Lunes 4 de noviembre de 2019
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley.
Este es el artículo más reciente en nuestra serie sobre los profetas menores llamada “Los Profetas Hablan de Nuevo”. Al igual que lo hemos hecho en el pasado, tomaremos el mensaje del Señor dirigido al antiguo Israel para ver si existe una aplicación paralela a nuestro mundo de hoy. Pero primero, conozcamos un poquito más a Malaquías.
El nombre de Malaquías quiere decir “mi mensajero”. Muy poco se conoce acerca de él, y algunas personas aún especulan que Malaquías era un título más que un nombre, haciendo que el autor del libro sea desconocido. Pero la mayoría dice que él era una persona real, un profeta que le habló a Israel de parte de Dios, en algún momento entre los años 433 al 425 a.C. Esto colocaría su tiempo de servicio después del de Hageo y Zacarías, durante los primeros días del período del Segundo Templo.
Según la historia judía, un hombre llamado Malaquías era miembro de la Gran Asamblea, un cuerpo de 120 líderes que, en aquellos tiempos, era la autoridad final en Israel. Posiblemente era el mismo Malaquías cuyo libro vamos a leer.
(El Segundo Templo generalmente se conoce como el Templo de Herodes pero originalmente fue construido bajo la dirección de Zorobabel después del retorno de Babilonia. El primer Templo, construido por Salomón, fue destruido por los babilonios.
El Templo de Zorobabel fue agrandado durante la dinastía Asmodea (140-116 a.C.), pero en el año 20 a.C., el rey Herodes inició una dramática renovación del proyecto el cual fue absorbido por la grandeza de su reconstrucción, y por eso es que el Segundo Templo se llegó a conocer como el Templo de Herodes.)
Los judíos en tiempos de Malaquías habían perdido la esperanza en las promesas que Dios había hecho a través de Hageo y de Zacarías. Estas incluían una promesa de que la gloria del templo de Zorobabel, el cual tenía una estructura mucho más modesta que el Templo de Salomón, sería más grande que el que la reemplazó y sería el lugar en el cual Dios otorgaría la paz (Hageo 2:9). Él dijo que en lo sucesivo siempre los bendeciría (Hageo 2:19) y Él también dijo que retornaría a Sión y moraría en Jerusalén (Zacarías 7:3) como rey de toda la tierra (Zacarías 14:9). Ahora sabemos que algunas de estas promesas fueron cumplidas durante la primera venida del Señor mientras otras aguardan Su retorno. Pero en tiempos de Malaquías la gente creía que ese cumplimiento se había retrasado y empezaron a dudar de la sinceridad de Dios.
Cuando llegó el momento, Malaquías salió a escena ya que esta duda había ocasionado una corrupción desenfrenada en el sacerdocio y había causado un letargo espiritual entre el pueblo. La gente se concentró en sus circunstancias difíciles y rehusó ver que su propia pecaminosidad era la causa de sus problemas. La tarea de Malaquías era hacerles el llamado y responsabilizarlos por su falta de fe. Después de todo, ya habían pasado 1000 años desde que Dios había hecho Su pacto con Abraham y la historia de ellos estaba repleta de la evidencia de la fidelidad de Dios.
La mayoría de los expertos creen que Malaquías fue el último profeta del tiempo del Antiguo Testamento. Después que su tiempo de servicio se cumplió, siguió un período de silencio de 400 años el cual terminó cuando Juan el Bautista salió a escena para anunciar al Mesías venidero. Con esta introducción, empezaremos nuestro estudio del Libro de Malaquías.
Malaquías 1
Profecía de la palabra del SEÑOR contra Israel, por medio de Malaquías.
Israel duda del amor de Dios
Yo los he amado, dice el SEÑOR;
Pero ustedes dijeron: ¿En qué nos amaste?
¿No era Esaú hermano de Jacob? dice el SEÑOR. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y entregué su heredad para los chacales del desierto.
Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado;
Así ha dicho el SEÑOR Todopoderoso: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual el SEÑOR está indignado para siempre. Y ustedes lo verán con sus propios ojos, y dirán: Sea el SEÑOR engrandecido más allá de las fronteras de Israel (Malaquías 1:1-5).
