Lunes 14 de marzo de 2022
Una Lección De Profecía. Martes 12 Nisán
“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Respondiendo él, les dijo: ¿Ven todo esto? De cierto les digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.” (Mateo 24:1-2)
Cómo deben de haberse sorprendido los discípulos con esta declaración. Hacía más de 500 años que el profeta Daniel reveló que empezando con el decreto que autorizaba la reconstrucción de Jerusalén a Israel se le darían 490 años durante los cuales se llevarían a cabo todas las preparaciones necesarias para el Reino Mesiánico. Ellos le pondrían fin a sus transgresiones y pecados, pedirían perdón por su maldad, establecerían para siempre la justicia, sellarían la visión y la profecía, y consagrarían el lugar santísimo. El lugar santísimo se refiere al Templo. Para lograr esto se requería que el Mesías llegara y muriera por los pecados del pueblo (Daniel 9:24-26).
Los discípulos sabían que habían llegado unos días antes al momento que marcaba los 483 años y que el Mesías estaba entre ellos. Él les había explicado que cuando llegaran a Jerusalén Él sería ejecutado pero volvería a la vida tres días después (Mateo 16:21, Lucas 18:31-33). Entonces solamente faltaban siete años para completar los 490. El Templo había estado en una remodelación mayor que en ese momento la cual tenía 46 años de estarse haciendo (Juan 2:20) y aún no se había terminado. Pero ahora Jesús estaba diciendo que todo eso sería derribado. No quedaría piedra sobre piedra. ¿Cómo podía ser eso?
Conforme empezaron su caminata subiendo el Monte de los Olivos a su regreso de Betania, cuatro de Sus discípulos (Pedro, Santiago, Juan y Andrés) se acercaron a Jesús para preguntarle sobre esas cosas. Ellos tenían tres preguntas para Él. Primero querían saber cuándo sucedería eso. También querían saber cuáles serían las señales de Su venida, y cuál sería la señal del final de la era (Mateo 24:3).
Por el contenido de sus preguntas podemos decir que eso lo habían discutido entre ellos. Deseando saber cuándo es que el Templo sería destruido era una reacción obvia a Su declaración anterior, pero la segunda Venida del Señor aún era una idea nueva para ellos. Y si el Templo iba a ser destruido ¿cómo sabrían ellos que el fin de la era vendría? Ellos ciertamente no podían contar con que eso sucediera en solamente siete años.
La narración de Mateo acerca de la respuesta del Señor no contiene una respuesta a su primera pregunta. Pero la de Lucas sí lo hace, así que vayamos ahí primero.
“Pero cuando ustedes vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, sepan entonces que su destrucción ha llegado… Porque habrá gran calamidad en la tierra (Israel), e ira sobre este pueblo (los Judíos). Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.” (Lucas 21:20, 23-24)
Los discípulos estaban supuestos a entender que cuando vieran a los ejércitos romanos rodeando Jerusalén eso significaría que el Templo estaba por ser destruido. Los judíos armaron una revuelta sin éxito en contra de Roma en el año 66 d.C. y para el año 70 d.C. Jerusalén y el Templo yacían en ruinas.
Para responder a sus otras dos preguntas, Jesús empezó con un resumen panorámico. En los días que vendrían habría falsos mesías, guerras y rumores de guerras, pero estos no serían las señales del fin. Él dijo que se levantaría nación contra nación y reino contra reino. Habría hambrunas y terremotos en distintos lugares. Él caracterizó todo esto como principio de dolores de parto, los cuales serían indicadores de que el tiempo de la Segunda Venida estaba cerca.
Él dijo que el pueblo judío sería perseguido y odiado por todas las naciones porque se le culparía por Su muerte. Habría falsos profetas, y un aumento en la maldad, pero aquellas personas que permaneciesen firmes hasta el fin serían salvas. (Mateo 24:4-13).
