Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
(Cómo Puede Usted Ganar Sus Coronas… Parte 2)
Si usted ha seguido nuestra sección “Ask a Bible Teacher” (Pregúntele a un Maestro de la Biblia) se habrán dado cuenta que hay muchas personas que de tiempo en tiempo nos escriben pidiendo consejos sobre cómo superar los malos hábitos. Junto a toda la emocionante profecía, las promesas de superación y las historias inspiradas, la Biblia contiene algunas herramientas prácticas diseñadas para liberarnos de la atadura de nuestras viejas vidas. Después de todo, utilizando una analogía de computadora, nuestra carne (la naturaleza pecaminosa) es como el sistema operativo que ha sido construido a partir de los hábitos y actitudes que hemos adquirido. Cuando somos salvos es cuando podemos actualizarnos, y la Biblia nos muestra cómo hacerlo.
Y como lo es con la profecía, esta parte de las Escrituras difícilmente se enseña en nuestras iglesias, pero las herramientas que contiene son tan poderosas que han sido tomadas por la nueva era, el humanismo secular, y otras tendencias, para convertirse en el núcleo de cada fórmula de desarrollo personal jamás diseñada.
Tristemente muchos cristianos conocen muy poco sobre sus biblias que cuando ven sus principios utilizados por los incrédulos para obtener ganancias mundanas, asumen que es obra del diablo. Ellos no se dan cuenta que los impíos reconocen el poder de estos principios y los han secuestrado para enriquecerse. Y es muy triste que ellos no lo reconozcan así porque su punto de vista equivocado mantiene a muchos creyentes con la misma atadura por la que el Señor murió para librarnos.
Existen tres principios claves que la Biblia nos enseña en este respecto. El primero es reconocer que solamente usted es quien tiene el control de sus pensamientos. Nadie le puede quitar eso sin su permiso. El segundo es que con todo ese poder mental que el Señor ha creado en nosotros, Él también nos dio una limitante. En el nivel consciente, solamente podemos tener un pensamiento a la vez. Y el tercero es que al poder controlar nuestros pensamientos conscientes, podemos cambiar nuestro comportamiento, porque los pensamientos determinan el comportamiento. (Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él, Proverbios 23:7). Y esa es la manera como podemos actualizarnos.
Control Mental
Estos principios quedan claro en pasajes como Romanos 12:1-2. Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.
Pablo no podría habernos exhortado a dejar de estar conformándonos a este mundo y que nos transformáramos por medio de la renovación de nuestras mentes, si no tuviéramos el poder para hacerlo. Cuando nos convertimos en creyentes estamos supuestos a entregarle nuestra vida a Dios para que la use para Su propósito y así empezamos a renovarnos a nosotros mismos. Y por favor observen que el renovar nuestros seres es algo que nosotros hacemos, y no algo que se nos hace a nosotros. Es parte de cómo expresamos nuestro agradecimiento por nuestra salvación.
Luego tenemos Efesios 4:22-24. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.
Como lo hizo en el pasaje a los Romanos, Pablo está describiendo algo que podemos hacernos a nosotros mismos, no algo que se nos hace o se hace por nosotros. Debemos observar la naturaleza personal de las admoniciones en el resto del capítulo 4 y recordar que él no podría estar diciéndonos que hagamos estas cosas a menos que él supiera que teníamos la capacidad para hacerlo.
Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo (Efesios 4:25-32).
Hay docenas de versículos como estos que nos dicen lo que debemos hacer, pero con solo estos ya podemos darnos cuenta de lo que se trata, y la idea de citar estos versículos no es el de proveer una lista de lo que se puede hacer y no hacer, sino demostrar cómo es que los malos hábitos se originan.
Formando los Hábitos
Cuando Pablo dijo, “Airaos, pero no pequéis”, Él no estaba diciendo que la ira en sí es pecado, lo que estaba diciendo es que esa ira no le haga pecar a usted. La ira es una emoción, es cómo actuemos sobre ella lo que determina si se convierte en pecado o no. Cuando la dirigimos en contra de alguna persona que nos ha hecho mal, desquitándonos, o aun planeando una venganza imaginaria, se convierte en un pecado tan serio como el asesinato (Mateo 5:21-22). Y lo que es más, le da al diablo un lugar en nuestra mente, un sitio en el cual pueda apoyarse. Cuando repetimos este proceso es cuando formamos el hábito de responder enfurecidos y ese sitio de vuelve cada vez más fuerte, una fortaleza en la que el diablo puede morar confortable y seguramente, ya que nos ha atado a su voluntad, estamos cautivos.
Por eso es que Pablo dijo, “no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Tenemos que perdonar a aquellas personas que nos han airado, ya sea que estamos o no justificados, de la misma manera que Cristo Dios nos perdonó, para prevenir que el diablo tuviera un lugar donde apoyarse. Lo mismo es cierto para las demás emociones que nos pueden atar, como la codicia, la envidia, los celos, etc. Piénselo de esta manera. El pensamiento en sí no es pecado, sino que es un ataque. Cuando lo repelemos, ganamos, pero si lo aceptamos y actuamos sobre él, aun si es solamente en nuestra mente, empezamos a ser derrotados.
Debido a que tenemos el poder para transformarnos, podemos escoger responder a los ataques del enemigo de una manera agradable a Dios. En Efesios 6 aprendemos que no es con una persona con la que nos airamos, y ese es el problema. Esa persona es meramente carne y sangre. Nuestra batalla es una espiritual que peleamos contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12). Necesitamos responder con armas espirituales.