Dios usa el contraste en Su trato con Esaú y Su trato con Jacob como evidencia de su amor por Israel. No importa lo que hagan los descendientes de Esaú para restaurarse ellos mismos, Él los va a destruir, y ellos serán conocidos como la Tierra de Impiedad. Pero Él ha estado activamente involucrado en la restauración de Israel a la Tierra Prometida. A pesar de que sus pecados en contra del Señor fue lo que ocasionó su juicio y su cautiverio de 70 años, Él envió a Ciro de Persia para liberarlos. Y bajo el liderazgo de Esdras y de Nehemías, Él los envió de vuelta a la tierra que les había dado a sus antepasados y les ayudó a reconstruir tanto su templo como su ciudad.
Aquellas personas que enseñan que la gente no tiene donde escoger para ser salvas, usan Romanos 9:13, la cual es una cita de Malaquías 1:2-3, para justificar su posición. Estas personas dicen que eso prueba que Dios puede escoger a quien Él quiere y también rechazar a quien Él quiere, y el ser humano no está en posición de objetar. Y cuando Pablo continuó diciendo, “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9:16) estas personas dicen que eso confirma su posición.
Pero esas personas ignoran el hecho de que Dios no estaba hablando acerca de nuestra salvación en Romanos 9, sino que estaba defendiendo la elección de Dios de Israel como Su pueblo. Nadie puede argumentar que al seleccionar a Abraham Dios estaba ejerciendo Su derecho de soberana elección, pero el hecho nada tiene que ver con cómo fue que los gentiles se convirtieron en parte de la Iglesia. La Biblia no puede ser más clara al decir que el aceptar la muerte del Señor como el pago completo de nuestros pecados es una elección que todos nosotros podemos hacer (Mateo 7:7-8, Juan 3:16, Romanos 10:13, etc.).
Y Dios no siempre aborreció a Esaú. De hecho, cuando Jacob y Esaú se separaron debido a la forma como Jacob se llevó lo grueso de la herencia de Isaac, Dios le dio a Esaú la tierra que conocemos como Edom. Esto lo sabemos por Deuteronomio 2:1-6 en donde Dios le dijo a Moisés que Él le había otorgado la tierra en la que estaban por entrar a los descendientes de Esaú y no les permitió a los hijos de Israel poseer ni un solo pedazo de la misma. Él le dijo a Moisés de tener cuidado de no provocarlos, y de pagarles cualquier alimento y agua que consumieran a su paso por Edom.
De Ezequiel 35 sabemos que Dios fue obligado a desechar permanentemente a Edom debido a la forma como trataron a Israel durante el tiempo de la conquista de los reinos del norte y del sur. Ellos le ayudaron a los enemigos de Israel a vencerlos y luego aprovecharon para apoderarse de la tierra prometida, todo debido a que albergaban un antiguo rencor en contra del pueblo de Dios. Observen cómo Dios dijo que ellos le guardaban un antiguo rencor. Ustedes nunca han escuchado que Dios les guardaba a ellos un antiguo rencor. Jacob era un confabulador, pero en Génesis 25:29-34 vemos a Esaú despreciando su primogenitura y eso fue lo que le ocasionó esa pérdida.
Rompiendo El Pacto Con Sacrificios Impuros
El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? les dice el SEÑOR Todopoderoso a ustedes, oh sacerdotes, que menosprecian mi nombre.
Y dicen: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?
En que ofrecen sobre mi altar pan inmundo.
Y dijeron: ¿En qué te hemos deshonrado?
En que piensan que la mesa del SEÑOR es despreciable. Y cuando ofrecen el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecen el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o se ganarían su favor? dice el SEÑOR Todopoderoso.
Ahora, pues, oren por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo pueden agradarle, si ustedes hacen estas cosas? dice el SEÑOR Todopoderoso (Malaquías 1:6-9)
Aquí hay dos cosas que están mal. Primero, la ofrenda de un animal cojo o enfermo como sacrificio mostraba que ellos no estaban agradando al Señor. Era una señal de irrespeto. Si sus gobernantes humanos no aceptaban esa clase de ofrenda, ¿qué los hacía pensar que Dios la aceptaría?