Sabemos que Él no estaba hablando acerca de la Iglesia aquí porque nuestra salvación no depende de estar firmes hasta el fin. Nuestra salvación fue asegurada desde el momento en que creímos (Efesios 1:13-14). Dios ha puesto Su sello de propiedad en nosotros y ha puesto Su Espíritu en nuestros corazones como un depósito que garantiza eso (2 Corintios 1:21-22). Aquí Jesús tenía en mente a los creyentes de después del Rapto, porque estos no gozan de esa garantía. Como ustedes pueden ver, no hay ninguna mención aquí de la Iglesia en esta discusión porque Jesús estaba hablando como un profeta judío explicándoles a Sus discípulos judíos acerca de los tiempos del fin en cuanto que se referían al pueblo judío. Recuerden, las preguntas que ellos le hicieron a Jesús eran sobre los siete años que faltaban en la profecía de las Setenta Semanas de Daniel, la cual es toda para Israel.
Luego Él terminó Su repaso diciendo que el Evangelio sería predicado en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces serían el fin (Mateo 24:14). Pero antes que ustedes digan, “Aquí es donde la Iglesia entra,” permítanme llevarlos a Apocalipsis 14 para que veamos el cumplimiento de esta profecía.
“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Teman a Dios, y denle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adoren a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14:6-7).
Ahora el Señor les dio la primera señal específica en respuesta a sus preguntas. Él dijo que cuando la gente de Judea viera la abominación desoladora en el lugar santo que de inmediato huyeran para salvar sus vidas (Mateo 24:15-16). El término abominación desoladora, o que causa desolación, era bien conocido para ellos a pesar de que eso solamente había sucedido una vez en el pasado. En uno de los modelos más claros del anticristo, el rey sirio Antíoco Epífanes colocó una imagen del dios griego Zeus con su rostro estampado en ella en el Templo y exigió que todos la adoraran so pena de muerte. Esto hizo que el Templo fuera profanado y no apto para su uso y eso inició la revuelta macabea que duró tres años y medio. La celebración anual de esa victoria sobre los sirios se conoce como la Fiesta de Hanukkah. Todos los judíos conocen el significado de la abominación desoladora por esta celebración. Esa fue una señal que todos podían reconocer.
Jesús les dijo a la gente de Judea que oraran para que su huida no fuera en invierno o en un Sabbat cuando eso volviera a suceder, porque esa señal marcaría el comienzo de la Gran Tribulación (Mateo 24:21). Es más difícil viajar en el invierno y es en contra de la Ley que los judíos viajen en un Sabbat.
Es difícil poder sobre estimar el significado de esa declaración. A pesar de que Jesús ya les había advertido a los discípulos que el Templo pronto sería destruido y la gente sería dispersada a las naciones, Él ahora dijo que habría una nación judía en Israel y un Templo operando de nuevo cuando el final de la era se acercara. Desde cerca de año 135 d.C. hasta el año 1948 no hubo ninguna nación judía, y desde el año 70 d.C. no ha habido ningún Templo allí.
Con una clara visión retrospectiva podemos ver que con el rechazo del Mesías, la profecía de las Setenta Semanas de Daniel se suspendió siete años antes de su cumplimiento. El hermano del Señor, Jacobo, les explicó esto a los líderes de la primera iglesia, que esta suspensión permanecería mientras el Señor tomaba un pueblo para Sí mismo de entre los gentiles (la Iglesia) y después de esto Israel sería restablecido (Hechos 15:13-18). Por consiguiente, la Era de la Iglesia no anuló esos siete años restantes, sino que solamente pospuso su cumplimiento. Después que la Iglesia haya sido raptada, esos siete años finales para Israel se reanudarán y esta vez su objetivo se logrará.
Los 3-1/2 años de juicio que comienzan con la abominación desoladora serán los peores que el mundo jamás haya visto ni los habrá (Mateo 24:21). Ningún otro período de tiempo se ha medido con tanto cuidado en toda la Biblia. Se describe de varias formas como que es de 3-1/2 años, o 42 meses, o 1260 días de duración. Y entonces el Señor retornará para ponerle fin. Él dijo que si a este tiempo se le permitía correr su curso nadie sobreviviría, pero a causa de los elegidos Él lo terminaría en el momento asignado (Mateo 24:22).