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo (2 Corintios 10:3-5).
Puesto que tenemos el poder de controlar nuestros pensamientos, podemos destruir cada pensamiento que contradice lo que sabemos sobre la naturaleza de Dios. Los podemos llevar cautivos y hacerlos obedientes a Cristo. Esto lo hacemos al escoger responder de una manera que honre a Dios y le de gloria a nuestro Señor Jesús.
Por ejemplo, durante el tiempo que pasó el Señor en la tierra, los soldados romanos eran el equivalente a una fuerza policial. Siendo extranjeros, por lo general necesitaban que los nativos les dieran indicaciones para poder movilizarse en Jerusalén. A los judíos no le agradaba la ocupación romana y generalmente les daban a los soldados romanos la dirección equivocada debido al rencor que les tenían. El gobernador romano superó esta situación emitiendo un edicto que requería que todo judío debía caminar una milla a la par del soldado romano que le había pedido la dirección. Esto tenía la intención de asegurar que a los soldados se les dieran las direcciones correctas, pero eso hizo que los judíos se pusieran más bravos todavía.
Jesús les dio una solución que resolvió el problema de la ira y le dio honor a Dios, al expresar amor hacia el opresor. Él dijo, “A cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos” (Mateo 5:41). Al ser voluntarios para hacer más de lo que alguien pide, convirtiendo el “tengo que hacerlo” en “lo quiero hacer”, de esa manera se expresa el amor del Señor a ellos.
Luego el hermano del Señor, Santiago, también demostró cómo las tentaciones de este mundo se vuelven pecados en nuestras vidas. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte (Santiago 1:13-15).
Él no pudo haber escrito eso a menos que supiera que tenemos el poder de responder a las circunstancias externas de nuestras vidas en la forma que escojamos. No es la tentación la causa que pequemos. Es la forma como respondemos.
Por Favor, Uno a la Vez.
En cuanto al segundo principio, un pensamiento a la vez, la Biblia también tiene algunos grandes consejos. Puesto que no podemos dejar de pensar del todo, nos dice que cuando un pensamiento, malo o bueno, nos viene a la mente, podemos escoger pensar en algo diferente, en algo bueno. Debemos utilizar ese buen pensamiento para alejar al malo de nuestra mente. De la misma manera en que dos objetos no pueden ocupar el mismo espacio a la vez, tampoco dos pensamientos pueden ocupar nuestra mente a la vez. Uno alejará al otro. Eso se llama la Ley del Desplazamiento.
Pablo les dio este principio a los Filipenses. Ellos estaban pasando por un tiempo de gran persecución lo cual, naturalmente, provocaba el nacimiento de un espíritu de temor y de desesperación. Les dijo, Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:4-7).
Al recordarles todas las bendiciones que habían recibido, su espíritu de temor sería alejado y reemplazado por una paz que sobrepasa todo el entendimiento humano. Si ellos, en su tiempo, podían establecer una lista de bendiciones para regocijarse en ellas, ¿cuánto más nosotros en nuestro tiempo? Yo he encontrado que esto es una gran cura para esas noches cuando es difícil reconciliar el sueño, o si uno se despierta en la media noche. Empiezo a darle gracias al Señor por todas mis bendiciones y entes de darme cuenta, estoy dormido otra vez.
Al confirmar que tenían el poder para escoger sus pensamientos, Pablo continúa diciendo, Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros (Filipenses 4:8-9).
Pablo fue un poco más allá en su segunda carta a los Corintios. Él es dijo que debían practicar “mirándose” a sí mismos disfrutando de las promesas futuras que tenían guardadas, en vez de estar concentrados en sus pruebas presentes.
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2 Corintios 4:17-18).
Al concentrarse en las bendiciones venideras ellos ya no podían vivir sobre las dificultades que tenían. En comparación, su situación presente se volvió en “problemas leves y momentáneos”. De nuevo, al expulsar un pensamiento de la mente escogiendo conscientemente otro, es una herramienta que los científicos del comportamiento llaman la Ley del Desplazamiento. Pablo y Santiago la conocían hace 2.000 años.
Cambiando el Comportamiento
Entonces, si usted se encuentra luchando con los viejos hábitos y actitudes y desea ser liberado de ellos, cuando su iglesia le de la oportunidad para la oración personal, tome un paso adelante y obtenga algo de ello. Pida ser ungido y que le oren (Santiago 5:14-16). También acérquese a un grupo de intercesores guerreros para que lo ayuden. Las oraciones de los justos son poderosas y efectivas. Luego, tome esas herramientas y póngalas a trabajar.
El diablo ha levantado una fortaleza en su vida porque usted lo invitó a hacerlo. Pero usted tiene todo el derecho de desahuciarlo también. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros (Santiago 4:7-8). Pero usted tiene que sentir sinceramente en todo su corazón, que tiene que expulsarlo. Y también, usted debe de creer y no dudar, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor (Santiago 1:6-7).
Nada de esto es tan fácil como parece. Se necesita mucha resolución, pero se nos ha dado el poder divino de Dios para hacerlo. La Biblia así nos lo dice. El Señor quiere ayudarnos, y de la misma manera como lo fue con nuestra salvación, lo encontraremos cuando se lo pidamos con todo nuestro corazón. Aquellas personas de doble ánimo no deben aplicar. Selah. 10/06/1007.