Salmo 11

En Jehová he confiado; ¿Cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave? Porque he aquí, los malos tienden el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda, para asaetear en oculto a los rectos de corazón. Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?


Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres. Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece.

Sobre los malos hará llover calamidades; fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos. Porque Jehová es justo, y ama la justicia; el hombre recto mirará su rostro.

Hubo un momento en la historia en que los malvados se alegraban de los días nublados pues creían que Dios no podía verlos desde el cielo para darse cuenta de lo que estaban haciendo debido a las nubes. Ahora nosotros nos reímos de esa creencia, por ser inmadura.

Pero hoy en día el mundo parece creer que si hay un Dios no está mirando del todo, y que si en verdad existe, no le importa lo que está sucediendo. Esto también es inmadurez.

Dios está en el cielo, y está observándolo todo. Él ve todo lo “bueno” y todo lo malo, y ha prometido que en Su tiempo, Él hará las correcciones por las injusticias que hemos sufrido. Porque nosotros sabemos que Él ha dicho, “Mía es la venganza, yo daré el pago” (Hebreos 10:30).

Pero, más allá de eso, Él está activo en nuestras vidas diarias, en el tanto que se lo permitamos, claro. Tristemente, para la mayoría de nosotros, la conversación corriente que tenemos con Él es con frecuencia el pedirle por esto o por el otro, como si eso fuera únicamente el trabajo que Él hace con nosotros quitándonos los obstáculos en nuestro camino. Le pedimos que nos ayude a encontrar nuestras llaves, nuestros anteojos, que nos encuentre un lugar dónde estacionar, y que haga toda una serie de tareas que son más apropiadas para un mayordomo que para nuestro Creador. Lo curioso es que Él siempre responde, y muchas veces sin que le demos las gracias o que reconozcamos que cualquier relación que tenemos con Él es mejor que ninguna.

Y Su esfuerzo en nuestro mundo físico es solamente la punta del témpano. En el ámbito espiritual invisible, ¿quién puede decir cuántos ataques son evitados y cuántos peligros son desviados por Su constante vigilancia? No debemos de olvidar que después que hemos sido salvos somos extraños detrás de las líneas enemigas. Pero aunque caminamos por valle de sombra de muerte, no debemos temer porque Él siempre está con nosotros.

¿Y cuántas veces a través de la insensatez de nuestros pecados, le hemos dado al enemigo muchos blancos de oportunidad que requieren una masiva realineación de las fuerzas espirituales formadas a nuestro favor, y que con frecuencia lo hacen con un solo segundo de advertencia? No tenemos forma de saberlo.

Lo que sí sabemos es que tenemos un enemigo que está buscado nuestras almas eternas y ha fracasado, pero ha jurado hacer nuestras vidas lo más miserable posible mientras pueda.

Y también sabemos que tenemos un Señor que es nuestro campeón, nuestro protector. Él es escudo alrededor nuestro, una fuente constante de fortaleza en momentos de problemas, y quien nos ama tanto que no puede dejar de mirarnos.

Oración: Gracias Señor, por Tu completa devoción hacia nosotros, aun frente a nuestra ignorancia e ingratitud. Gracias por amarnos. No sabemos porqué, o como lo puedes hacer, pero te damos gracias por todo lo que recibimos debido a Ti. Amén.