Inmediatamente después del final de la Gran Tribulación el sol y la luna se oscurecerán y las estrellas caerán del cielo. El mundo se sumirá en la oscuridad. En ese momento la señal del Hijo del Hombre aparecerá como la única luz en el cielo y todas las naciones de la tierra harán lamentación. Entonces verán al Señor viniendo en las nubes del cielo con poder y gran gloria (Mateo 24:29-30).
Jesús dijo efectivamente que la generación que naciera cuando la primera de estas señales apareciera aun estaría viva para la Segunda Venida (Mateo 24:34). Puesto que Él empezó diciendo que habrá una nación de judíos en la Tierra Prometida en el final de los tiempos, y puesto que eso no ha sido el caso sino hasta el año 1948, los eruditos creen que el renacimiento de Israel fue el evento que lanzó los tiempos del fin. Si eso es así, entonces muchas de las personas que nacieron en 1948 aún estarán vivas cuando Él retorne.
“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre” (Mateo 24:36).
De Mateo 24:29-30 podemos decir que Jesús estaba hablando sobre el día y la hora de Su retorno a la tierra después de la Gran Tribulación, y puesto que ustedes probablemente han escuchado interpretaciones diferentes de lo que sigue a continuación, es importante poder entender que todo esto concierne al momento que inmediatamente rodea la Segunda Venida.
Primero Él dijo que eso sería similar a los días de Noé. Antes del diluvio los incrédulos no tenían idea alguna de lo que se venía ni porqué, y cuando Noé trató de advertírselo ellos simplemente se burlaron, como si él estuviera loco. Hasta el mismo día que empezó el diluvio, todas esas personas se mantenían ocupadas en sus asuntos diarios, sin ninguna pista del hecho de que su vida como la conocían estaba por cambiar para siempre. Así será también al final de la era. Por eso es que Jesús dijo que las naciones se lamentarían cuando le vieran venir (Mateo 24:30). Finalmente se darían cuenta que lo que estaban escuchando era cierto y entonces será demasiado tarde para que ellos hagan algo al respecto.
Jesús dio tres ejemplos de personas que lucían parecidas haciendo las mismas cosas, pero una sería recibida en el Reino mientras que la otra sería enviada al castigo eterno. Mateo mencionó solamente dos de ellas, las que estaban en el campo y la mujer que estaba moliendo (Mateo 24:40-41). Lucas agregó que dos personas dormían en la misma cama (Lucas 17:34). El punto del Señor era que lo que diferenciaba a estas personas no era lo externo ni lo físico, sino lo interno y espiritual. Es lo que creían lo que las hacía diferentes.
La clave para entender estos ejemplos se encuentra en las palabras tomados y dejados. La palabra griega para tomado significa llevarse a alguien para sí mismo, o recibir, y se refiere a los creyentes que sobrevivieron que serán recibidos en el Reino. La palabra dejado significa despedido. Estas son las personas incrédulas que serán enviadas para juicio. Este ejemplo habla sobre los sobrevivientes de la tribulación que estarán frente al Señor después de Su retorno para enterarse de su destino.
Luego el Señor les advirtió a aquellas personas que sobreviven la Gran Tribulación que no sabrán ni el día ni la hora de su retorno para que estén vigilantes como el dueño de una casa que vigila para cuando el ladrón que él conoce llegue (Mateo 24:42-44).
Después el Señor les dijo cuatro parábolas, cada una de ellas como un ejemplo de cómo serán las cosas después de la Segunda Venida. Ustedes verán que a través de esta discusión, no ha habido ninguna mención del Rapto ni aun de la misma Iglesia. Y tampoco lo habrá. Esta discusión es acerca de Israel durante sus últimos siete años. La Iglesia ya se habrá ido para ese entonces.