Segundo, los sacrificios de animales tenían la intención de ser sustitutos del sacrificio de Su Hijo. Jesús era el ejemplo perfecto de humanidad, y los animales que sacrificaban estaban supuestos a ser ejemplos perfectos de su raza, sin ninguna mancha ni arruga. Al ofrecer menos que animales perfectos demostraba que a ellos ya no les importaba hacer las cosas correctamente. Solamente estaban haciendo los gestos y al hacerlo así estaban quebrantando una provisión importante de su pacto con el Señor.
Solamente un pequeño porcentaje de cristianos hoy en día le dan a Dios lo mejor de sí mismos. Se nos advierte presentar todo nuestro ser como sacrificio vivo a Dios como nuestra adoración espiritual (Romanos 12:1-2). Sin embargo, múltiples encuestas han mostrado que la mayoría de nosotros solamente le damos las sobras de nuestras vidas. Si tenemos el tiempo o el dinero que nos sobra de las cosas que consideramos son más importantes, quizás podemos compartir algo de ello con Dios, pero si no lo hacemos, tampoco eso nos preocupa. ¿Es que nos hemos vuelto más irrespetuosos con Aquel quien sacrificó Su vida para salvar la nuestra?
¿Quién también hay de ustedes que cierre las puertas o encienda el fuego de mi altar en vano? Yo no estoy nada contento con ustedes, dice el SEÑOR Todopoderoso, y no voy a aceptar ni una sola ofrenda de sus manos. Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice el SEÑOR Todopoderoso.
Pero ustedes lo han profanado cuando dicen: Inmunda es la mesa del SEÑOR, y cuando dicen que su alimento es despreciable. Además ustedes han dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me desprecian, dice el SEÑOR Todopoderoso (Malaquías 1:10-13a)
Ni siquiera nos damos cuenta de la medida en que tomamos a Dios por sentado, y eso es así solamente porque Él ha hecho la paz con nosotros por medio de Su sangre derramada en la cruz (Colosenses 1:19-20) de que ya no estamos bajo juicio. Algunas veces me pregunto cuánto más rica y más llena serían nuestras vidas, y cuánto más grande sería nuestro impacto en el mundo si solamente tomáramos en serio Su palabra y siguiéramos el impulso del Espíritu Santo con más entusiasmo.
Pero igual que los judíos en tiempos de Malaquías, nos hemos cansado de esperar. Muchas personas que se llaman a sí mismas cristianas ya no viven con la expectativa de que Él va a cumplir Sus promesas en nosotros. Y lo peor es que estas personas están demasiado ocupadas con otras cosas para siquiera darse cuenta de ello. Alguien dijo una vez, “Si usted quiere saber lo que son las intenciones del subconsciente de una persona, solamente observe a lo que conscientemente le pone atención.” Si es la intención de nuestro subconsciente el salir de aquí para empezar nuestra eternidad con el Señor, ¿no deberíamos ponerle, de manera consciente, más atención para estar preparados?
Cuando trajeron lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentaron su ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de su mano? dice el SEÑOR. Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica al SEÑOR lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice el SEÑOR Todopoderoso, y mi nombre es temible entre las naciones (Malaquías 13b-14)
Antes nosotros le asignábamos lo grueso de nuestros recursos a las cosas de este mundo, cosas que pudimos haberle asignado al reino. Pero no es demasiado tarde empezar a invertir ese orden. Él es el Gran Rey y merece que le demos lo mejor de nosotros.
De Apocalipsis 21:4 sabemos que cuando estemos frente a Dios, Él va a remover toda lágrima de nuestros ojos. He oído decir que muchas de esas son lágrimas de remordimiento. Las derramaremos cuando finalmente veamos con nuestros propios ojos el maravilloso futuro que se nos ha preparado y nos demos cuenta lo poco que hicimos durante nuestra estancia en la Tierra para expresar nuestro agradecimiento a Aquel que nos lo preparó. No espere más. Cada día es un nuevo comienzo con Dios. Sus misericordias con nuevas cada mañana. Manténganse en sintonía. Viene más. 15/06/13.