¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan cosas vanas? Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas.
El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira. Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte.
Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás.
Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; admitid amonestación, jueces de la tierra. Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.
Debido al lenguaje utilizado en este Salmo, podríamos pensar que es la descripción de una rebelión armada. Pero, ¿dónde ubicaríamos una rebelión civil, social o espiritual? ¿Acaso los líderes mundiales no han hecho este tipo de guerras también? Piense en las leyes que se han escrito para asegurar la libertad de la religión y que hoy en día son interpretadas como que garantizan la libertad en contra de la religión. ¿Qué decir de las escuelas públicas en los EE.UU. que han prohibido aun las oraciones pronunciadas en silencio, o de los tribunales de justicia que han prohibido que se muestren los Diez Mandamientos, y de las personas en puestos oficiales que están luchando para borrar de todos los actos oficiales las palabras “bajo Dios” del Juramento a la Bandera? Y eso está sucediendo en los EE.UU. que ha sido el bastión de la libertad personal en el mundo. ¿No son acaso estos también los intentos de los líderes mundiales para romper los vínculos entre los hombres y su Creador?
Se ha dicho que cuando los vínculos entre Dios y los hombres se rompen, los vínculos entre los hombres no tienen un destino mejor. Ciertamente podemos ver la verdad de esa afirmación. La mentira, el engaño, el robo y el saqueo y la defraudación por lo general parecieran estar a la orden del día. Pero debemos de recordar que Dios se ríe de estos débiles intentos de rebelión así como nosotros sonreímos cuando un niño de dos años se cubre los ojos y así cree que nadie lo ve porque él no nos puede ver.
El Señor se burla de todos nuestros líderes impíos, pero muy pronto los va a reprender. Y es que los humanos no ponemos las reglas del juego; Dios lo hace. Él ha instalado Su Rey sobre la tierra. Nadie lo puede destituir y Él tampoco va a renunciar.
Mil años antes de la primera “navidad”, David “vio”, a través de los ojos de la inspiración, cuando el Padre le otorgó a Su Hijo la autoridad de convertirse en el único heredero del Planeta Tierra. Jesús regirá las naciones como quien vigila su misma propiedad, sin tolerar ninguna interferencia ni aceptar ninguna crítica. El primero definitivamente será el último cuando los reyes de la tierra sean advertidos a servirle con el temor reservado por uno quien en un parpadear de ojos puede ser impulsado a la ira. ¿Es este el “Jesús bebé, suave y débil” que nos han enseñado en el catecismo y en la escuela dominical? Creo que no. Este no es el Cordero de Dios sino más bien el León de Judá.
Anteriormente la humanidad cometió el terrible error al fracasar en reconocer con Quién está tratando, y eso está por suceder de nuevo. Los judíos deseaban que el León de Judá los liberara del yugo romano, un Rey Guerrero derrotaría a los enemigos de Israel. Pero al rehusar reconocer el problema del pecado que necesariamente requería el Cordero del sacrificio, ellos lo rechazaron.
Las iglesias de las denominaciones principales buscan al Cordero de Dios, a ese trabajador social en sandalias que caminó en los caminos de Galilea, dándoles palmaditas a los niños en la cabeza y diciéndole a todo el mundo que pusieran la otra mejilla. Pero al olvidarse que Él prometió que retornará como León rugiente con los ejércitos celestiales para destruir a Sus enemigos y tomar posesión de lo que Él ha comprado con Su sangre, es que fracasan al no ver las señales de Su venida.
Al final de esta era de la gracia, cuando aparezca la señal del Hijo del Hombre en el cielo, entonces lamentarán todas las naciones de la tierra (Mateo 24:30). Para todas aquellas personas que lo rechazaron ese será en verdad un día triste cuando el Señor retorne, pero para los que hemos creído, será la culminación de la historia, el comienzo del Cielo sobre la Tierra. Bienaventurados todos los que en él confían.
Oración: Señor, haznos conscientes de los tiempos en que vivimos. Ayúdanos a preparar nuestros corazones y nuestras mentes para la vida que tenemos por delante y para la que fuimos creados y deseamos tanto. Danos paz mientras consideramos dejar esta vida presente. Que no seamos como la esposa de Lot que volvió a mirar atrás, sino como Pablo que dijo, “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21). Amén