El Siervo Fiel. (Mateo 24:45-51).
La primera parábola es acerca de los siervos en la casa de su amo a quienes se les ha dado la responsabilidad de ver que sus otros consiervos sean alimentados. Recuerden, una parábola es una historia ficticia puesta en un contexto terrenal y que está diseñada para comunicar una verdad celestial. Cada personaje o evento es simbólico de algo más. Entendiendo lo que se simboliza nos ayuda a descubrir la verdad celestial.
Los siervos que están a cargo son los ministros del Evangelio que quedaron después del Rapto, lo cual se simboliza por el alimento que proveen a los otros siervos, su congregación. Su amo es el Señor. Ninguno de ellos sabe exactamente cuándo Él va a retornar pero cuando Él lo haga todas aquellas personas que han predicado fielmente el Evangelio del Reino serán recompensadas. Y aquellas que han equivocado a sus rebaños porque les han predicado un evangelio falso, serán castigadas. Santiago les advirtió a aquellas personas que predican que serán juzgadas con mayor severidad (Santiago 3:1). Por sus acciones, estos siervos se habrán mostrado a sí mismos como falsos maestros y serán juzgados de acuerdo a ello.
Tengamos presente que la seguridad eterna es una bendición otorgada solamente a la Iglesia. Los creyentes de después del Rapto tendrán que guardar su propia justicia o estarán arriesgando su salvación. Apocalipsis 14:12 dice que estas personas tendrán que guardar los mandamientos de Dios y permanecer fieles a Jesús. Y Apocalipsis 16:5 dice, “He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” Cuando se usa de manera simbólica, las ropas representan la justificación (Isaías 61:10) y los creyentes de después del Rapto serán responsables por la suya propia.
Las Diez Vírgenes. (Mateo 25:1-13)
Luego, Jesús pronunció la parábola de las diez vírgenes, o doncellas. Una vez más Él empezó identificando el momento de la parábola. Al decir “entonces (o será entonces)” Él se estaba refiriendo a Mateo 24:36, el día y la hora de Su Segunda Venida, la cual ocurre después de la Gran Tribulación (Mateo 24:29).
La historia es acerca de diez jóvenes mujeres quienes han estado esperando por un largo rato a que venga el novio. Ya es tarde y las diez se han dormido. De un momento a otro escuchan a alguien gritar que el novio finalmente ha llegado. A todas se les dio lámparas y aceite para mantenerlas encendidas, pero a cinco de ellas se les terminó el aceite, y las otras cinco no pueden prestarles aceite. Aquellas que se quedaron sin aceite se apresuran a comprar más, pero mientras se encuentran en camino llega el novio y empieza el banquete nupcial. Al llegar tarde, le piden al novio que las deje entrar pero él les dice que no las conoce y se les niega el ingreso.
Este es otro ejemplo de cómo algunos de los sobrevivientes de la tribulación serán recibidos en el Reino mientras que otros serán excluidos. El ingrediente clave aquí es el aceite, el cual simboliza el Espíritu Santo e identifica a las cinco que tenían aceite como creyentes fieles, mientras que las que no tenían aceite no lo son.
Aquellas personas que tratan de ver a la Iglesia en esta parábola no se dan cuenta de que el momento no es el correcto, y además, la iglesia es la novia, no la dama de honor. La novia no necesita permiso del novio para entrar a su propio banquete de bodas. Además, al caracterizar a las cinco sin aceite como los creyentes de la Era de Iglesia que han resbalado, se viola una de las condiciones de nuestra salvación, la cual es el creer y no el comportamiento. Y finalmente, un creyente de la Era de la Iglesia no puede perder el Espíritu Santo el cual está sellado en nosotros como depósito que garantiza nuestra herencia. Una vez más, el Señor les advierte para que están vigilantes porque no conocen ni el día ni la hora de Su retorno (Mateo 25:13).
