Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. Grande es el SEÑOR, y digno de suprema alabanza; y su grandeza es inescrutable. Generación a generación celebrará tus obras, y anunciará tus poderosos hechos. En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, y en tus hechos maravillosos meditaré. Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres, y yo publicaré tu grandeza. Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad, y cantarán tu justicia.
Clemente y misericordioso es el SEÑOR, lento para la ira, y grande en misericordia. Bueno es el SEÑOR para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras. Te alaben, oh SEÑOR, todas tus obras, y tus santos te bendigan. La gloria de tu reino digan, y hablen de tu poder, Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos, y la gloria de la magnificencia de su reino. Tu reino es reino de todos los siglos, y tu señorío en todas las generaciones.
Sostiene el SEÑOR a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos. Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a su tiempo. Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente. Justo es el SEÑOR en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras. Cercano está el SEÑOR a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.
El SEÑOR guarda a todos los que le aman, mas destruirá a todos los impíos. La alabanza del SEÑOR proclamará mi boca; y todos bendigan su santo nombre eternamente y para siempre.
Durante la mayor parte de mi carrera, yo brindaba un servicio intangible a la comunidad empresarial. Era tan esotérico que las personas no podían decir de qué se trataba aun si se les describía. Se le llamaba de diferentes nombres como consultoría, desarrollo personal, o mejoramiento en la productividad, pero aun esas descripciones eran demasiado vagas y generales como para ilustrar claramente de lo que se trataba. Y lo que es más, estaba diseñado a la medida para ajustarse a los requerimientos específicos de cada cliente, de tal manera que tenía que ser experimentado para poder describirse.
Para ayudar a persuadir a los nuevos clientes de que utilizaran nuestros servicios, yo empecé a usar cartas de recomendación que había recibido de clientes anteriores, con el objeto de poder acercarme a los clientes nuevos. En estas cartas, los clientes mencionaban los beneficios que habían obtenido del servicio que se les había brindado. Describían cómo mi compañía había sobrepasado sus expectativas, cómo de manera profesional siempre cumplíamos nuestros compromisos, y cómo nuestro servicio se había pagado por sí solo muchas veces. Generalmente estas cartas eran de alguien que el nuevo prospecto conocía, ya sea una amistad o un competidor, y por lo tanto, incluían el beneficio adicional de esa relación. Ayudaban a brindarle a los clientes en perspectiva la confianza de poder contratar nuestro trabajo en sus compañías, a pesar de que la mayoría de las veces realmente no sabían el beneficio que iríamos a obtener para ellos.
Si el Señor alguna vez necesitara ese tipo de carta de recomendación para convencer a alguna persona que lo siguiera, sería el Salmo 145. Pero yo creo que el Señor hizo que David escribiera este Salmo para un propósito diferente. Creo que fue escrito para personas que deben saber lo que el Señor puede hacer, porque lo hemos visto hacerlo… para nosotros. Así que mientras creo que este Salmo sería una grandiosa carta de recomendación, en realidad su intención fue ser una carta de afirmación. Después de todo, no son los incrédulos los que leen la Biblia, son los creyentes.
Las afirmaciones se han definido como el hablarse positivamente a uno mismo, lo cual está dirigido a producir el estado mental deseado. Algunas son simples fantasías. Por ejemplo, un amigo que es un aficionado a jugar tenis, presumía así, “Yo le puedo ganar a cualquier hombre en cualquier lugar, en cualquier juego que puedas nombrar, y el número de veces que puedas contar”. Obviamente esa afirmación no es cierta, ni nunca lo podrá ser tampoco, pero él hacía esa afirmación antes de empezar cualquier juego para ganar más confianza en sí mismo.
Pero algunas no son solo fantasía. La Biblia contiene muchas afirmaciones. Filipenses 4:13 es un buen ejemplo. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. El Salmo 37:4 es otro ejemplo, “Deléitate asimismo en el SEÑOR y él concederá las peticiones de tu corazón”. Estas son afirmaciones legítimas, hechas en momentos de duda las cuales de otra manera serían ciertas. En otras palabras, la única variable en la afirmación es nuestro deseo de creerla. El Salmo 145 es esa afirmación. No hay nada que requiera que estiremos nuestra imaginación para creer. Es una afirmación que es inherentemente cierta y varía solamente con la fe del lector. Se elogia a sí mismo como para que sea de nuestra lectura frecuente.
Cuando estamos en la cúspide del mundo y nada nos puede hacer bajar, nosotros no necesitamos de ninguna afirmación para fortalecernos. Estas están para cuando nos sentimos golpeados y derrotados. El Señor anticipó esos momentos y colocó afirmaciones poderosas en Su Palabra para ayudarnos a restablecer nuestra fe para seguir adelante.
Cuando las cosas se encuentran en el peor momento, nosotros tenemos derecho de “estar siempre gozosos” (1 Tesalonicenses 5:16). Cuando estamos en las fosas, podemos “renovarnos en el espíritu de nuestra mente” (Efesios 4:23) y “regocijarnos en el Señor siempre” (Filipenses 4:4). Cuando estamos verdaderamente desilusionados con nosotros mismos, podemos “estar persuadidos de esto, que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6). Y cuando verdaderamente hemos avergonzado al Señor por nuestro comportamiento, podemos estar seguros que “el Señor está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20) y estar persuadidos que “ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39).
Aprendiendo y repitiendo estas y otras afirmaciones bíblicas, nos da la confianza de poner al Señor a hacer, de nuevo, Su obra en nuestras vidas, a pesar de que la mayor parte del tiempo no estamos seguros qué es lo que Él va a lograr a través nuestro. Porque “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:8-9). ¿Se da cuenta?