Israel, La Iglesia, Y El Movimiento De Las Raíces Hebreas

Un Comentario Bíblico por Jack Kelley

Yo siempre he sido un fuerte partidario de la idea de que hay mucho más que aprender acerca de nuestra fe cristiana estudiando el Antiguo Testamento y, especialmente, los mandamientos y las tradiciones que rodean las fiestas de Israel. Habiendo servido por algún tiempo como líder de una congregación Mesiánica en donde celebrábamos estas fiestas en la forma que estaba prescrita para hacerlo, me di cuenta cómo revelaban al Mesías de una manera dramática. En mi opinión, las personas cristianas que no entienden o no aprecian los orígenes hebreos de nuestra fe, carecen de la perspectiva que este conocimiento nos brinda.

Tristemente, muchas personas que están en lo que ahora se le llama el movimiento de las Raíces Hebreas, parece que se están yendo al extremo con eso. Es como si estuvieran intentando convertirse en el polo opuesto de la Teología del Reemplazo. (Muchos de ustedes saben que la Teología del Reemplazo afirma que la iglesia ha reemplazado a Israel en el plan de Dios debido al rechazo de Israel del Mesías.) Mientras que la Teología del Reemplazo afirma que el único lugar para Israel es siendo parte de la Iglesia, algunas personas del movimiento de las Raíces Hebreas aseveran que el único lugar para la Iglesia es siendo parte de Israel.

Mientras que el movimiento de las Raíces Hebreas parece enseñar que debido a la muerte del Señor, la obediencia a la Ley es un privilegio y no un requisito, un número de sus maestros parece que van más allá de eso. Ellos afirman que de hecho la observancia de la Torá es un requisito para todos los creyentes. Algunas personas también han abandonado el Nuevo Testamento basado en el idioma griego en favor de las traducciones de los textos en arameo, debido a supuestos errores en los textos griegos originales. Ellos dicen que aquellas personas que le llaman al Señor por su nombre en español (Jesús), en realidad están adorando a un dios pagano, lo cual según ellos, eso hace que el cristianismo tradicional sea una religión pagana. Ellos quieren que creamos que el único nombre aceptable para el Hijo de Dios es Yeshua (Su nombre en hebreo), y que la única forma aceptable para adorarlo a Él es obedeciendo la Torá y celebrando las fiestas de Israel.

(Una de las tácticas favoritas usadas por las personas de ambos lados del espectro quienes no pueden encontrar ningún apoyo por sus creencias en la Biblia, es diciendo que la misma no fue traducida correctamente. Y sin embargo, los mejores eruditos de cada generación han analizado minuciosamente los manuscritos antiguos para darnos la mejor traducción posible. Existen cerca de 5600 manuscritos griegos del Nuevo Testamento, y su verificación cruzada ha demostrado su consistencia en más del 99% de exactitud. En otras palabras, todos estos antiguos manuscritos griegos dicen esencialmente lo mismo. Y para un apoyo adicional, existen cerca de 19.000 manuscritos más recientes en otros idiomas. Esto en sí mismo excede la base de los manuscritos de cualquier otro libro antiguo por un margen muy alto.

La mayoría de las personas razonables estarían de acuerdo en que para todo propósito práctico nuestro Nuevo Testamento es una interpretación exacta de estos manuscritos antiguos. Por consiguiente, la únicas conclusiones a las que podemos llegar son, ya sea que 1) todos estos eruditos de alguna manera han cometido el mismo error en sus esfuerzos de traducción, o que 2) todos ellos son partícipes en una gran conspiración para engañarnos, la cual se ha extendido durante 2.000 años, o que 3) las personas que dicen que la Biblia se ha traducido incorrectamente se debe a que la misma no apoya su posición y que están equivocadas.)

Pero lo que es aún más importante es que ni la Teología del Reemplazo ni el movimiento de las Raíces Hebreas parecen reconocer que Israel y la Iglesia son únicos y diferentes y que ambos tienen papeles propios en el cumplimiento de las profecías de los tiempos finales, y por lo tanto, son mutuamente excluyentes.

Denos Unos Ejemplos

En el Antiguo Testamento Dios le prometió a Israel que Él retornaría un día para morar entre ellos en su tierra en el Planeta Tierra para siempre (Ezequiel 43:1-7). En el Nuevo Testamento, Jesús le prometió a la Iglesia que Él regresaría para tomarnos de esta Tierra y llevarnos con Él a casa de Su Padre (Juan 14:1-3). Ambas promesas se harán realidad, de tal manera que Israel y la Iglesia verán cumplido su destino profético en lugares diferentes.

El propósito del Rapto de la Iglesia es el de removernos del tiempo y del lugar de los juicios de los tiempos finales que sucederán en la Tierra (1 Tesalonicenses 1:10, 1 Tesalonicenses 5:9, Apocalipsis 3:10).