Los Talentos. (Mateo 25:14-30)
Usando la palabra “porque (o será también)” al empezar esta parábola nos muestra que el Señor aún estaba hablando del momento justo antes de Su Segunda Venida lo cual significa que los siervos son sobrevivientes de la tribulación. Es la historia de tres siervos a quienes se les entregó una cantidad de dinero, cinco talentos, dos talentos y un talento respectivamente, por un amo que iba de viaje por algún tiempo. Cuando regresó los llamó a cuentas. Los siervos a quienes de les dio cinco y dos talentos ambos habían doblado el dinero de su amo y fueron elogiados por ello. El siervo a quien se le dio un talento lo enterró en la tierra y lo devolvió intacto. Este siervo fue reprendido. El talento le fue quitado y fue lanzado a las tinieblas de afuera.
Recuerden, en una parábola todo es simbólico. La clave para entender esta parábola se encuentra en descubrir qué simboliza el talento de dinero. Cinco talentos era un montón de dinero, entonces los talentos deben representar algo muy valioso para el Señor, pero en la Biblia no hay ninguna indicación de que el dinero sea valioso para Él. Si los vemos como las habilidades que tenemos también es un error porque nosotros no tenemos nada que el Señor necesite. Aún las personas más “talentosas” o “habilidosas” entre nosotros no pueden contribuir en nada a los logros del Señor. Por amor algunas veces Él nos permite ayudar, pero Él no necesita de nuestra ayuda. Job 35:6-8 nos dice que nuestros pecados no lo afectan ni lo dañan, y nuestra justicia no le da nada. Esto solamente nos afecta a nosotros. Sin embargo, según el Salmo 138:2 Él valora Su nombre y Su palabra por encima de todas las cosas.
Dios debe de cumplir las promesas que ha hecho. Nosotros les llamamos a estas promesas profecía. Él ha dado Su palabra de que Él hará todo lo que Él ha dicho que hará (Isaías 46:11) porque Su nombre está en juego (Ezequiel 36:22-23). Al estudiar Su palabra nuestra fe se multiplicará. Pero si la ignoramos entonces perderemos aún lo poquito con que empezamos. En la Era de la Iglesia estamos protegidos en contra de una pérdida total (1 Corintios 3:15), pero eso no será así después. Si no se usan, se pierden. Y así estas personas perderán su lugar en el Reino también.
Las Ovejas Y Las Cabras. (Mateo 25:31-46)
El ejemplo final del Señor no deja ninguna duda acerca del momento preciso. “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria” (Mateo 25:31). Este es el momento justo después de Su Segunda Venida cuando Él reunirá a los sobrevivientes de la tribulación ante Sí en juicio. El Señor los separará basándose en cómo trataron a Sus hermanos durante la Gran Tribulación. Los creyentes, llamados ovejas, serán colocados a Su derecha y serán bienvenidos al Reino Milenial en donde repoblarán la Tierra. Los incrédulos, llamados cabras, serán colocados a Su izquierda para luego ser lanzados en el fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Esto parece ser un juicio basado en obras, pero como en todo lo demás, el Señor mira los motivos detrás de nuestras acciones. Solamente un verdadero creyente estaría dispuesto a arriesgar su vida para ayudar a proteger al pueblo judío en contra del determinado esfuerzo del anticristo para exterminarlo completamente. Si él puede hacer esto antes de que ellos le pidan al Señor que retorne habrá ganado, por eso es que sus esfuerzos para exterminarlos serán aún más despiadados que los que ejerció Hitler en el pasado. Cualquier persona sorprendida tratando de torcer sus esfuerzos tendrá la misma suerte que los judíos. Aquellas personas que ayuden a los judíos lo estarán haciendo a su propio riesgo. Pero eso será considerado como si estas personas estuvieran ayudando al mismo Señor en agradecimiento por todo lo que Él ha hecho por ellas. Su fe será recompensada.
Después que Jesús les dijo todas estas cosas, estos cuatro discípulos se unieron al resto de los demás y continuaron su corta caminata hacia Betania, en donde se estaban alojando. Habrá más para la próxima semana. 31/03/12