Juan El Bautista; ¿Elías O No?

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

El Día Del Señor

“Miren, ya viene el día, ardiente como un horno. Todos los soberbios y todos los malvados serán como paja, y aquel día les prenderá fuego hasta dejarlos sin raíz ni rama —dice el SEÑOR Todopoderoso—.

“Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. Y ustedes saldrán saltando como becerros recién alimentados. El día que yo actúe ustedes pisotearán a los malvados, y bajo sus pies quedarán hechos polvo —dice el SEÑOR Todopoderoso—.

«Acuérdense de la ley de mi siervo Moisés. Recuerden los preceptos y las leyes que le di en Horeb para todo Israel.

“Estoy por enviarles al profeta Elías antes que llegue el día del SEÑOR, día grande y terrible. Él hará que los padres se reconcilien con sus hijos y los hijos con sus padres, y así no vendré a herir la tierra con destrucción total.” (Malaquías 4:1-6 NVI).

Estos son los últimos seis versículos del Antiguo Testamento. Nos advierten de dos eventos venideros, el último de los cuales se da de primero. Es la Gran Tribulación, en donde los malvados y arrogantes perecerán pero aquellas personas que veneren el nombre de Dios van a experimentar Su sanidad y libertad. El retorno de Elías es el otro, predicho en el último párrafo de Malaquías.

La mayoría de los eruditos creen que los escritos de Malaquías fueron las palabras finales de Dios a Israel antes del nacimiento de Juan el Bautista, el cual llegó 430 años después para anunciar la venida del Mesías. Esto confirma una profecía anterior de Miqueas 5:2-5 de que Israel sería abandonado por un tiempo hasta que tenga su hijo la que va a ser madre (Miqueas 5:3).

Dos Posibilidades

La identidad de Juan como el Elías que ha de venir es el tema de alguna controversia, pero como veremos, se puede demostrar con facilidad. Lo más importante es cómo esta última profecía del Antiguo Testamento fue escrita. Revela dos posibilidades. Una haría que la aparición de Elías causara la reconciliación entre las familias de Israel y las preparara para soportar exitosamente el juicio venidero, después del cual ellos entrarían en el Reino prometido. La otra daría como resultado que el Señor castigara la tierra con una maldición y que el final de la era fuera demorado.

La clave para entender esto es darnos cuenta que el juicio que acompaña el Día del Señor es una cosa establecida. Los israelitas tendrían que estar preparados, en cuyo caso ellos habrían aceptado tanto a Juan como al Mesías del que Juan fue enviado para prepararlos a recibirlo. Esto habría resultado en el cumplimiento de todas las profecías de los tiempos finales y el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra.

O ellos rechazarían a Juan y a Jesús y la tierra sería maldecida. En este caso los juicios de los tiempos finales serían demorados y el establecimiento del Reino sería puesto en espera. Por consiguiente la profecía de Malaquías fue como muchas otras que hemos discutidos que fueron dadas con dos posibles cumplimientos dependiendo de la respuesta de Israel.

Sobre este tema hablan tres pasajes del Nuevo Testamento. El primero se encuentra en Lucas 1:11-17 el cual nos dice del ángel Gabriel que visita a Zacarías, el hombre que se convertiría en el padre de Juan.

En esto un ángel del Señor se le apareció a Zacarías a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se asustó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: —No tengas miedo, Zacarías, pues ha sido escuchada tu oración. Tu esposa Elisabeth te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento, porque él será un gran hombre delante del Señor. Jamás tomará vino ni licor, y será lleno del Espíritu Santo aun desde su nacimiento. Hará que muchos israelitas se vuelvan al Señor su Dios. Él irá primero, delante del Señor, con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con los hijos y guiar a los desobedientes a la sabiduría de los justos. De este modo preparará un pueblo bien dispuesto para recibir al Señor ( NVI)

Cuando Gabriel se le apareció a Zacarías afuera del Lugar Santísimo, él dijo que Juan venía para ministrar en el espíritu y poder de Elías, y utilizó un lenguaje similar al de Malaquías 4:5-6. Según la tradición hebrea el manto que Elías había usado estaba guardado debajo del altar del incienso cerca de donde Zacarías estaba de pie. Él lo retiró y se lo llevó a su casa para el momento cuando su hijo lo necesitara.

El segundo lo encontramos en Juan 1:19-23.

Éste es el testimonio de Juan cuando los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a preguntarle quién era. No se negó a declararlo, sino que confesó con franqueza: —Yo no soy el Cristo.

¿Quién eres entonces? —le preguntaron—. ¿Acaso eres Elías?

—No lo soy.

—¿Eres el profeta?

—No lo soy.

—¿Entonces quién eres? ¡Tenemos que llevar una respuesta a los que nos enviaron! ¿Cómo te ves a ti mismo?

—Yo soy la voz del que grita en el desierto: “Enderecen el camino del Señor” —respondió Juan, con las palabras del profeta Isaías. (NVI)

¿Por Qué Dijo Eso?

Si Gabriel se hubiera específicamente referido a Elías al dar su profecía acerca de la vida de Juan, ¿por qué Juan negó ser Elías cuando fue confrontado con los sacerdotes? Por supuesto que él no era el Mesías. Como tampoco era el profeta prometido por Moisés en Deuteronomio 18:15, lo cual también es una profecía mesiánica. ¿Pero por qué él no admitió ser Elías? ¿O por lo menos haber dicho que fue llamado a ministrar en el espíritu y el poder de Elías? Seguramente Zacarías le había contado acerca de la visita del ángel y la información que le había impartido concerniente al propósito de la vida de Elías.