El propósito de los juicios de los tiempos finales es el de destruir por completo a todas las naciones en las que Israel fue disperso (Jeremías 30:4-11) y purificar a Israel para prepararlo para el Reino venidero (Zacarías 13:8-9).

El Milenio Para Israel

El propósito principal de este Reino (conocido para la Iglesia como el Reino Milenial) es el darle a Israel su tan largamente prometida Era del Reino, a pesar de que todo el mundo del milenio se beneficiará con ello. Después que el Señor retorne, la Tierra será restaurada a su condición como era cuando Adán fue creado (Mateo 19:28; Hechos 3:21). Esto incluirá el restablecimiento de la paz entre el ser humano y los animales, devolverle a la Tierra su entorno original del jardín del Edén con un clima subtropical a nivel mundial, la eliminación del mal clima, de las tormentas mortales, los terremotos y las temperaturas extremas de frío y de calor.

Israel será la nación preeminente en la tierra durante la Era del Reino, y los sobrevivientes de la tribulación y sus descendientes de todas las naciones, vendrán a Jerusalén para aprender los caminos del Señor. Él arreglará sus disputas, y las naciones haciéndose la guerra será cosa del pasado.

La tierra prometida florecerá como nunca antes. El desierto y la tierra árida serán transformados en un jardín paradisíaco de tanta exuberancia y belleza que la gente sabrá que eso ha sido transformado por el mismo Señor. El gozo sempiterno será la corona de la gente mientras que el dolor y la tristeza se alejarán.

La riqueza de las naciones vecinas será derramada sobre Israel. Los camellos vendrán de Madián. El oro y el incienso de Seba adornarán el Templo del Señor en Israel. Todo el ganado de Cedar y Nebaiot será recibido como una ofrenda en Su altar. (Madián y Cedar eran descendientes de Abraham y Cetura, la esposa que él tomó después de la muerte de Sara. Cedar y Nebaiot fueron hijos de Ismael. Sus descendientes forman parte de las naciones islámicas del Medio Oriente hoy en día.) Las naves de Tarsis (Gran Bretaña) traerán oro y plata de lejos. Cualquier nación que rehúse servir a Israel será arruinada totalmente por decreto divino.

A pesar de que la muerte aún les va a suceder a los humanos físicos, el lapso de vida empezará a aumentar de nuevo hasta llegar a ser como el de los patriarcas de Génesis. El malestar y la enfermedad, esos subproductos del pecado, serán grandemente reducidos. Parece ser que la población de la Tierra será mantenida al retornar a una economía agraria, pero con todos los obstáculos a los que se enfrentó Adán, eliminados, como lo es la maldición de Génesis 3 que será finalmente eliminada. La tierra se volverá tan rica y productiva que la cosecha de una estación apenas habrá terminado cuando se está sembrando la próxima. Cada persona producirá lo suficiente para su familia, y disfrutará haciéndolo. Nadie trabajará sin producir, o para el beneficio de los demás. Los niños crecerán sin ningún temor y los adultos crecerán a viejos en paz. (Un resumen de Isaías 2:1-5, 4:2-6, 35, 41:18-20, 60:10-22, 65:17-25, Amós 9:13-15, Miqueas 4:1-8, Zacarías 8:4-5).

El Milenio Para La Iglesia

Mientras tanto, la vida será muy diferente en el hogar de la Iglesia Redimida. El Rey de reyes nos traerá su esplendor, ningún incrédulo podrá jamás entrar en este lugar, ni siquiera una persona creyente en su estado natural. Nuestras mansiones en el cielo estarán construidas del oro más puro así como las calles que pasan frente a ellas, sus cimientos serán de piedras preciosas. No habrá ningún Templo en la Nueva Jerusalén porque el Cordero de Dios morará allí y es nuestro Templo. La fuente de energía que iluminará y nos calentará es la Gloria de Dios, y nuestro resplandor a su vez proveerá la luz para las naciones de la Tierra (Apocalipsis 21:9-27).

Más que llamarnos Reyes y Sacerdotes, la Biblia no menciona ningún tipo de trabajo para nosotros. Nuestros cuerpos glorificados habrán sido liberados de sus ataduras dimensionales, permitiéndonos aparecer y desaparecer a voluntad, viajando de un lugar a otro a través del tiempo a la velocidad del pensamiento mientras nos sumergimos en los deleites sin límites del Universo de Dios. (1 Juan 3:2). Ningún detalle se pasará por alto cuando se trata de nuestra comodidad y felicidad. No habrá más muerte ni luto ni llanto ni dolor (Apocalipsis 21:4), solamente el gozo interminable de la exploración y el descubrimiento. Como está escrito: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón humano, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

Nuestro hogar eterno no es en la Tierra, pero tampoco es en el Trono de Dios. Descendiendo de los cielos, pero sin tocar la Tierra, nuestro hogar podría llamarse un satélite en órbita baja en la terminología de hoy. De 2200 kilómetros de altura, ancho y profundidad, no podría estar en Israel, y menos en Jerusalén. Si tocara la Tierra se necesitaría un espacio equivalente al área desde el estado de Maine a la Florida y hasta el medio oeste en los EE.UU., o el área de toda Europa Occidental desde Suecia a Italia. La Nueva Jerusalén será 4000 veces más alta que el edificio más alto del mundo. Siendo cerca de 2/3 del tamaño de la luna, simplemente no cabría en ningún lugar de la Tierra.

