SEÑOR, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, ni en cosas demasiado sublimes para mí. En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma. Espera, oh Israel, en el Señor, desde ahora y para siempre.
En tiempos de incertidumbre ciertamente es un consuelo saber que el Señor nos está vigilando. Mientras que otras personas no saben a dónde dirigirse, nosotros tenemos la seguridad de saber que todo lo que está en nuestro camino ha sido “filtrado por el Padre”. La Biblia no promete una vida libre de dificultades. Este es un lugar malvado y las cosas malas suceden. Jesús dijo que tendríamos problemas en este mundo, pero Él también dijo que confiáramos porque Él había vencido al mundo (Juan 16:33). Y Pablo escribió que Dios hace que todas las cosas les ayudan a bien a aquellas personas que lo aman y que conforme a Su propósito son llamados (Romanos 8:28).
Pero también hay algo más con que podemos contar también.
“Pero los que esperan en el SEÑOR tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isaías 40:31).
Algún día, cuando usted tenga tiempo, tómese un rato para estudiar las palabras de este pasaje para obtener su sentido literal. Cuando lo haga, usted se dará cuenta que la palabra traducida “esperan” significa buscar o anhelar al Señor. La palabra para “[tener] nuevas” es cambiar, y para “fuerza” es trasladar poder. “Levantar” significa ascender, y la palabra para “caminar” generalmente se traduce como irse o marcharse.
Un día, pronto, aquellas personas que están esperando al Señor van a cambiar, y tendrán el poder para ascender. Partirán para no cansarse nunca más. ¡Aleluya!