La Pascua: Historia y Profecía

Lunes 24 de abril de 2023

Un estudio bíblico por Jack Kelley

Las fiestas de Israel tienen cumplimientos tanto históricos como proféticos. Puesto que la Pascua se celebra esta semana, repasemos la importancia de la celebración continua más antigua del mundo desde estas dos perspectivas.

Primero veamos los antecedentes. Dios le había prometido a Abraham la tierra de Canaán. Pero antes de que Abraham pudiera tomar posesión de la misma, el pueblo cananeo aun tendría 400 años para decidir si se arrepentiría de sus costumbres paganas y se devolvía a Dios. Él ya sabía que ellos no iban a arrepentirse de sus costumbres pero se comprometió a otorgarles 400 años más de todas maneras. Entonces, realmente serían los descendientes de Abraham los que tomarían posesión de la tierra. En el ínterin, dijo Dios, que ellos migrarían a Egipto y allí serían eventualmente esclavizados. Cuando finalizaran esos 400 años, Dios los traería de vuelta y les daría la tierra, dándoles al mismo tiempo la riqueza de Egipto para compensarlos por su esclavitud (Génesis 15-13-21).

Para asegurarse de que no había ninguna confusión sobre eso, Dios le repitió Su promesa tanto a Isaac (Génesis 26:2-3) como a Jacob (Génesis 28:10-15), hijo y nieto de Abraham respectivamente.

Cuando llegó el momento, Dios llamó a Moisés para ser el libertador del pueblo judío (Éxodo 3) y nombró a su hermano Aarón para que lo ayudara a llevar a los descendientes de Abraham de vuelta a la Tierra Prometida (Éxodo 4:14-17). Pero cuando se acercaron a Faraón, él rehusó de plano dejar salir al pueblo (Éxodo 5:1-3). Después de nueve juicios que casi destruyen a Egipto (Éxodo 7:14—10:29), Dios les dio a Moisés y Aarón instrucciones de cómo proteger al pueblo del décimo y último juicio, la muerte de los primogénitos.

El cumplimiento histórico

El SEÑOR habló con Moisés y Aarón en la tierra de Egipto, y les dijo: Este mes les marcará principio de los meses. Será para ustedes el primer mes del año. Háblenle a toda la congregación de Israel, y díganle: En día diez de este mes, cada uno de ustedes debe tomar un cordero por familia, según las familias de los padres. Si la familia es tan pequeña como para no comerse todo el cordero, entonces esa familia y sus vecinos más cercanos tomarán un cordero, según el número de personas. Calcularán el cordero según lo que cada persona pueda comer. El animal debe ser macho, de un año y sin ningún defecto, y lo tomarán de las ovejas o de las cabras. (Éxodo 12:1-5).

Desde el amanecer de la era del ser humano hasta ese momento, el mes del que el Señor hablaba había sido siempre el séptimo mes, llamado Nisan. En el anuncio anterior, Él ordenó un cambio de seis meses en el calendario judío. El séptimo mes sería ahora el primero. Debido a su dependencia en los ciclos agrícolas, los israelitas retuvieron el calendario original, que iniciaba en el otoño, y le sobrepusieron el nuevo calendario. Desde entonces, ellos han tenido un calendario religioso que inicia en la primavera, y un calendario agrícola que inicia en el otoño. (Es por eso que el Rosh Hashanah, que es el año nuevo judío, se celebra en el otoño.)

Lo apartarán hasta el día catorce de este mes, y toda la congregación de Israel lo sacrificará entre la tarde y la noche. Tomarán un poco de sangre y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas donde lo vayan a comer. Lo comerán esa noche, asando la carne al fuego y acompañando la carne con panes sin levadura y hierbas amargas. La carne no debe estar cruda ni ser cocida en agua, sino asada al fuego, junto con la cabeza, las patas y las entrañas. No dejarán nada del cordero para el día siguiente; si algo queda hasta el día siguiente lo quemarán por completo. Debe comer el cordero vestidos y calzados, y con el bordón en la mano, y comerlo de prisa; se trata de la Pascua del SEÑOR (Éxodo 12:6-11).

Hasta el día catorce significa hasta el final del día trece, de la misma manera que un regalo marcado “No abrir hasta Navidad” solamente puede abrirse tan pronto el 24 de diciembre ha terminado. Los días judíos dan inicio al atardecer siguiendo la narración bíblica de la Creación, “Y fue la tarde y la mañana un día…”. Cuando el sol se ponía el día 13, los corderos eran sacrificados y asados. Algo de la sangre de los corderos se pondría en los postes y en el dintel de las puertas de las casas de cada familia. Y cuando los corderos estaban ya cocinados, los comerían rápidamente, acompañados de pan sin levadura y hierbas amargas (rábano picante). De esa manera, la cena de la Pascua fue la primera comida del día 14, ingerida después del atardecer que es el que marcaba el nuevo día. Esa fue una comida rápida, diríamos como un emparedado, la cual no se parecía en nada a las cenas festivas tranquilas y suntuosas de hoy día.

