¿La Última Navidad?

Un Comentario Navideño por Jack Kelley

Ya sea que ustedes estén leyendo los comentarios de los eruditos de la profecía sobre la cercanía del Rapto o estén leyendo las predicciones de los expertos financieros sobre la cercanía del colapso económico, el mensaje es el mismo. Bien podría ser esta la última vez que celebramos la Navidad como la hemos conocido hasta ahora.

Y eso es algo bueno. Porque para la mayor parte del mundo, la Navidad se ha convertido en un poco más que un ejercicio anual para gastar el dinero que no tenemos, comprar cosas que no necesitamos, y para las personas en nuestra lista de regalos, algunas de las cuales ni siquiera nos agradan. Agreguemos a esto el triste hecho de que este año millones de familias estadounidenses están ejerciendo lo anterior desde casas que ya no son suyas y de esta manera podemos darnos cuenta al nivel en que el mundo se ha hundido. Y lo más triste de todo esto es que todas estas personas no lo hacen en gratitud por lo que el Señor les ha dado. Lo hacen porque por un corto período de tiempo pueden pretender que todo anda bien.

Pero para los creyentes eso debería ser una historia diferente a pesar de que la mayoría de nosotros estamos totalmente ajenos al evento más grande en la historia de la Iglesia que está apareciendo en el horizonte. El Rapto venidero debería estar revitalizando el cuerpo de Cristo y causando una reorientación masiva de nuestras prioridades y, sin embargo, las encuestas recientes indican que más del 90% de nosotros aún nos encontramos enfocados en el mundo secular y las desteñidas ilusiones que este ofrece, en lugar de centrarnos en las increíbles promesas que describe la Biblia.

Quizás eso se debe a lo poco que se nos ha enseñado sobre las promesas del Señor a la Iglesia y que es una diluida versión de la verdad. Los pastores y los maestros han disminuido nuestras expectativas de Sus promesas que igualan nuestra experiencia en lugar de estar enseñándonos que si nuestra experiencia no iguala Sus promesas entonces algo estamos haciendo mal. Y puesto que no leemos nuestras Biblias para aprender lo que dice sobre la vida cristiana aquí en la Tierra para nosotros, estas promesas simplemente no se han hecho realidad para la mayoría de nosotros. Y en cuanto a sus promesas para el futuro con Él, simplemente a duras penas se mencionan ya.

¿Qué Recibió Usted Para Navidad?

Con un pequeño estudio podemos concluir que el Señor no nació el 25 de diciembre, sino que lo más probable fue a principios del otoño. Por consiguiente, nuestra celebración en diciembre es más una tradición que un hecho. Pero puesto que es el tiempo que hemos escogido para celebrarla, tomemos un momento entonces para repasar lo que el nacimiento del Señor realmente significa. Esta no será una lista exhaustiva sino tal vez una que nos recuerde lo que en realidad significa la Navidad. Piense en ello como un recordatorio del regalo que Dios nos dio para Navidad.

Lo primero y más importante es que Jesús vino a quitar nuestros pecados. Solamente por creer en eso se nos ha prometido que el castigo del sufrimiento eterno que merecemos pagar ha sido cancelado (Colosenses 2:13-14) y ha sido reemplazado por bendiciones eternas en la presencia de Dios (Juan 3:16).

Puesto a que Él sufrió en lugar nuestro, hemos sido hechos perfectos ante los ojos de Dios (Hebreos 10:14), una nueva creación (2 Corintios 5:17) y tan justos como Él es (2 Corintios 5:21). La ley del pecado y de la muerte ya no puede acusarnos más (Romanos 8:2).

Solamente eso nos debería hacer saltar de alegría, pero eso no fue todo lo que Él hizo. Él vino también a quitar nuestras preocupaciones. Él prometió que si creemos en Él seremos adoptados en la familia de Dios (Juan 1:12-13) y ser coherederos con Él en Su herencia (Gálatas 4:4-7).

