Salmo 119:89-136

Nota: El Salmo 119 es un poema acróstico lo cual quiere decir que cada una de sus estrofas empieza con una de las 22 letras del alfabeto hebreo, dando inicio con la letra Alef y continuando en orden hasta la letra Tau. En hebreo, cada una de los versículos en una estrofa empieza con la letra que titula esa estrofa. También, cada uno de los 176 versículos del Salmo menciona la Palabra de Dios. Esta vez veamos desde la letra Lámed a la Pe.

l Lámed

Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos.

De generación en generación es tu fidelidad; tú afirmaste la tierra, y subsiste.

Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te sirven.

Si tu ley no hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido.

Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, porque con ellos me has vivificado.

Tuyo soy yo, sálvame, porque he buscado tus mandamientos.

Los impíos me han aguardado para destruirme; mas yo consideraré tus testimonios.

A toda perfección he visto fin; amplio sobremanera es tu mandamiento.

m Mem

¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.

Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo.

Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación.

Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos;

De todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra.

No me aparté de tus juicios, porque tú me enseñaste.

¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.

De tus mandamientos he adquirido inteligencia; por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.

n Nun

Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.

Juré y ratifiqué que guardaré tus justos juicios.

Afligido estoy en gran manera; vivifícame, oh Jehová, conforme a tu palabra.

Te ruego, oh Jehová, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca, y me enseñes tus juicios.

Mi vida está de continuo en peligro, mas no me he olvidado de tu ley.

Me pusieron lazo los impíos, pero yo no me desvié de tus mandamientos.

Por heredad he tomado tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón.

Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos de continuo, hasta el fin.

s Sámec

Aborrezco a los hombres hipócritas; mas amo tu ley.

Mi escondedero y mi escudo eres tú; en tu palabra he esperado.

Apartaos de mí, malignos, pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.

Susténtame conforme a tu palabra, y viviré; y no quede yo avergonzado de mi esperanza.

Sosténme, y seré salvo, y me regocijaré siempre en tus estatutos.

Hollaste a todos los que se desvían de tus estatutos, porque su astucia es falsedad.

Como escorias hiciste consumir a todos los impíos de la tierra; por tanto, yo he amado tus testimonios.

Mi carne se ha estremecido por temor de ti, y de tus juicios tengo miedo.

v Ayin

Juicio y justicia he hecho; no me abandones a mis opresores.

Afianza a tu siervo para bien; no permitas que los soberbios me opriman.

Mis ojos desfallecieron por tu salvación, y por la palabra de tu justicia.

Haz con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos.

Tu siervo soy yo, dame entendimiento para conocer tus testimonios.

Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley.

Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro.

Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, y aborrecí todo camino de mentira.

p Pe

Maravillosos son tus testimonios; por tanto, los ha guardado mi alma.

La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.

Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos.

Mírame, y ten misericordia de mí, como acostumbras con los que aman tu nombre.

Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.

Líbrame de la violencia de los hombres, y guardaré tus mandamientos.

Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos.

Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley.

Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. De generación en generación es tu fidelidad; tú afirmaste la tierra, y subsiste. Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, pues todas ellas te sirven.

Los cristianos se han polarizado en varios asuntos, pero ninguno como en la Ley. “Jesús murió para librarnos de la Ley”, decimos, pero la Ley nunca fue abolida. A pesar de que ya no somos esclavos de la Ley, se nos pide que la obedezcamos, pero ahora por agradecimiento, porque eso le agrada a Aquel que nos liberó de ella. Seguro, tenemos la libertad de vivir de una manera que decepciona y avergüenza a Dios, y que aun le ofende. ¿Pero es esa la forma como le agradecemos? Nosotros no tenemos nada que a Dios le haga falta, pero en vista de Su misericordia podemos ofrecerle todo nuestro ser como un sacrificio vivo, santo y agradable (Romanos 12:1).

Señor, otórgame la fortaleza y el coraje para poder vivir por Tu Ley. No porque yo deba hacerlo, sino porque deseo hacerlo. Yo quiero vivir la vida que Tú has redimido de la manera que te agrada. Así es como puedo decirte, “Gracias”.