Esa noche yo, Jehová [el SEÑOR], pasaré por la tierra de Egipto y heriré de muerte a todo primogénito egipcio, tanto de sus hombres como de sus animales, y también dictaré sentencia contra todos los dioses de Egipto. Y cuando hiera yo la tierra de Egipto, la sangre en las casas donde ustedes se encuentren les servirá de señal, pues yo veré la sangre y seguiré adelante, y no habrá entre ustedes ninguna plaga de mortandad (Éxodo 12:12-13).

Después de esa comida rápida, cerca de la media noche, el ángel de la muerte pasó por Egipto y los primogénitos tanto de los humanos como de los animales, perecieron esa noche. El ángel pasó sobre las casas que tenían sus puertas pintadas con la sangre del cordero, perdonando a la gente que, del miedo, se abrazaba adentro. Ellos no fueron perdonados porque eran judíos, ni tampoco porque habían tenido un cordero para la cena. Fueron perdonados porque en fe habían pintado los postes de sus puertas con sangre. Ellos fueron salvados por la fe por medio de la sangre del cordero.

Muchos años después cuando la Pascua (Seder) se había vuelto una celebración tradicional, se hizo común para los participantes meter un dedo dentro de su copa con vino para dejar caer una gota del líquido en su plato. Ellos hacen esto por cada una de las 10 plagas de Egipto, diciendo cada vez, “somos salvos por la sangre del cordero”.

Este día deberán recordarlo y celebrarlo generación tras generación, como fiesta solemne en honor del SEÑOR. Es un estatuto perpetuo que deben celebrar. Durante siete días comerán panes sin levadura, y desde el primer día no deberán tener levadura en sus casas, porque todo el que coma pan leudado desde el primer día hasta el séptimo, será expulsado de Israel. El primer día habrá una convocación solemne, lo mismo que el día séptimo. No se hará en ellos ningún trabajo, a no ser lo que cada uno deba preparar para comer.

Deberán celebrar esta fiesta de los panes sin levadura, porque fue en este día cuando los saqué a todos ustedes de Egipto. Por lo tanto, sus generaciones futuras deberán cumplir con este mandamiento como costumbre perpetua. Desde el día catorce del mes primero por la tarde, y hasta el día veintiuno por la tarde de ese mismo mes primero, comerán panes sin levadura. Durante siete días no deben tener levadura en sus casas. Cualquiera que coma pan leudado, sea extranjero o nacido en el país, será expulsado de la congregación de Israel. No deben comer nada que tenga levadura. Dondequiera que ustedes vivan, deberán comer panes sin levadura (Éxodo 12:14-20).

La Fiesta de los Panes Sin Levadura empezaba el día 15 y terminaba el día 21. No se podía utilizar levadura alguna en ninguna comida que se preparaba, como tampoco podía haber levadura en las casas durante esos días. Cuando los israelitas se establecieron en Israel, puesto que el 15 era una fiesta solemne y un Sabbath especial, después que el “emparedado de cordero” ceremonial era consumido, el resto del día 14 se usaba para la preparación porque ningún trabajo podía hacerse desde el atardecer. Cualquier levadura que se encontraba en la casa era desechada, y el grueso de la compra de la comida y su preparación se efectuaba en ese momento. De esa manera es que el día 14 se llegó a conocer como el Día de la Preparación (Juan 19:31).

Desde ese día en el desierto hasta el presente, se ha celebrado la Pascua del Señor, lo cual es una de las muestras más dramáticas de Su poder jamás vista. Durante la cena los judíos toman vino de cuatro copas especiales, una por cada una de las promesas que Dios le hizo a Moisés desde la zarza ardiente.

Por lo tanto, diles a los hijos de Israel: Yo soy el SEÑOR; y yo los libraré de debajo de las tareas pesadas de Egipto (1. Santificación), y los libraré de su esclavitud (2. Liberación), y los liberaré con brazo extendido, y con grandes juicios (3. Redención). Los tomaré como mi pueblo, y seré su Dios; y ustedes sabrán que yo soy el SEÑOR, su Dios, que los libró de los trabajos pesados en Egipto (4. Aceptación). (Éxodo 6:6-7).

Él liberó a Su pueblo de las ataduras de la esclavitud, derrotando al país más poderoso del mundo sin utilizar ejército alguno, y sin que nadie de Su pueblo muriera, sino solamente por el poder de Su brazo extendido. Más de un millón de ex esclavos salieron de Egipto esa mañana llevando consigo la inmensa riqueza de sus antiguos captores, como sueldos atrasados por su pesado trabajo. Los enfermos fueron sanados, los inválidos caminaron y los débiles se fortalecieron. Fue uno de los grandes milagros curativos de todos los tiempos.

