Alaba, oh alma mía, al SEÑOR. Alabaré al SEÑOR en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva.
No confíen en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación. Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos. Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el SEÑOR su Dios, El cual hizo los cielos y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay; que guarda verdad para siempre, Que hace justicia a los agraviados, que da pan a los hambrientos.
El SEÑOR liberta a los cautivos; El SEÑOR abre los ojos a los ciegos; el SEÑOR levanta a los caídos; el SEÑOR ama a los justos. El SEÑOR guarda a los extranjeros; al huérfano y a la viuda sostiene, y el camino de los impíos trastorna. Reinará el SEÑOR para siempre; tu Dios, oh Sion, de generación en generación. Aleluya.
Según el Salmo 90:10, el lapso de vida bíblico es de 70 a 80 años. Algunas personas se pasan todo este tiempo en una constante carrera para tratar de obtener todo lo que este mundo les puede ofrecer. Les encanta amasar posesiones, premios, trofeos y reconocimientos. Sus metas son la fama y la fortuna. Todos conocemos a algunas personas que están obsesionadas con eso. Sacrifican relaciones, familia y aun su propia salud por el deseo de tener cada vez más. Francamente, algunas de ellas ciertamente lo hacen bastante bien, adquiriendo millones en activos y disfrutando de un estilo de vida que es envidia de la mayoría.
Pero el día que mueren, todo se acaba. Se acabaron sus posesiones, sus cuentas bancarias y sus trofeos, y cuando estas personas sean llamadas a responder por sus vidas descubrirán que serán juzgadas según unas normas a las que nunca prestaron atención. En su búsqueda por convertirse en las ganadoras de la vida, se enfocaron exclusivamente en las reglas de este mundo, persiguiendo sus metas con toda la energía que tenían.
Pero ahora descubrirán que en realidad se han convertido en los peores perdedores, porque así como pudieron vivir una vida envidiable según las normas del mundo, ese no es el caso en la eternidad. Durante los primeros 80 años de su existencia eterna disfrutaron de todo el gozo y la alegría que hasta ese momento pudieron disfrutar. Y nunca más. El resto de la eternidad la pasarán lamentándose por no haber puesto más atención cuando las reglas eternas les fueron explicadas.
Porque sí se las explicaron. Las primeras cosas que les serán mostradas después de que mueran, son el número de veces en las que fueron confrontadas con el Evangelio y no quisieron prestarle atención. Entonces se darán cuenta que no tienen excusa y que están sin esperanza. Ni aun si pudiesen pagar todos los millones que adquirieron en vida, no se podría modificar, ni siquiera por un instante, el lamento que empezarán a sentir con la muerte.
La tragedia es que la mayoría de estas personas, hombres y mujeres, pudieron tenerlo todo, y haber salido vencedores tanto en el tiempo como en la eternidad. La Biblia no impide esos logros; de hecho los estimula. Pero estas personas se consideraron demasiado listas para su propio bien. Sin haber invertido siquiera un momento de su tiempo para hacer una investigación, rechazaron el Evangelio así por así, algo que nunca hubieran hecho de haberse dado cuenta que podían haber tenido una nueva idea de cómo hacer más dinero.
A pesar de que se consideraron sabios, se hicieron necios, como Pablo lo expone en Romanos 1:22, y aceptaron opiniones extrañas, no comprobadas, sobre cosas que supuestamente tienen un significado eterno, en lugar de haber hecho su propio esfuerzo en la búsqueda de la verdad. Si hubieran manejado alguna de sus transacciones financieras en esa forma tan arrogante, sus inversionistas los hubieran despedido de inmediato.
Así que si la vida de estas personas pareciera mejor que la suya, anímese. Pronto el tiempo de ellas debajo del sol se terminará para siempre mientras que el suyo apenas estará comenzando. Y el tiempo de ellas solamente habrá durado unos cuantos años, mientras que el suyo durará por toda la eternidad. Al haber seguido uno de sus axiomas, usted ha hecho primero lo que es primero, porque usted ha buscado Su Reino y Su justicia (Mateo 6:33), y ahora la luz que usted tiene y los problemas momentáneos por los que pasó, están logrando para usted una gloria eterna que sobrepasa a todo lo que ellos hicieron en la tierra (2 Corintios 4:17).
Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en el SEÑOR su Dios, el cual hizo los cielos y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay; que guarda verdad para siempre.