Mientras Más Cambian Las Cosas, Más Permanecen Iguales

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

La noche que Jesús nació, los Partos (el remanente de Persia y los antecesores del actual Irán) y los Romanos (antecesores del reino del anticristo de los tiempos del fin) estaban en pugna unos con otros. A los sirios no les agradaban los judíos y habían intentado, sin éxito, conquistarlos, habiendo sido sus intentos frustrados por la revuelta de los Macabeos. La soberanía de Israel había desaparecido y su misma existencia estaba puesta en tela duda. Su rey no tenía los mejores intereses del país en su corazón, y muchas personas cuestionaban la legitimidad de su gobierno.

Había pugnas internas entre el liderazgo judío también. Los liberales pedían acomodarse con sus vecinos mientras que los conservadores señalaban a los mandatos en las Escrituras que les exigían proteger la santidad de la Tierra Prometida.

Debido a las profecías de Daniel, más y más israelitas creían que el Mesías estaba por venir, a pesar de que no había ningún acuerdo sobre lo que Él haría ni cuando llegaría. La mayoría solamente quería que Él llegara para expulsar a sus enemigos de su país, restaurar su soberanía, y darles la paz. Pero ya había pasado mucho tiempo desde que alguien hubiera escuchado algo de Dios y la mayoría de ellos ya no creía en Sus promesas.

El hecho de que las cosas permanezcan igual 2000 años después demuestra que es la intransigencia del hombre, y no la impotencia de Dios. Al ofrecer Su Reino a todos los que lo aceptasen, el Señor no se sorprendió cuando hubo muy pocos interesados, y casi ninguno de parte del liderazgo de cualquier país que estaba involucrado. Fue simplemente otro capítulo en la triste historia de la testarudez y auto-determinación del hombre.

Él sabía que iba a ser rechazado, y de hecho, aun dijo que Él no había venido para traer paz a la tierra, sino la espada. (Mateo 10:34). La única paz que Él traía era la paz personal, esa paz entre Dios y aquellos individuos que la aceptaran (Colosenses 1:19-20). Tristemente, la mayoría no lo hizo.

No. Él sabía que a pesar de que los judíos oraban por la venida de su Mesías, lo que ellos querían era un guerrero que expulsara a los romanos y restaurara su anterior posición de prominencia en el mundo. Al no considerarse pecadores, no pudieron ver la necesidad de un Salvador. Aun Sus discípulos, después de tres años de escuchar Sus enseñanzas y de haber observado personalmente Su muerte y resurrección, le preguntaron, «Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?» (Hechos 1:6).

¿Paz En La Tierra? Ya Usted Lo Ha Observado

Entonces, ¿de dónde surgió la idea de «Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres»? Ese fue el saludo del coro angelical al dirigirse a la Tierra la noche que Jesús nació (Lucas 2:14). Es similar al sentido de «Shalom Aleshem» que es un saludo tradicional hebreo que quiere decir «la paz sea contigo». Pero ese saludo no tuvo la intención de anunciar el comienzo de una nueva era de paz. Eso solamente podría suceder después que el problema del pecado, que ha alejado al hombre de Dios, sea resuelto. Y si usted lee el lenguaje original con cuidado, se dará cuenta de que Lucas 2:14 literalmente significa, «Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad». Esa era la expresión de un deseo de que aquellas personas cuyo corazón era recto tuvieran paz esa noche.

¿Y qué sobre Su título de Príncipe de Paz? Esto viene de Isaías 9:6. Pero de nuevo, lea cuidadosamente las palabras de este mensaje profético, y se dará cuenta de lo que ya ha sucedido y lo que no.

«Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz» (Isaías 9:6).

Solamente dos partes de esta profecía realmente se han cumplido. El Niño nació y el Hijo nos fue dado. El resto espera un cumplimiento futuro. Y puesto que esta profecía tiene una secuencia, antes de que Él pueda ser aclamado como el Príncipe de Paz, primero debe asumir Su posición como cabeza del gobierno de la Tierra, y eso no va a suceder sino hasta que lleguemos al Libro de Apocalipsis.

«El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos» (Apocalipsis 11:15). Habiendo la Tierra declarado Su Reino, ahora el Señor debe tomar posesión del mismo. Sí, él lo había creado, pero se lo dio a Adán para que lo dominara, quien rápidamente lo perdió ante Satanás, el cual lo ha mantenido desde entonces. Jesús lo redimió en la cruz, y ahora ha comenzado el tan esperado proceso para re-poseerlo.

La serie final de los juicios de Apocalipsis, llamada las Siete Copas de la Ira de Dios, la encontramos en Apocalipsis 16-18, y describen la batalla victoriosa del Señor para arrebatarle el control del Planeta Tierra al usurpador, Satanás. Luego llegamos a Apocalipsis 19, Su Retorno Glorioso, y a Apocalipsis 20, la inauguración de Su reino como Rey de la Tierra y cabeza de su gobierno. Entonces será «su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz».

Mientras tanto, «sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno» (1 Juan 5:19). Y mientras Satanás esté en control, el mundo nunca va a darle la bienvenida a nuestro Rey, no más como se la dio la noche en que Él nació.

¿Qué Sucede Ahora?

Entonces, un día, cuando sea el tiempo perfecto de Dios, Él va a sacar rápidamente a Su Iglesia para llevarnos a nuestro lugar oculto y así empezar a establecer por la fuerza lo que Él previamente ofreció por elección. Él hará esto durante un período de siete años para darles la oportunidad de arrepentirse a las personas que no se unieron a la Iglesia antes. Pero, de nuevo, muchas de ellas van a rechazar Su gentileza por ser débiles para resistir.

«¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo:
Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas.

El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira.
Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte»
(Salmo 2:1-6).

Todas aquellas personas que creen que están dirigiendo las cosas, pero que en realidad son marionetas del usurpador, descubrirán el enorme error de sus pasos. Habiéndose burlado y habiendo despreciado al Cordero de Dios, ahora se tendrán que enfrentar cara a cara con el poderoso León de Judá.

«Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían» (Salmo 2:10-12).

Cuando Su paciencia finalmente se agote, no tomará mucho tiempo terminar las cosas.

«Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años» (Apocalipsis 20:1-2).

«Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno. Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre» (Zacarías 14:8-9).

Y finalmente habrá paz en la tierra, y buena voluntad hacia los hombres. El Príncipe de Paz hará que así sea. Feliz Navidad. 25/12/2008.