El cumplimiento profético

En el primer capítulo del Evangelio según Juan, Jesús fue presentado como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). A través de todo Su ministerio, la gente lo proclamaba como el Mesías de Israel, pero solamente fue un día en que Él alentó eso. En el calendario judío, ese día fue el día 10 del mes primero. Ese día lo conocemos como Domingo de Ramos. Por todo Jerusalén, los corderos de Pascua estaban siendo seleccionados, pero en el Monte de los Olivos al Cordero de Dios se le daba la bienvenida en la ciudad con gritos de “¡Hosanna al Hijo de ! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mateo 21:9).

Desde ese momento y hasta el final del día 13, Él pasó por el interrogatorio más agresivo de todo Su ministerio. Él fue minuciosamente interrogado para encontrar algún defecto en Sus enseñanzas hasta que finalmente “ninguno se atrevió a hacerle más preguntas” (Mateo 22:46, DHH).

Después del atardecer del día 13 llegó la Pascua, llamada Día de Preparación en Su tiempo, Él comió una Pascua abreviada con Sus discípulos, deteniéndose en la tercera copa, la Copa de la Redención. Era un jueves, el día 14 del mes, y antes que ese día terminara, Él había sido arrestado, enjuiciado, y sentenciado a muerte por crucifixión. El Cordero Pascual había muerto en la Pascua. “Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”, escribiría Pablo después (1 Corintios 5:7).

Justo antes de morir, sabiendo Jesús que ya todo estaba terminado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: “Tengo sed” (Juan 19:28-29). Al tomar el vino que le ofrecieron, Él tomó la cuarta copa de la Pascua, la Copa de la Aceptación. “Y los tomaré por mi pueblo y seré su Dios”. Desde ese día en adelante, cualquier persona que acepta Su muerte como pago por sus pecados, será a la vez aceptada en la familia de Dios y recibirá la vida eterna. Las personas son salvas por la fe en la Sangre del Cordero.

Anteriormente un grupo de oficiales judíos le había pedido a Jesús que hiciera una señal milagrosa para probar que Él era quien decía ser. Él dijo, “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:39-40). Ellos obtendrían esa señal pero únicamente después de haberlo matado. Y sería inconfundible. Nadie nunca ha salido de la tumba con un cuerpo resucitado antes.

El siguiente día después de la crucifixión sería viernes 15, el primer día de la Fiesta de los Panes Sin Levadura, un Sabbath especial en el que no se podía hacer ningún trabajo (Juan 19:31). Sabiendo esto, los principales sacerdotes le pidieron a Pilato que apresurara la muerte de los condenados para poder bajarlos de las cruces antes del atardecer. Pero Jesús ya había muerto. Él había muerto a las tres de la tarde y a pesar de que Su cuerpo aun estaba en la cruz, Su espíritu ya estaba en el Seol, la morada de los muertos. Día primero.

El atardecer fue viernes 15, y así la Noche Primera fue seguida por la mañana del Día Segundo. El sábado 16 era un Sabbath regular semanal y de nuevo ningún trabajo podía hacerse. Fue la Noche Segunda y luego la mañana fue el Día Tercero. Luego al atardecer era la Noche Tercera, domingo 17. Tres días y tres noches, tal y como había sido profetizado.

Al amanecer del domingo 17 se observaba la Fiesta de las Primicias en el Templo cuando las mujeres llegaron a la tumba donde Él había sido colocado (Mateo 28:1). Era la primera oportunidad que tuvieron para ungir el cuerpo para la sepultura puesto que tanto el viernes como el sábado habían sido Sabbath. Pero la tumba estaba vacía. Él había resucitado, Primicias de la Primera Resurrección.

Los dos discípulos que se encontraron con el Señor en el camino a Emaús ese domingo (día de Resurrección) nos ayudan a confirmar la secuencia (Lucas 24:13-35). Al principio creyeron que el Señor era un visitante reciente cuando les pidió que le explicaran porqué estaban tan tristes. Durante la conversación le indicaron que ya hacían tres días desde la crucifixión. Siendo ese día un domingo, el día anterior un sábado habría sido el segundo día desde que eso había sucedido, y el viernes habría sido el primer día, haciendo entonces el jueves el día que sucedió la crucifixión.

Por Su muerte él liberó a Su pueblo de la esclavitud del pecado, habiendo derrotado al adversario más poderoso que tiene el Cielo, sin ningún ejército, y sin ninguna víctima entre los Suyos, solamente por el poder del sacrificio de Su vida. Miles de millones de antiguos esclavos se irán de este mundo, pronto, recibiendo riquezas inmensurables. Los enfermos serán curados, los inválidos caminarán, y los débiles se fortalecerán. Y ninguno se quedará atrás. La Profecía de la Pascua verá su cumplimiento.

Sabbath Shalom. Que la paz del Sabbath sea con ustedes y que la Gracia de nuestro Señor Jesús habite en todos ustedes, tanto ahora como para siempre. 12/04/2014