El hecho de que literalmente él no fuera Elías (a pesar de que 2 Reyes 2:11 nos dice que Elías se fue vivo al cielo) es una respuesta muy simple. Él solamente pudo haber estado hablando del conocimiento que él no hubiera sido aceptado como Elías, a sabiendas de que la gente habría rechazado su ministerio.

El Señor aclaró esto en el tercer pasaje, Mateo 17:10-13.

Entonces los discípulos le preguntaron a Jesús: —¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías tiene que venir primero?

—Sin duda Elías viene, y restaurará todas las cosas —respondió Jesús—. Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron sino que hicieron con él todo lo que quisieron. De la misma manera va a sufrir el Hijo del hombre a manos de ellos. Entonces entendieron los discípulos que les estaba hablando de Juan el Bautista. (NVI)

De la misma forma como Jesús no sería aceptado como el Mesías, tampoco Juan lo sería como Elías. Ambos tendrán que venir de nuevo. La prueba de ello es que la segunda posibilidad de Malaquías 4:5 terminó cumpliéndose. La tierra fue maldecida y las profecías de un reino para Israel se pusieron en modo de espera.

No me malinterpreten. Muchas personas estaban preparadas para el Señor cuando Él vino y se reconciliaron con Él en la cruz. Pero la nación oficialmente lo rechazó y eso es lo importante en el contexto de la profecía. Si ellos le hubiesen aceptado oficialmente, habría habido un reavivamiento nacional y ellos se habrían preparado para su Rey venidero. Él habría juzgado a los enemigos de ellos, y establecido el tan esperado Reino.

Cuando ellos rechazaron a Juan como Elías y a Jesús como el Mesías la segunda posibilidad de Malaquías 4:5 se llevó a cabo. El juico de los tiempos finales fue demorado, el reloj de Israel se detuvo y la puerta se abrió para los gentiles, quienes ahora preceden a Israel hacia el Reino. Escuchemos las mismas palabras del Señor sobre este asunto al final de la Parábola de los Talentos.

“Les dijo Jesús: —¿No han leído nunca en las Escrituras: ‘La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular; esto es obra del Señor, y nos deja maravillados’?

“Por eso les digo que el reino de Dios se les quitará a ustedes y se le entregará a un pueblo que produzca los frutos del reino. El que caiga sobre esta piedra quedará despedazado, y si ella cae sobre alguien, lo hará polvo.

“Cuando los jefes de los sacerdotes y los fariseos oyeron las parábolas de Jesús, se dieron cuenta de que hablaba de ellos. Buscaban la manera de arrestarlo, pero temían a la gente porque ésta lo consideraba un profeta.” (Mateo 21:42-46 NVI).

Sabía Que Eso Sucedería

Por supuesto que Dios sabía antes de crear a Adán que Él sería rechazado como el Mesías de Israel, y con frecuencia habló por medio de los profetas de traerles la salvación a los gentiles. Pero Sus propias promesas requerían que Israel tuviera una oferta bona fide del Reino para que la aceptara o la rechazara. Tanto Juan el Bautista (Mateo 3:1-2) y Jesús (Mateo 4:17) presentaron esa oferta y ambas fueron rechazadas.

Las Escrituras hablan con claridad sobre el retorno de Elías en Apocalipsis 11:3-6 en donde, como uno de los dos testigos, hace milagros que son únicos del Elías del Antiguo Testamento, hasta en su duración. Y por supuesto ellas también hablan claramente del retorno del Mesías de maneras que no pueden ser alegorizadas o atribuidas a la historia.

Y de esa manera el escenario está colocado de nuevo para el retorno de Elías antes del grande y terrible Día del Señor.

Pero antes que eso suceda, la Iglesia, para la cual la puerta fue abierta en parte por el rechazo de Israel de Juan el Bautista como Elías, debe salir de aquí. Escuchemos las palabras de Pablo.

“Hermanos, quiero que entiendan este misterio para que no se vuelvan presuntuosos. Parte de Israel se ha endurecido, y así permanecerá hasta que haya entrado la totalidad de los gentiles. De esta manera todo Israel será salvo, como está escrito:

“El redentor vendrá de Sión y apartará de Jacob la impiedad. Y éste será mi pacto con ellos cuando perdone sus pecados” (Romanos 11:25-29 NVI)

Conforme se acerca el final de la era, se combinarán tres eventos sobrenaturales para llevar oficialmente a Israel de vuelta a la familia eterna de Dios. Primero, la victoria de Dios “imposible de otra manera” sobre una coalición de ejércitos musulmanes, los llevará a reinstalar su relación de Antiguo Pacto con Él y a construir un Templo en Israel (Exequiel 39:28-29). Luego Elías aparecerá junto con Moisés con señales y prodigios que prepararán a Israel a esperar a su Rey quien está pronto a venir (Apocalipsis 11:3-6). Y, finalmente, el Espíritu Santo vendrá a remover su ceguera espiritual y a suavizar sus corazones para que finalmente reciban a su Mesías (Zacarías 12:10). Él juzgará a sus enemigos e instalará el tan esperado Reino, tal y como Malaquías dijo que haría. Si ustedes escuchan con cuidado, ya casi se oyen los pasos del Mesías. 08/12/12

 

Título Original: John The Baptist; Elijah Or Not?

Traducido por Walter Reiche B.

walterre@racsa.co.cr