Un Dios, Dos Destinos

Entonces, el destino de Israel tiene su lugar fuera de la Iglesia, y el destino de la Iglesia tiene su lugar fuera de Israel. Los dos no son lo mismo y nunca fueron destinados a ser vistos como tal. Lo único que estos dos grupos tendrán en común es en su creencia de que Jesús (Yeshua) murió por sus pecados y resucitó al tercer día (1 Corintios 15:1-4).

Pero así como los gentiles que se convertían al judaísmo en tiempos del Antiguo Testamento se volvían parte de Israel, los judíos que se convierten al cristianismo en tiempos del Nuevo Testamento se vuelven parte de la Iglesia. No importa cuál sea nuestro trasfondo, la conversión al cristianismo nos hace una nueva creación, ya no somos ni judíos ni gentiles, sino una nueva raza humana.

Pablo lo expresó como sigue: “Para crear (Dios) en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades” (Efesios 2:15-16).

Llamándolo un misterio antes desconocido en la Tierra, él dijo: “Los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio” (Efesios 3:6).

En el principio solamente había una sola clasificación de la raza humana, Pero al llamar a Abraham, Dios creó una nueva clasificación. Desde entonces hubo dos, gentiles y judíos, los cuales son diferentes para siempre. Y eso permaneció así hasta la cruz, cuando, como Pablo lo explicó, una tercera clasificación salió a existir. Tomando a algunas personas de entre los gentiles y a algunas de entre los judíos, pero haciéndolos diferentes unos de los otros, Dios creó una nueva clasificación llamada la Iglesia. Sin importar lo que su anterior estado era, desde Pentecostés hasta el Rapto todas las personas que se acercan por la fe al Señor se convierten en parte de la Iglesia y heredarán el destino de la Iglesia.

Aquellas personas que eligen expresar su gratitud por el regalo gratuito de la salvación viviendo según la Torá, tienen la libertad de hacerlo. De la misma manera, aquellas personas que eligen expresar su gratitud esforzándose hacia la vida cristiana victoriosa descrita en el Nuevo Testamento, tienen la libertad de hacerlo. Pero cualquiera que enseñe que una de las dos formas de expresión es un requisito para lograr o para mantener su salvación ha entrado en conflicto con la enseñanza clara de la Biblia sobre lo contrario.

Pablo fue un gran teólogo judío quien, a causa de las revelaciones que recibió, tuvo una mejor perspectiva sobre esto de lo que cualquier persona antes o después de él haya tenido (1 Corintios 9:24-27), Pero en algunas de las más claras declaraciones en el Nuevo Testamento, él dijo:

Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; más bien, mediante la ley cobramos conciencia del pecado (Romanos 3:20 NVI).

Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo (Colosenses 2:16 NVI).

Sólo quiero que me respondan a esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos? (Gálatas 3:2-3 NVI).

No Hay Nada Nuevo Bajo El Sol

Este desacuerdo sobre la respuesta apropiada al regalo de Dios de la salvación no es nuevo. En los primeros días de la Iglesia había aquellas personas entre los creyentes judíos que insistían en que el único camino a la salvación para los gentiles era que primero debían estar bajo las leyes y las prácticas del judaísmo. El concilio de Jerusalén eliminó esa idea y autorizó a que los gentiles fueran recibidos directamente dentro del cristianismo. Aun así, los “judaizantes” siguieron a Pablo de ciudad en ciudad tratando de deshacer lo que él había hecho. Más tarde, los gentiles que se llamaban a sí mismos Cristianos obligaron a comunidades enteras de judíos a convertirse al cristianismo bajo amenaza de muerte. Los proponentes de ambos esfuerzos creían que con eso estaban agradando a Dios, pero al final podemos ver que ninguno lo estaba haciendo.

Eso se debe a que cuando Dios mira a nuestro futuro lo que ve no es ni judío ni gentil. Es Israel y la Iglesia. Cada uno con su origen particular y cada uno con su destino particular. Ya sea que se llame Teología del Reemplazo o Movimiento de las Raíces Hebreas, o algo intermedio, la idea de hacer que uno sea parte del otro es hechura humana y no encuentra respaldo en las Escrituras. Selah 20/04/13

 

Título Original: Israel, The Church, And The Hebrew Roots Movement

Traducido por Walter Reiche B.

walterre@racsa.co.cr