Si solamente nos enfocamos en buscar Su Reino y Su justicia, lo cual es ahora nuestro destino eterno, Él proveerá todas nuestras necesidades en el aquí y en el ahora. Nunca más tendremos que preocuparnos sobre lo que vamos a comer o beber o vestir porque Él ha prometido que nuestras necesidades siempre serán satisfechas (Mateo 6:31-33).

Pero más que simplemente satisfacer nuestras necesidades de sobrevivencia, Él vino a darnos una vida abundante (Juan 10:10). Él prometió que todo obraría para nuestro bien (Romanos 8:28) y que nada nos separaría de Él (Romanos 8:38-39 y Juan 10:27-30).

A pesar de que Él era rico se hizo pobre por causa nuestra, para que mediante Su pobreza pudiéramos llegar a ser ricos (2 Corintios 8:9). Pero Él no solamente estaba hablando sobre la riqueza espiritual. Él prometió que seríamos enriquecidos en toda ocasión para que pudiéramos ser generosos en toda ocasión (2 Corintios 9:11) mientras aún estemos aquí. Mientras más generosos seamos con los demás, Él será más generoso con nosotros (Lucas 6:38).

Él vino a darnos esperanza en momentos de aflicción (Juan 16:33) y nos dijo que no nos preocupáramos tanto de esta vida porque es temporal. Es la próxima vida la que es permanente y esa es en la que siempre debemos estar pensando (2 Corintios 4:17-18).

Él prometió contestar nuestras oraciones (Juan 14:13-14), perdonar nuestros pecados (1 Juan 1:9) y sanar nuestras enfermedades (Santiago 5:14-15).

Él prometió que si permanecemos conectados a Él produciremos mucho fruto (Juan 15:7-8) y haremos mayores milagros que los Suyos. Él dijo que la única limitación en las cosas que podemos hacer en Su nombre sería nuestra fe en Sus promesas (Juan 14:12).

Pero Espere, Aun Hay Más

Todas estas cosas son para esta vida. Pero Jesús también nos dio un futuro que va más allá de la imaginación (1 Corintios 2:9).

Él prometió rescatarnos del tiempo y del lugar de la ira venidera (1 Tesalonicenses 1:10), separarnos tanto del tiempo como de la distancia de la hora de la prueba que viene sobre todo el mundo (Apocalipsis 3:10).

Para lograr esto Él prometió encontrarnos en el aire (1 Tesalonicenses 4:16-17), cambiarnos de mortales a inmortales (1 Corintios 15:52-53) y llevarnos a la casa de Su Padre (Juan 14:2-3) en donde Él nos esconderá del juicio de Dios sobre la tierra (Isaías 26:20-21).

Él prometió hacernos un sacerdocio real (1 Pedro 2:9), reyes y sacerdotes que regiremos y reinaremos con Él (Apocalipsis 5:10), y crear un planeta entero hecho de oro y piedras preciosas exclusivo para nuestra morada. Allí viviremos con Él como miembros de Su familia real (Apocalipsis 21:9-27).

Estaremos sentados a Su lado en las regiones celestiales para que por lo que Él ha hecho por nosotros Él pueda demostrar las incomparables riquezas de Su gracia en los tiempos venideros (Efesios 2:6-7). Ningún otro grupo de la humanidad jamás ha tenido, ni tendrá, el gozo de las bendiciones que Él ha derramado tan espléndidamente sobre la Iglesia.

Desde el momento de Su nacimiento, estas y muchas otras promesas empezaron a tomar forma para quienes creen. Fue una ocasión tan trascendental que Dios despachó un coro celestial para anunciar Su llegada a la Tierra. Cientos de profecías del Antiguo Testamento se cumplieron para confirmar la validez de Sus promesas. Todo esto y más es nuestro con un enorme grado de certeza que cualquier otra cosa en nuestra vida. Ese es el regalo que Dios nos dio en Navidad. Selah. 03-12-11.

 

Título Original: The Last Christmas?

Traducido por Walter Reiche-Berger

walterre@racsa.co.cr