Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.
Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mí bien fuera de ti. Para los santos que están en la tierra, y para los íntegros, es toda mi complacencia. Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios. No ofreceré yo sus libaciones de sangre, ni en mis labios tomaré sus nombres.
Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte. Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado.
Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia. A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; mi carne también reposará confiadamente; Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción. Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.
Nuestros Padres Fundadores definieron la libertad religiosa como el poder honrar a Dios de la manera que deseemos. Esto fue un repudio a la membresía obligatoria a la iglesia de Inglaterra y sus rituales paganos y ortodoxia muerta. Su intención no fue la de prohibir, ni aun limitar la expresión pública a los ciudadanos de su fe en Dios. Pero en la década de los años de mil novecientos cincuenta, un ataque en contra de la oración en las escuelas se basó en la interpretación de que esta libertad incluye también la libertad de no tener ninguna religión, y desde entonces, ese concepto se ha expandido a la prohibición de expresar públicamente cualquier actividad religiosa cristiana.
Y ahora pareciera que la libertad de no tener ninguna religión pronto se aplicará solamente al cristianismo, mientras que cualquier otra religión puede publicar sus creencias y promover sus puntos de vista con aprobación oficial.
Pero a pesar de que Dios ha sido expulsado de nuestras escuelas y lugares públicos, nuestro Señor siempre está con nosotros. Él nos ha dado una cantidad ilimitada de minutos “libres” que podemos utilizar en cualquier momento; Él nunca está tan ocupado como para no escucharnos y nosotros nunca necesitamos hacer una cita con Él. Por la cantidad de veces que hemos pedido y recibido Su guía, hay otro sinnúmero de veces cuando Él ha intervenido por adelantado en las agendas del mal en contra nuestra, sin que nos hayamos dado cuenta, anulando ataques planeados, limpiando nuestro camino, y luego protegiendo nuestras espaldas. El Señor nos envuelve con Su Santo Espíritu como con una coraza, la cual nos defiende de los dardos de fuego del enemigo (Efesios 6:16).
En resumen, el Señor nos ama tanto que no puede quitar Sus ojos de nosotros, “contemplando toda la tierra para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él” (2 Crónicas 16:9). Él es el Autor de nuestras victorias, el Dador de todas las dádivas buenas y perfectas, el Único que merece toda la alabanza, la honra y la gloria.
“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve. Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios” (Isaías 43:10-12).
Posiblemente ellos tengan éxito de sacar al Señor de nuestras vidas públicas, pero nunca podrán sacarlo de nuestros corazones. Y eso, en verdad, es el único lugar que cuenta.