo el día? En la tierra la gente está construyendo edificios y casas, teniendo hijos, sembrando viñedos, cuidando ovejas y de alguna manera disfrutando del producto de su trabajo (Isaías 65:17-25). ¿Es que solamente pasaremos nuestro tiempo en algún interminable culto de adoración? A pesar de que no es probable, nadie sabe con seguridad qué es lo que estaremos haciendo. Pero a pesar de que la Biblia no contesta nuestras preguntas sobre nuestras actividades diarias, sí habla sobre nuestro estado mental.
Hagámonos Como Niños
Jesús dijo que para entrar en el Reino, debemos cambiar y ser como niños (Mateo 18:3). ¿Qué significa eso? Los investigadores del comportamiento han determinado que el niño promedio es más feliz que el adulto promedio, en parte porque los niños pasan la mayoría del tiempo aprendiendo y haciendo cosas nuevas, y en parte porque aun no tienen los temores y las preocupaciones de la vida adulta. A propósito, también la ciencia ha descubierto que, para todo propósito práctico, el potencial creativo del cerebro humano no tiene límites, pero el adulto promedio solamente utiliza una fracción de ese potencial para trabajar y obtener sus metas.
En resumen, nuestro Creador nos ha provisto con un potencial ilimitado (Deuteronomio 8:18), pero como muy poco de ese potencial se requiere para vivir exitosamente, nos volvemos aburridos e infelices, buscando por alguna cosa que estimule nuestra creatividad y nos emocione de nuevo. Así es la vida, por lo menos aquí en la Tierra.
¿Cuál Es La Alternativa?
Pero supongamos que de un momento a otro nos encontramos en un ambiente lleno de interminables oportunidades, para que las exploremos y la adquisición de nuevas experiencias y conocimiento, sin ninguna preocupación, como si fuéramos niños otra vez. Supongamos que este ambiente fue creado solamente para nosotros, para estimular nuestra mezcla única de talento y habilidad creativa, aun al punto de ser diseñado alrededor de nuestras formas y colores favoritos. Supongamos que es un ambiente dinámico que crece conforme nosotros crecemos para proveer ilimitadas oportunidades de descubrimiento sin la posibilidad de derrota, decepción o fracaso alguno.
Y supongamos que fuimos dotados de una energía sin límites, siempre sintiéndonos mejor que en nuestros mejores días en la Tierra, sin ninguna muestra de fatiga, enfermedad, accidente o herida. Y para siempre.
¿Se han dado cuenta lo curiosos que son los niños, haciendo toda clase de preguntas sobre lo que estamos haciendo y por qué? Supongamos que nos fue dado el uso total de la dimensión del tiempo, y que podemos observar toda la historia y entender cómo es que todas las cosas llegaron a ser y porqué.
Supongamos que se nos han quitado todos nuestros temores, odios, celos, envidias, avaricia y preocupaciones, y que nuestras mentes están llenas de alegría, gratitud, gozo y satisfacción para uno mismo y para los demás. Supongamos que ya no habrá más malentendidos, discusiones o traiciones, y que todas las personas que nos rodean están tan interesadas como nosotros por nuestro bienestar, como nosotros lo estamos por ellas. Quizás esto fue lo que el Señor quiso decir cuando dijo que nos volviéramos como niños.
A Billy Graham le preguntaron una vez si en el cielo habrían canchas de golf. “Si son necesarias para nuestra felicidad”, replicó, “entonces las habrá”. Creo que todo lo necesario para nuestra felicidad ha sido creado e instalado en la Nueva Jerusalén, y que aun con nuestras habilidades sobrenaturales, viviremos interminables vidas de exploración y realización, de gozo y felicidad. Esto es lo que el Milenio será para nosotros.
Entonces, ¿por qué la Biblia no nos brinda más detalles sobre esto? Porque la Biblia se escribió a la humanidad terrenal y para esta, en nuestro estado natural. Aun si hubiera una descripción detallada de lo que nos espera, sería tan diferente a lo que estamos acostumbrados que nuestras mentes limitadas no podrían comprender mucho de ello. Y lo poco que podríamos entender nos haría tan miserables aquí que haríamos todo lo posible por apresurar nuestra partida. En otras palabras, eso haría intolerables nuestras vidas aquí.
Como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman (1 Corintios 2:9). Creo que debemos leer eso de manera literal. Selah 16-10-10.